Los escarabajos estercoleros no solo reciclan excrementos: también dispersan semillas, airean el suelo y ayudan a controlar parásitos. Son piezas fundamentales en la salud del ecosistema. Por eso, su respuesta ante el fuego es un termómetro de lo que pasa en la naturaleza. Un estudio encontró que los incendios recientes en la Orinoquia colombiana afectan gravemente la diversidad y función ecológica de estos insectos.
Una de los aspectos importantes del estudio liderado por
Carlos Julián Moreno Fonseca, investigador del Grupo de Investigación en
Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod) de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL), fue observar lo que sucede en los llamados bordes
entre bosque y sabana, conocidos también como ecotonos.
“Se trata de zonas de transición donde se encuentran dos
ecosistemas distintos: el bosque denso y húmedo y la sabana más abierta y seca.
En estos puntos coexisten especies de ambos entornos, y aunque pueden parecer
solo ‘franjas de vegetación’, son esenciales para la biodiversidad”, explica el
candidato a Doctor en Ciencias - Biología.
Una franja ecológica que merece atención
La investigación se realizó en dos reservas naturales del
Vichada: Los Robles y Doña Ana. La primera enfrenta constantes presiones por
entresacado de madera, caza furtiva y quemas no controladas. La segunda, en
cambio, cuenta con un manejo más estricto, monitoreo de fauna y estrategias de
control del fuego como quemas prescritas, que reducen el material combustible
para evitar incendios incontrolables.
Allí se capturaron 25.768 individuos de 32 especies usando
trampas de caída con cebo mezclado de origen humano y porcino, además de arenas
experimentales para evaluar funciones ecológicas como la remoción de
excremento, la bioturbación del suelo y la dispersión secundaria de semillas.
El muestreo se hizo en tres hábitats representativos del paisaje orinoquense:
sabana, ecotono (borde) y bosque.
Las presiones antrópicas se refieren a las alteraciones
causadas por actividades humanas como la deforestación, la caza, el uso del
fuego para abrir espacio en el paisaje natural y el aprovechamiento
descontrolado de los recursos.
El estudio también identificó que los efectos negativos del
fuego son más evidentes en sitios con incendios recientes y frecuentes. Sin
embargo, en zonas que llevaban al menos 6 años sin incendios, la biomasa total
se recuperaba notablemente debido a la proliferación de unas pocas especies muy
abundantes.
“Esto indica una homogeneización funcional, es decir que el
ecosistema empieza a depender de menos especies, lo que lo hace más frágil ante
futuros cambios”, advierte.
Funciones que no se recuperan fácilmente
Si bien especies pequeñas lograron mantener funciones como
la remoción de excremento, otras como la dispersión de semillas grandes y la
bioturbación profunda se vieron afectadas por la ausencia de escarabajos de
gran tamaño.
“Los grandes rodadores fueron los más impactados. Algunos ni
siquiera se encontraron en los sitios más afectados”. En cambio, especies
como Uroxys cf. brevis y Digitonthophagus gazella –esta
última introducida desde Australia– mostraron alta resistencia.
Según el experto Moreno, D. gazella podría
estar desplazando a especies nativas en áreas alteradas debido a su rápida
reproducción, capacidad para detectar excremento ganadero y alta tolerancia al
fuego.
El estudio concluye que conservar bosques, sabanas y
ecotonos es fundamental para que los escarabajos puedan recolonizar áreas
degradadas. Además, propone medidas concretas: gestionar el fuego con
inteligencia, implementar quemas prescritas, crear barreras cortafuego y educar
desde edades tempranas sobre el impacto de los incendios.
“El fuego hay que entenderlo, pero de manera consciente y
planificada. Los escarabajos nos están mostrando eso”, afirma. También recalca
que estas estrategias deben aplicarse tanto en áreas protegidas como en zonas
productivas, y que deben incluir educación ambiental desde la infancia.
La investigación, publicada en la revista Biology,
pone sobre la mesa la necesidad urgente de integrar a los insectos en las
estrategias de conservación y restauración ecológica en regiones altamente
vulnerables al fuego como la Orinoquia.
Además, propone usar a los escarabajos estercoleros como
bioindicadores: su presencia, abundancia y diversidad funcional ofrecen pistas
valiosas para monitorear la recuperación ecológica y diseñar estrategias de
manejo del fuego más sostenibles.
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