En los arrecifes del Caribe colombiano, una comunidad similar a un césped terrestre está compitiendo contra los corales masivos, debilitando su recuperación y transformando el paisaje submarino. Se trata de los céspedes algales, comunidades de algas filamentosas que colonizan los espacios antes ocupados por corales vivos. Comprender esta dinámica es el propósito de la investigación de María Helena Benavides Marchena, estudiante de la Maestría en Ciencias – Biología Marina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe, ganadora de una de las 5 becas Colombia Biodiversa 2025.
En la convocatoria I-2025 participaron 101 propuestas de
estudiantes de pregrado y maestría provenientes de 41 universidades
colombianas. El jurado seleccionó solo 5 trabajos, que por su pertinencia,
claridad, impacto y rigurosidad recibirán apoyo económico para culminar sus
investigaciones. Entre ellos fue escogido el proyecto de la estudiante
Benavides, quien se convirtió en la segunda persona de la UNAL Sede Caribe en
obtener esta distinción, sumando así 25 galardonados de la Universidad a lo
largo de los años.
El estudio se desarrolla en los arrecifes oceánicos del
Archipiélago de San Andrés y Providencia, dentro de la Reserva de la Biósfera
Seaflower. Allí, los corales masivos, estructuras que por siglos han sostenido
la vida marina, enfrentan un enemigo silencioso: los céspedes algales, una
“alfombra vegetal” que crece en el fondo del mar.
“Estos céspedes no solo impiden el crecimiento del coral,
sino que además lo desplazan lentamente y afectan su recuperación después de
que perturbaciones exacerbadas por el calentamiento global o la contaminación
generan pérdida de tejido vivo del coral”, explica la investigadora.
Cómo se estudia esta competencia submarina
Durante expediciones científicas Seaflower Albuquerque
(2018), Bajo Nuevo (2021), y Cayo Bolívar (2022) se recolectaron más de 230
muestras en núcleos de coral para analizar las interacciones entre céspedes
algales y corales masivos.
En laboratorio, la estudiante Benavides ha empezado a
analizar la composición de estas comunidades, sus variables estructurales y
signos de competencia, mediante microscopía óptica y con el apoyo de expertos.
El objetivo es entender cómo influyen en esta competencia ecológica factores
como la profundidad, el tipo de coral o la ubicación.
La investigación se desarrolló en tres atolones de la
Reserva, en donde se tomaron fotos y se extrajeron núcleos de ~4,5 cm de
diámetro de la interacción coral-césped. Para ello se tomaron muestras en las
distintas unidades geomorfológicas del atolón y en diferentes especies de
coral, lo que le permitirá identificar patrones de competencia entre algas y
corales.
Además se registraron datos tanto cualitativos –sobre la
exposición al oleaje– como cuantitativos, entre ellos la profundidad y la
sedimentación. Estos datos ayudarán a entender cómo influyen los factores del
entorno en el avance de este fenómeno.
Relevancia para la conservación de los arrecifes
La investigación no solo aporta al conocimiento científico sobre biodiversidad marina, sino que también ofrece pistas para entender las dinámicas de perturbación en los arrecifes. En palabras de la becaria: “los céspedes algales están colonizando espacios antes ocupados por corales constructores de arrecifes. Entender cómo se estructuran y en qué condiciones ganan la competencia contra los corales (espacio) es fundamental para saber que está ocurriendo en los arrecifes”.
Los resultados apoyarían decisiones en planificación
ambiental y en futuras estrategias de restauración coralina, al identificar
condiciones ecológicas que favorecen o dificultan la recuperación coralina.
Además funcionan como bioindicadores de cambios ecosistémicos y de estrés
ambiental, esenciales para entender la resiliencia de los arrecifes en el
contexto del cambio climático.
Desde la UNAL Sede Caribe, esta investigación refleja el
compromiso con el conocimiento situado, la protección de ecosistemas únicos y
la formación de jóvenes investigadoras que aportan a los desafíos ambientales
del país. A través del Fondo Colombia Biodiversa, la Fundación Alejandro Ángel
Escobar ha apoyado por 20 años a estudiantes de todo el país para impulsar
tesis sobre biodiversidad y sostenibilidad. Hoy María Helena Benavides forma
parte de ese legado.