sábado, 29 de noviembre de 2025

Mosquitos silvestres de la Amazonia y Cesar revelan genes de resistencia a antibióticos

 En las selvas del Amazonas y en las zonas rurales del Cesar, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sedes Medellín y de La Paz identificaron en mosquitos silvestres una sorprendente combinación de virus y genes asociados con la resistencia a antibióticos. El hallazgo sugiere que estos insectos, conocidos por transmitir enfermedades como el dengue o el zika, también actuarían como centinelas biológicos de la contaminación y los cambios ambientales que afectan la salud humana y animal.

Aunque mosquitos como Aedes aegypti o Culex quinquefasciatus son conocidos por transmitir enfermedades como el dengue o el zika, el universo microscópico que llevan dentro sigue siendo un territorio poco explorado. Los llamados “arbovirus” (virus transmitidos por mosquitos o garrapatas, entre otros artrópodos) son responsables de millones de infecciones cada año en regiones tropicales y subtropicales. En esta familia también se incluyen el chikungunya, la fiebre amarilla y el Nilo Occidental.

En Colombia, el monitoreo de mosquitos y otros insectos para identificar los virus que transportan (vigilancia entomovirológica) se ha concentrado en los entornos urbanos y en unos pocos virus de importancia epidemiológica, dejando sin explorar los ecosistemas naturales donde se originan y se mantienen muchos de estos agentes infecciosos.

“Este tipo de vigilancia permite anticipar brotes, entender cómo cambian los virus en su ambiente y reconocer qué especies de insectos están actuando como portadoras, información fundamental para prevenir la transmisión antes de que llegue a las poblaciones humanas”, menciona el ingeniero biológico Daniel Fernando Largo, estudiante de la Especialización en Biotecnología de la Facultad de Ciencias de la UNAL Sede Medellín.

A ello se suma un contexto ambiental marcado por la deforestación y el cambio climático, factores que alteran el equilibrio ecológico y amplifican el contacto entre humanos, animales y vectores. Según el Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Ideam y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en 2024 se deforestaron 113.608 hectáreas en el país, lo que representa un aumento del 43 % frente a 2023. El incremento ha afectado departamentos como Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo, zonas esenciales para la conectividad ecológica entre los Andes y la Amazonia; en Antioquia, Norte de Santander y La Guajira también presentan un impacto importante.

Paralelamente, la Organización Meteorológica Mundial confirmó que 2024 fue el año más cálido jamás registrado, con un aumento promedio de 1,55 °C por encima de los niveles preindustriales. Este incremento global de temperatura, que también se refleja en la Amazonia, modifica los ciclos de lluvia y favorece la expansión geográfica de mosquitos y otros vectores transmisores de enfermedades.

Al mismo tiempo, la resistencia antimicrobiana —causada por el uso indiscriminado de antibióticos— se ha convertido en una amenaza creciente para la salud pública y el ambiente, al favorecer la circulación de bacterias resistentes en aguas, suelos y organismos silvestres.

En este escenario, conocer qué virus y genes circulan en los insectos se vuelve fundamental tanto para anticipar riesgos sanitarios y ecológicos como para fortalecer las estrategias de prevención. Así lo plantean los expertos del proyecto “Caracterización molecular de genes víricos y de resistencia antimicrobiana en el transcriptoma de poblaciones silvestres de culícidos y flebotomíneos de Amazonas y Cesar” (código Hermes 63201), resultado de una alianza de grupos de investigación de la UNAL Sedes Medellín y de La Paz.

Del bosque al laboratorio

El investigador hace referencia a fenómenos conocidos como spillover y spillback, procesos en los que los virus pueden pasar de los animales silvestres a los humanos y viceversa. “Los mosquitos y flebotomíneos -que se alimentan de sangre- funcionan como puentes biológicos entre ecosistemas; cuando se desplazan o cambian de hábitat, los virus se mueven con ellos”, agrega.

El muestreo se realizó en 3 regiones del país: Cesar (La Paz, San Diego, San José de Oriente y Los Fundadores), Caquetá (Santo Domingo) y Amazonas (Leticia y San Pedro de los Lagos), durante las temporadas de bajas precipitaciones, entre agosto de 2023 y abril de 2024.

En total se conformaron más de 20 “pools” o grupos de especímenes para su análisis, con predominio de Aedes aegypti y Culex en el Caribe seco, Psychodopygus y Lutzomyia en el piedemonte amazónico, y Aedes albopictusCoquillettidia venezuelensis y Nyssomyia fraihai en la selva húmeda tropical. Esta diversidad permitió comparar ambientes contrastantes, desde ecosistemas ganaderos y agrícolas hasta bosques de alta pluviosidad.

Las colectas se realizaron mediante trampas tipo CDC (dispositivos de succión con luz que atraen a los insectos hematófagos durante la noche y los capturan en un pequeño contenedor) y cebo humano, una técnica en la que una persona protegida sirve de atrayente para capturar mosquitos que buscan alimentarse de sangre. Ambos métodos son estandarizados en entomología médica para obtener ejemplares adultos de mosquitos y flebotomíneos.

La identificación taxonómica se efectuó a partir de caracteres morfológicos y se confirmó mediante secuenciación Sanger del gen de la citocromo oxidasa I (COI), una región del ADN mitocondrial que funciona como una “huella genética” para diferenciar especies, conocida en biología molecular como barcoding.

Posteriormente, gracias a la técnica de metatranscriptómica —que permite examinar simultáneamente el material genético activo en una muestra—, se logró caracterizar por primera vez en Colombia el conjunto de virus presentes en estas especies y su perfil de resistencia antimicrobiana.

Virus desconocidos y genes resistentes en los mosquitos del país

Los resultados revelan que los llamados virus insecto-específicos —aquellos que solo se replican dentro de las células de los insectos y no infectan a vertebrados— predominan en las poblaciones silvestres. Aunque no representan un riesgo directo para las personas, su presencia sí puede influir en la capacidad de los mosquitos para transmitir arbovirus como el dengue o el zika, al competir por los mismos recursos dentro del organismo del vector o interferir con su replicación.

Además, el estudio identificó genes asociados con la resistencia a antibióticos en mosquitos del género Culex, algunos de ellos vinculados a plásmidos —fragmentos circulares de ADN que las bacterias utilizan para intercambiar información genética— y a bacteriófagos, virus que infectan bacterias y pueden transportar genes entre ellas. Ambos actúan como vehículos de transferencia horizontal, un proceso mediante el cual los microorganismos comparten material genético sin necesidad de reproducirse.

“Aunque nuestros resultados no significan que los mosquitos transmitan esos genes, sí muestran que están en contacto constante con bacterias y contaminantes del entorno, lo que refleja el impacto de las actividades humanas sobre los ecosistemas”, explica el investigador.

Agrega que “el 8 % de los genes de resistencia identificados se asociaban con elementos genéticos móviles, es decir segmentos de ADN que se pueden desplazar dentro del genoma o pasar de una bacteria a otra a través de mecanismos naturales de intercambio genético”.

Según el estudiante, “esto muestra la posibilidad de intercambio entre especies microbianas y evidencia una exposición prolongada a antibióticos en el ambiente, lo que refuerza la necesidad de monitorear estos procesos no solo en hospitales o granjas, sino también en la fauna silvestre y en los ecosistemas naturales”.

La investigación empleó secuenciación de última generación y análisis bioinformático para reconstruir los genomas virales detectados y clasificar las familias predominantes. Entre ellas se encuentran Metaviridae, Chuviridae, Rhabdoviridae y Flaviviridae , algunas reportadas por primera vez en especies del país. Los investigadores planean devolver los resultados a las comunidades participantes, en el marco de un ejercicio de apropiación social del conocimiento.

Para el ingeniero biológico Largo, el trabajo demuestra que los insectos pueden ser aliados en la vigilancia ambiental y sanitaria. El estudio fue liderado por la profesora Claudia Ximena Moreno Herrera, de la Facultad de Ciencias de la UNAL Sede Medellín. También participaron los profesores Gloria Ester Cadavid, Giovan Gómez y Howard Junca. Además, contó con el apoyo del estudiante de Ingeniería Biológica Harold Gómez. Los resultados de este trabajo se presentaron durante UNAL Investiga 2025, iniciativa de la Dirección Nacional de Investigación y Laboratorios, de la Vicerrectoría de Investigación.

 






viernes, 28 de noviembre de 2025

En Cesar descubren 6 familias de cactus polinizados por abejas

 Las abejas son los polinizadores por excelencia en la Tierra, y gracias a su trabajo miles de plantas se pueden reproducir. En La Paz (Cesar), un grupo de biólogos analizó el polen almacenado por estas pequeñas trabajadoras, y descubrió que la familia de los cactus (cactáceas) son uno de sus grupos vegetales preferidos. Incluso identificaron 6 especies que nunca se habían reportado en Colombia como polinizadas por abejas.

La Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz ha ahondado en la manera como se analiza el polen de las abejas melíferas (que producen miel), pues algunas técnicas tradicionales –como la microscopía– presentan limitaciones para identificar formas y tamaños que pueden ser similares, porque sí: estas pequeñas bolitas de polvo floral que ellas recolectan y combinan con un poco de néctar o saliva, también se diferencian según la región y el entorno que las rodee.

“Además requiere un tiempo considerable entre cada muestra y un personal especializado que haga los análisis”, explica la investigadora Maryuri Lobo Torres, estudiante de Biología de la UNAL Sede de La Paz e integrante del grupo Semilla del Conocimiento del Cesar, del que también forma parte Elías Bechara Zainúm, de la Universidad del Sinú Seccional Cartagena.

Por ello los investigadores implementaron un sistema para analizar el material genético o ADN del polen con mayor nivel de detalle, lo cual permite describir y encontrar las especies vegetales con las que más interactúan las abejas en Cesar.

“Es similar a lo que ocurre al escanear un código de barras en un supermercado, y cuando las secuencias del ADN se encuentran se comparan con bases de datos internacionales para identificar las especies y los géneros específicos”.

“Estas técnicas ya se han utilizado ampliamente, pero en el bosque seco tropical colombiano su aplicación ha sido limitada, máxime cuando se trata del pan de abeja –como también se le conoce al polen–, un alimento compuesto de polen, miel y enzimas que las abejas fabrican y almacenan en sus colmenas y del que se alimentan cuando son jóvenes y larvas”, explica la estudiante Lobo.

Una gran diversidad para un pequeño polinizador

Para el estudio las muestras se recolectaron en la minigranja solar La Paz – Verso Solenium, en donde manejan colmenas tipo Langstroth, comunes en esta industria y que facilitan la extracción y selección de la miel. Con la ayuda de trabajadores de la microempresa Miel Silvestre se extrajeron las muestras de panales de 3 colmenas y se almacenaron en el Laboratorio de Propiedades Biológicas y Químicas de la UNAL Sede de La Paz.

Luego se extrajo el pan de abejas de las colmenas y se almacenó en tubos pequeños con el fin de realizar dos caracterizaciones con 150 miligramos: una microscópica y otra molecular. En la primera se hizo un lavado y luego una tinción, técnica que permite resaltar la capa externa de los granos de polen para facilitar la identificación en el microscopio, con un aumento de hasta 400 veces el tamaño real.

En la segunda caracterización se usaron 3 métodos de ruptura del grano de polen, pues su capa externa es muy resistente y se requieren métodos combinados; en este caso se usaron: una maceración con un mortero, perlas de vidrio, y un homogeneizador inalámbrico; luego se realizaron 4 extracciones de ADN y se amplificaron 2 fragmentos de genes que cumplen funciones importantes en los cloroplastos de las plantas, responsables de la fotosíntesis. Los resultados se compararon con bases de datos internacionales.

El estudio encontró que este grupo de abejas melíferas de Cesar recolectan polen de hasta 92 géneros y 18 familias de plantas, en las que se destaca un 60 % de cactáceas, entre ellas de los géneros LeuenbergeriaPereskia y Rhodocactus.

“Esta riqueza se explica en que la especie se caracteriza por alimentarse de muchos tipos de plantas; en cuanto al alto porcentaje de cactáceas, este se relacionaría con el ambiente semiárido y seco, y estas plantas son abundantes”, explica la investigadora Lobo.

Además, 6 familias reportadas dentro del análisis del polen no se habían reportado antes en Colombia para estas abejas, lo cual obedecería a las limitaciones en las bases de datos nacionales, la taxonomía que puede confundirse en el polen, y los escasos estudios que existen de la flora local y de la región.

Por último, la estudiante Lobo señala que que el método usado para analizar el polen es menos costoso: 225 dólares (unos 900.000 pesos) frente al de otros métodos más avanzados de secuenciación genética, que pueden llegar a los 2.550 dólares (alrededor de 10 millones de pesos).

Además de la investigadora Lobo, el equipo de expertos está integrado por Claudia Arenas, Brayan Anaya, y Diego Tirado, estudiantes de la UNAL Sede La Paz, y Diana Mantilla Escalante, de la Dirección Académica de la misma Sede. El proyecto fue financiado por la Convocatoria Nacional de Extensión Solidaria 2023, y en él participaron el semillero Alianza Estratégica para la Agricultura del Futuro, el grupo de investigación Semilla del Conocimiento del Cesar, y el semillero Genética y Sociedad, del grupo de Investigación Biodiversidad para la Sociedad. Los resultados se presentaron en  Unal Investiga 2025






jueves, 27 de noviembre de 2025

CVC Y COMUNIDAD SIEMBRAN 5.000 ALEVINOS DE BOCACHICO EN EL RÍO LA VIEJA

 En la orilla del río La Vieja, a la altura del municipio de Cartago, la CVC lideró una jornada de siembra de 5.000 alevinos de bocachico con el apoyo de la comunidad arenera y la Fundación Sembrando el Planeta, una actividad que busca recuperar la población de peces y fortalecer la conciencia ambiental en la región.

“Estamos en el río La Vieja, realizando una siembra de alevinos de bocachico, una actividad con la que buscamos promover la sostenibilidad y fortalecer la conciencia ambiental entre pescadores y areneros de la zona, quienes son nuestros aliados clave en el cuidado y protección de este importante afluente”, destacó John James Díaz, funcionario de la Regional Norte de la CVC.

La jornada se realizó junto con la comunidad arenera de Cartago y la Fundación Sembrando el Planeta, como una acción estratégica que aporta a la recuperación ambiental del afluente y al fortalecimiento de las comunidades que dependen de él.

Díaz resaltó que “esta siembra en el río La Vieja contribuye directamente a la conservación biótica, ya que esta especie no solo representa una fuente de alimento para las comunidades ribereñas, sino también para otras especies que habitan en el ecosistema del río. De esta manera, fortalecemos la cadena alimentaria y aportamos al equilibrio natural de toda la cuenca”.

 Desde la comunidad arenera, Jorge Gómez, integrante de la organización Codelrío Cartago, resaltó la importancia de estas acciones conjuntas. Agradeció la vinculación de la Corporación y el acompañamiento que también han recibido por parte de la Fundación Sembrando el Planeta.


"Esto es muy importante porque, debido al mal manejo del ser humano, la población de peces ha disminuido con el tiempo. Este río siempre ha sido majestuoso y muy rico en recursos. Esperamos que esta no sea la única jornada, sino que pueda repetirse muchas veces más”, señaló.

 Por su parte, Felipe de los Ríos, representante de la Fundación Sembrando el Planeta, destacó la importancia ecosistémica de esta labor. “Acciones como esta son fundamentales porque permiten aportar alimento a otras especies y mantener un equilibrio ecológico donde existan depredadores, presas, biomasa y se cumplan los ciclos de vida necesarios para que el ecosistema se mantenga saludable y en armonía”, señaló.

Esto es muy importante porque, debido al mal manejo del ser humano, la población de peces ha disminuido con el tiempo. Este río siempre ha sido majestuoso y muy rico en recursos. Esperamos que esta no sea la única jornada, sino que pueda repetirse muchas veces más”, señaló.

 Por su parte, Felipe de los Ríos, representante de la Fundación Sembrando el Planeta, destacó la importancia ecosistémica de esta labor. “Acciones como esta son fundamentales porque permiten aportar alimento a otras especies y mantener un equilibrio ecológico donde existan depredadores, presas, biomasa y se cumplan los ciclos de vida necesarios para que el ecosistema se mantenga saludable y en armonía”, señaló.




martes, 25 de noviembre de 2025

Nuevos envases más livianos y sustentables para la exportación de fruta fresca

 La sustentabilidad se define como el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, manteniendo un equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental.

La industria frutícola también ha incorporado este concepto en su quehacer, por lo que los retailers internacionales y consumidores finales demandan una producción sustentable y que cada uno de los eslabones de la cadena vaya en esa misma línea. 

Al respecto, TYPACK Chile–RECIPET desarrolló clamshells livianos, una innovación que reduce significativamente el uso de plástico sin comprometer la resistencia del envase ni su desempeño en las líneas de embalaje.

Cristóbal Villar, gerente de la compañía, comentó a Portalfruticola.com que la innovación responde tanto a necesidades logísticas como a una convicción estratégica: "Nuestros envases viajan dentro de Chile y hacia mercados internacionales, por lo tanto, deben ser competitivos en costos, pero también representar un impacto ambiental menor”. 

Fue claro al señalar que poseen una meta ambiciosa, “lograr que entre el 70% y el 80% del portafolio reduzca entre un 12% y un 15% su gramaje hacia el primer semestre de 2026, mediante rediseños, mejoras en procesos y el uso de láminas más delgadas con propiedades técnicas equivalentes o superiores”.

Nuevo envase de uva de mesa

Consultado sobre el proceso de desarrollo del clamshell para uva de mesa, explicó que validaron la idea, pilotearon el modelo a pequeña escala y luego a nivel industrial, lo que les permitió avanzar más rápido. “En tres meses ya teníamos un piloto, y en seis meses estábamos vendiendo el producto comercialmente”, señaló.

Agregó que el foco principal fue mantener las prestaciones clave del envase, especialmente la correcta apertura y cierre, su facilidad de desabillado en las líneas de embalaje, la estabilidad en la cadena logística y su resistencia al apilado y transporte.

Tecnología en envases 

Indicó que para lograr la reducción de un 13% del peso total, TYPACK introdujo mejoras significativas en la ingeniería de su producción, trabajando en una modificación de cavidades en los moldes, optimización del proceso de termoformado para lograr espesores más uniformes y uso de extrusoras de mayor precisión para garantizar una lámina homogénea incluso con menor espesor.

“Una lámina más delgada solo funciona si la distribución del material es óptima. Por eso ajustamos moldes y mejoramos el termoformado para asegurar que el clamshell mantuviera su integridad en todo el envase”, explicó Villar.

Puntualizó que el diseño estructural general del clamshell no cambió, pero la mejora en el proceso permitió una mejor distribución de la resistencia, haciendo que cada milímetro de plástico sea más eficiente.

El gerente señaló: “Los clientes valoran que puedan presentar su fruta en envases que reducen su huella de carbono. Al usar menos plástico, disminuye el uso de combustibles fósiles y por lo tanto el impacto global del transporte”.


Sustentabilidad más allá 

El ejecutivo acotó que en la empresa trabajan con 100% material reciclado, 50% reciclado y 50% virgen, o 100% virgen. Cada producto de bajo gramaje puede incorporar RPET sin afectar su calidad. “Esa flexibilidad nos distingue en el mercado”, señaló.

Puntualizó que esto permite a los clientes elegir envases que no solo utilizan menos plástico, sino que además incorporan material recuperado del mercado local, reforzando la economía circular.

Expansión hacia otras frutas y mercados

La estrategia de envases livianos no se queda solamente en la uva de mesa. "Durante 2025 incorporamos dos formatos clave para arándanos, destinados a exportaciones desde Chile y Perú", indicó el gerente.

Explicó que el objetivo es replicar el modelo en otros berries y frutas frescas, y fortalecer la presencia de TYPACK en la cadena de valor internacional.

Dijo que durante 40 años han incorporado material reciclado e impulsado prácticas de desarrollo importantes. "Nuestro compromiso es seguir ofreciendo envases competitivos, que mejoren el rendimiento de nuestros clientes y que permitan una mejor relación con el medioambiente”.

“Queremos que nuestros clientes puedan relacionarse mejor con su entorno a través del uso de menos plástico, sin sacrificar calidad. Ese es nuestro norte”, concluyó.


viernes, 21 de noviembre de 2025

Vasos y platos de cascarilla de uchuva, una alternativa al plástico de un solo uso

 Tal vez no haya escuchado hablar del capacho, la envoltura natural en la que crece la uchuva y que se retira antes de comerla, pero con este material pueden fabricarse vasos, platos y otros implementos para la industria alimentaria que, en apenas 90 días, se degradan casi por completo, todo lo contrario al plástico de un solo uso, que puede tardar más de cien años en desaparecer de la tierra.

Así como lo lee: en la naturaleza estaría la respuesta para dejar de usar las toneladas de plástico que cada al año se desechan en el planeta, y que en grandes masas terminan convirtiéndose en un desecho contaminante de mares y océanos, y que se fragmenta en pequeños pedazos (microplásticos) que los peces y aves confunden con comida.

Según Naciones Unidas, cada año se producen en el mundo más de 400.000 toneladas de plástico, de las cuales solo se recicla el 10 %. En Colombia, cifras de la organización ambiental Greenpeace señalan que de más de 1 millón de toneladas solo se recicla alrededor del 26 %. Y un último dato alarmante: cerca del 40 % del plástico que se produce en el mundo es de un solo uso, como vasos, platos, cucharas y tenedores, entre otros.

Por eso el profesor Jesús Manuel Gutiérrez, de la Escuela de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), decidió mirar hacia un fruto que muchos colombianos han degustado, pero cuyo envoltorio natural a veces es olvidado: la uchuva y su capacho, es decir aquello que la recubre cuando apenas nace en la planta.

Con la financiación del programa Visión Circular, de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, el profesor Gutiérrez y el semillero de investigación SIMNA convirtieron kilos de capacho de uchuva y almidón de yuca en un vaso que resiste por 20 minutos el café caliente que usted se toma en la mañana, también en platos para pastel, el mismo pocillo tintero, o incluso en un “plástico” para guardar botellas de vino.

Soluciones con sello UNAL

La innovación, presentada en el 10° Encuentro de Investigación - Creación de la Facultad de Artes de la UNAL, dejó a los asistentes con la boca abierta, pues a futuro estos empaques y recipientes se convertirían en el sustituto perfecto del plástico.

“Nuestro objetivo era producir el material sin usar químicos ni sintéticos de ningún tipo, sino únicamente ingredientes naturales; para eso usamos el capacho de uchuva proporcionado por una empresa de Chía que produce y exporta esta fruta a lugares como Países Bajos”, comenta el profesor Gutiérrez.

El proceso para fabricar este “plástico” natural consiste en secar, moler y pesar el capacho y combinarlo con el almidón de yuca en agua fría, que luego se calienta a una temperatura adecuada. Esto produce un gel al que se agrega glicerina vegetal (producto comercial obtenido de aceites vegetales como el de coco o palma), la cual le da la flexibilidad necesaria para elaborar los productos.

“La glicerina vegetal se usa para darle forma al material, pues inicialmente parecería un cartón. En este momento trabajamos en obtener una patente para comenzar a registrar los prototipos que vayamos elaborando, con la información y receta necesaria para su fabricación. En este proceso ha sido muy valioso el aporte de todos los estudiantes del Laboratorio de Prototipos y Productos de la Escuela de Diseño Industrial, a quienes agradezco su conocimiento y tiempo dedicado a la experimentación”, indica el profesor Gutiérrez.

Dentro de los ensayos evidenciaron que si el capacho no se molía era muy difícil darle forma al material, por ello era necesario llevarlo a dimensiones parecidas a una harina para obtener el mejor producto posible.

Por otro lado también se realizó un seguimiento al color obtenido del producto, con algunas formulaciones que tendían hacia el caqui o amarillo, mientras que otras eran marrones; y dentro de las formas de obtener el material se diseñaron 12 procesos diferentes, con concentraciones y variaciones específicas según lo que se quiera trabajar o elaborar.

La vajilla completa

Ya se crearon prototipos de platos de cerca de 10 cm en una termoformadora (máquina que calienta y moldea el material), y se están haciendo pruebas para determinar que el prototipo sea completamente seguro para usarse en la industria.

A su vez, se trabajó manualmente un moldeo de platos y recipientes que se “pintaban” con mezclas de remolacha, lechuga, paprika o cúrcuma para darle color. Y, si se quisieran hacer bolsas, se ensayo con un proceso de marcación con el sello de la Universidad en el material, el cual fue exitoso.

“La idea inicial era crear un molde que contuviera a las uchuvas mientras eran exportadas a Europa, por lo que también se realizaron prototipos para hacer este proceso, además de un vaso tintero que soporta 20 minutos el café sin que el material se dañe, el cual está cubierto por capacho de uchuva, y cuyo recipiente tiene una parte comestible con almidón modificado que se usa para yogures con sabor a queso o melocotón”, expresa el experto.

Por último, pero no menos importante, se encontró que el 90 % de estos prototipos se degradan en 90 días, y en solo 10 días ya se genera este proceso en un 50 %. El experimento se realizó con un tarro en el que se ponía humos con lombrices de tierra, y en otro una muestra del material que entraba en contacto.








jueves, 20 de noviembre de 2025

Podemos medir el Mutirão Global? La COP30 puede movilizar la acción colectiva en pro de la resiliencia climática

La COP30 de este mes insta a la acción colectiva – "Mutirão" – para hacer frente a la crisis climática. Un ingrediente fundamental para reunir a gobiernos y partes interesadas es un conjunto estándar de indicadores (el Objetivo Global de Adaptación) que pueda impulsar la inversión y la acción a escala mundial y local. Siga leyendo para conocer ejemplos de avances en materia de adaptación en África.

La Presidencia brasileña de la COP30 ha introducido una nueva y poderosa frase en el vocabulario climático: Mutirão Global, un llamado a la acción colectiva basada en la solidaridad y el esfuerzo compartido. En Brasil, un mutirão es cuando los vecinos se encuentran y trabajan juntos para resolver un reto que ninguna persona puede afrontar por sí sola.

También es una perspectiva poderosa para abordar la adaptación climática, ya que la resiliencia no se construye de forma aislada: crece a partir del conocimiento compartido, la inversión coordinada y la responsabilidad en todos los niveles. 

Mientras el mundo se reúne en Belém, este espíritu alcanza un hito crucial: la adopción del Objetivo Global de Adaptación (GGA, por sus siglas en inglés) – el primer marco global para medir el progreso real en la creación de resiliencia. Para la Alianza de Bioversity International y el CIAT, este es un momento para demostrar cómo la ciencia, la política y la acción liderada por los agricultores pueden convertir la ambición colectiva en resultados concretos sobre el terreno.





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martes, 18 de noviembre de 2025

ESTUDIANTES SON AVISTADORES DE AVES EN CALIMA EL DARIÉN

 VARIAS ESPECIES FUERON OBSERVADAS

En el marco de la Feria Ambiental, estudiantes del Gimnasio del Calima participaron en una jornada de avistamiento de aves liderada por la CVC, promoviendo la conservación de la biodiversidad local.

Con el objetivo de sensibilizar a la comunidad sobre la riqueza de la avifauna del municipio de Calima El Darién, la CVC realizó una exitosa jornada de capacitación teórica y práctica en el Centro de Educación Ambiental (CEA) Calima.

 La actividad se desarrolló como parte de la reciente Feria Ambiental, convocando a estudiantes de la Institución Educativa Gimnasio del Calima. En la fase teórica, funcionarios de la CVC compartieron con los jóvenes las pautas esenciales y éticas que debe seguir un observador de aves: el uso correcto de binoculares, vestimenta, escucha y el respeto por el hábitat natural. Se hizo especial énfasis en las especies nativas que habitan en la zona.

Posteriormente, la jornada se trasladó a la práctica con un recorrido guiado por los senderos ecológicos del CEA. Con los conocimientos recién adquiridos, los estudiantes pudieron aplicar las técnicas de avistamiento y disfrutaron de la observación de diversas especies, entre las que se destacan los gavilanes, tangaras, loros y otras más.

“Estas actividades prácticas son fundamentales, pues transforman el conocimiento de las aulas en una experiencia vivencial y un compromiso real con nuestro entorno, y es importante que la comunidad reconozca la biodiversidad que la rodea; el CEA Calima es un bosque urbano que muchos desconocen”, afirmó Paula Andrea Soto Quintero, profesional universitaria de la CVC regional Pacífico Este.


La CVC y la Alcaldía de Calima El Darién reiteran su compromiso con la educación ambiental, herramienta clave para la sostenibilidad y la protección del patrimonio natural.












viernes, 14 de noviembre de 2025

Residuos de plátano fermentado son fuente de hidrógeno y energía sostenible

Los combustibles fósiles, como el petróleo, siguen siendo la principal fuente de energía y también de contaminación en el planeta. Su uso intensivo elevó las concentraciones de dióxido de carbono —el gas más asociado con la actividad humana— hasta un récord de 422,5 partículas por millón, panorama que ha acelerado la búsqueda de alternativas limpias y viables. En esa ruta surge un aporte innovador: una investigadora demostró que los residuos de plátano fermentado se convertirían en una fuente eficiente para producir biohidrógeno, uno de los sustitutos más prometedores de los combustibles tradicionales.

El biohidrógeno resulta de producir hidrógeno con materiales orgánicos o mediante procesos naturales como la fermentación, una alternativa limpia y renovable frente a los combustibles fósiles, y con aplicaciones para fomentar una movilidad sostenible o para generar electricidad limpia. Frente a esto, la Asociación de Hidrógeno y el Consejo Mundial de Energía Colombia destacan que la capacidad de producción de hidrógeno renovable en el país es de 416 toneladas por año.

Con 492.000 hectáreas cultivadas y cerca de 4,9 millones de toneladas al año, el plátano es uno de los productos más importantes del país. Una manera de impulsar estas cifras es aprovechar los residuos del plátano con un enfoque de economía circular, es decir, darles un nuevo uso a materiales que normalmente se desechan para convertirlos en valor y reducir el impacto ambiental.

En ese escenario, Jenny Paola Díaz, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), comprobó que mediante un proceso de fermentación la pulpa y la cáscara se pueden transformar en hidrógeno natural y de bajo costo.

Esta alternativa pionera en Colombia fortalecería los modelos sostenibles de producción de hidrógeno, pues hoy el 76 % del generado en el país sigue siendo gris, obtenido a partir de gas natural y con alta huella contaminante, mientras un 20 % es azul, también producido con combustibles fósiles pero con captura parcial de sus emisiones, y apenas un 4 % corresponde al hidrógeno verde, obtenido por electrólisis (proceso que mediante electricidad separa las moléculas del agua) y considerado como la opción más limpia.

Frente a estas rutas tradicionales, el método evaluado por la investigadora Díaz parte de fuentes biológicas renovables, lo que abre la puerta a un hidrógeno con huella de carbono neutra, e incluso negativa, incorporando la captura y valorización de los demás residuos del proceso.

De pilar económico a fuente de energía

“La base del proyecto fue la fermentación oscura, un proceso biológico en el que los microorganismos descomponen los azúcares de la fruta y los transforman en compuestos metabólicos como ácidos butírico y acético e hidrógeno, y por último también liberan hidrógeno”, explica la magíster.

Uno de los mayores desafíos en la producción de biohidrógeno es el rendimiento. Para enfrentarlo, a la materia prima se le incorporó un pretratamiento con el fin de degradar componentes como la lignina y así facilitar el trabajo de los microorganismos encargados de generar el hidrógeno.

Sin embargo, este pretratamiento no siempre incrementó la producción, lo que es relevante porque sugiere que los residuos de plátano de Arauca son eficientes por sí solos para llevar a cabo la fermentación. “Evidenciamos que a partir de este residuo se produce hidrógeno, aunque el pretratamiento no siempre aporta a una mayor producción”, afirma la investigadora.

Por ello el proceso se continuó en biorreactores de 20 litros, con un volumen de trabajo de 12 litros, de los cuales 3 kilos correspondían a la fruta y cerca de 9 litros al agua. Durante 72 horas estos ingredientes permanecieron en condiciones estrictamente controladas: ausencia de luz y oxígeno, sin agitación y a temperatura estable.

Posteriormente, durante 4 días más se establecieron las condiciones de acidez (pH), temperatura y agitación para iniciar la etapa de producción del hidrógeno, generando un gas con un contenido máximo de 41,9 % de hidrógeno. El rendimiento fue de 1,16 moles, unidad que determina la cantidad de hidrógeno por mol de azúcar.

Así, el biohidrógeno generado tiene una aplicabilidad directa, hecho que se evidenció cuando, al final de la etapa de producción, se pudo hacer combustión y apareció una llama azul característica, demostrando que la mezcla gaseosa es capaz de liberar energía de inmediato.

Y aunque el gas se puede purificar después para obtener hidrógeno de mayor pureza, el hecho de que la mezcla inicial ya sea combustible amplía su potencial para usos directos en campo, por ejemplo para generar calor o electricidad de forma local, continua y sostenible.

Una alternativa económica viable

Una de las principales ventajas de la fermentación oscura es su viabilidad económica: utiliza residuos agroindustriales y requiere equipos mucho más asequibles que el método convencional de electrólisis, que demanda alta inversión y un consumo elevado de energía eléctrica. Además, el 38 % del residuo del plátano queda sin aprovechar tras la cosecha, lo que representa una oportunidad real para transformarlo en energía y reducir un problema ambiental recurrente en zonas productoras.

En departamentos como Arauca, en donde la alta producción ha generado la acumulación de grandes volúmenes de desechos y riesgos para el ambiente y la salud pública, este tipo de bioconversión es especialmente pertinente. De hecho, el uso de estos residuos no solo mitigaría dicho problema, sino que además se integraría a los sistemas locales de energía como alternativa renovable, particularmente en zonas rurales no interconectadas, en donde el biohidrógeno impactaría directamente en la autonomía energética de las comunidades.

Así, este método de producción se podría implementar directamente en campo, allí donde se concentra la actividad platanera, democratizando la generación de energía limpia, fomentando la economía circular y fortaleciendo la autosuficiencia energética en regiones productoras como Arauca, que supera las 36.000 hectáreas sembradas según el Instituto Colombiano Agropecuario.







martes, 11 de noviembre de 2025

Astrónoma de la UNAL revela cómo deciden las estrellas jóvenes si un planeta puede ser habitable

 El nacimiento de una estrella también marca el inicio de la vida de los planetas que la acompañan. Si en sus primeras etapas ese joven astro emite explosiones demasiado fuertes, puede destruir sus atmósferas y reducir las posibilidades de mantener vida como la nuestra. María Gracia Batista Rojas, la primera doctora en Astronomía de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), desarrolló dos herramientas para analizar ese comportamiento en estrellas jóvenes que hasta ahora están creciendo, lo que constituye una llave para identificar los sistemas planetarios que a futuro serían habitables para los humanos.

A diferencia del Sol actual, que brilla con relativa calma, las estrellas jóvenes son inquietas: constantemente en su interior ascienden y descienden gases extremadamente calientes, como corrientes que hierven. Esos movimientos generan campos magnéticos poderosos que en ocasiones se rompen súbitamente liberando grandes cantidades de energía. Dichas explosiones, conocidas como “llamaradas estelares”, iluminan su entorno con radiación ultravioleta y rayos X. Si cerca de ellas se está formando un planeta, su atmósfera se puede calentar, erosionar, o incluso arrancarse por completo.

Esta es la historia contada por María Gracia Batista Rojas, la primera doctora en Astronomía formada en la UNAL, quien se propuso estudiar ese “temperamento” estelar para entender cuándo una estrella permite que un planeta mantenga su atmósfera y cuándo la destruye. Para hacerlo, ella analizó miles de estrellas jóvenes en las constelaciones de Tauro y Orión, regiones del cielo en donde nacen nuevos sistemas solares. En estas zonas, esas estrellas jóvenes no son visibles a simple vista como puntos individuales, pues están inmersas en nubes de gas y polvo, y por eso no se observan “como se mira una estrella en la noche”, sino leyendo la luz que llega desde ellas y cómo cambia con el tiempo.

Leer esa luz es una tarea delicada, por eso la doctora Batista utilizó datos de telescopios espaciales que registran cómo varía la luminosidad de una estrella a lo largo de días y semanas. Cuando esa intensidad aumenta repentinamente, es señal de que ha ocurrido una llamarada.

También usó otros instrumentos que captan la radiación ultravioleta y los rayos X que se escapan de las capas externas de la estrella, lo cual permite saber qué tan activa es magnéticamente, y mediciones precisas de posición y movimiento en el cielo que le ayudaron a confirmar que pertenecían a las regiones de Tauro y Orión y que están en etapas tempranas de su vida.

La cantidad de información es abrumadora: miles de estrellas, millones de mediciones, y variaciones en la luz que podían ser tan sutiles como una respiración. Analizar esos datos a mano hubiera tomado décadas enteras. Por eso la investigadora desarrolló dos herramientas digitales propias: CATTS, capaz de medir la actividad magnética registrada en la luz de las estrellas, y FLAN, diseñada para identificar y medir automáticamente cada llamarada estelar.

Gracias a ellas construyó uno de los registros más completos y precisos de la actividad en estrellas jóvenes de estas regiones a millones de años luz de la Tierra, y encontró que las estrellas recién formadas pueden ser miles de veces más activas que el Sol en nuestro Sistema Solar, ya que sus superficies están en constante agitación y giro, y sus campos magnéticos se retuercen hasta liberarse en forma de explosiones violentas.

Sin embargo no todas estas estrellas se comportan igual, pues eso depende de un disco que algunas tienen desde su nacimiento: en las que lo mantienen, el disco frena el giro y la liberación de energía, mientras que en las demás no hay un obstáculo para la fuerza que se desprende de su interior generando llamaradas más potentes.

¡Al infinito, y más allá!

Así, la investigación muestra que el comportamiento de una estrella joven puede decidir si un planeta conservará o no su atmósfera. Si la estrella gira muy rápido y produce llamaradas muy fuertes, esas explosiones pueden calentar y arrancar el aire del planeta antes de que la vida siquiera tenga oportunidad de surgir; en cambio, si la estrella es menos violenta en sus primeros millones de años, el planeta puede mantener su atmósfera y desarrollar condiciones estables.

Este hallazgo cambia la manera en que buscamos mundos habitables, pues durante años los estudios se enfocaron principalmente en encontrar planetas del tamaño de la Tierra, ubicados a una distancia adecuada de su estrella, en donde la temperatura permita la presencia de agua líquida. Pero esta investigación plantea que esto puede no ser suficiente. Antes de preguntarnos si un planeta sostiene vida debemos preguntarnos: ¿su estrella lo deja respirar?

En nuestro Sistema Solar tenemos un ejemplo cercano que nos ayuda a visualizar mejor el fenómeno: se trata de Marte, que hoy tiene una atmósfera muy delgada, cerca del 1 % de la de la Tierra. Aunque su historia es compleja y tiene varias causas, se sabe que la interacción con la radiación del Sol contribuyó a que el planeta perdiera gran parte de su aire, pues era más pequeño e indefenso. Esto muestra lo frágil que puede ser la atmósfera de un planeta y por qué es tan importante que la estrella que lo acompaña no sea demasiado violenta en su etapa joven.

Todo esto nos recuerda que la vida no es algo que se pueda dar en cualquier parte del universo y de la misma forma. Necesita condiciones delicadas, tiempo suficiente y una estrella que no destruya aquello que intenta nacer.

Entender cómo funcionan las estrellas jóvenes no solo nos ayuda a buscar otros mundos, sino que además nos invita a valorar el nuestro, porque si estamos aquí es en parte porque hace miles de millones de años nuestro Sol decidió no ser tan violento, y eso, en términos cósmicos, es un gesto de suerte extraordinaria.









lunes, 10 de noviembre de 2025

UNAL impulsa modelo integral de humanización en la atención y formación en salud

 Desde permitir el ingreso de animales de compañía a las UCI hasta crear pactos académicos por el aprendizaje humanizado, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y su Hospital Universitario Nacional (HUN) han convertido la humanización en un modelo institucional que acompaña la atención en salud y la formación médica. Programas pioneros como “Huellas que sanan” o el pódcast “Tú no eres 1+” hoy son referentes de cómo la empatía, la escucha y el bienestar se traducen en políticas medibles, sostenibles y profundamente humanas.

En los sistemas de salud la humanización ha emergido como una obligación que trasciende la atención clínica para convertirse en un elemento transformador del bienestar. En este escenario, la Facultad de Medicina de la UNAL y el HUN son instituciones pioneras en el desarrollo de modelos complementarios para integrar este valor tanto en la formación de nuevos profesionales como en la prestación de servicios.

Durante el cierre del V Simposio de Humanización en Salud —un espacio creado para reflexionar sobre el valor de la educación, la comunicación y la innovación en la atención centrada en las personas— se destacó el trabajo del HUN, entidad que durante 10 años ha demostrado que transformar implica superar la normalización de las malas prácticas mediante procesos que “van más allá de la lógica y del deber ser”, según el doctor Jairo Pérez Cely, director de Cuidado Crítico del Hospital.

El modelo del HUN está estructurado en 6 líneas estratégicas y operativas que impactan tanto a los pacientes y sus familias como al personal; estas son: (i) la calidez humana, expresada en el bienestar del profesional y en la calidad del encuentro con el paciente, (ii) el confort, que se materializa en las condiciones físicas y ambientales de la Institución, pensadas para favorecer el bienestar de todos, (iii) la dignidad y el respeto, que se mantienen como políticas no negociables de buen trato, (iv) la comunicación, abordada integralmente, diferenciando entre informar con claridad y escuchar con empatía, (v) la compasión, que se refleja en el acompañamiento activo durante el sufrimiento —por ejemplo a través del “Libro de humanización”, una práctica en la que pacientes y familias comparten sus voces y experiencias, y (vi) la solidaridad, que se manifiesta en el apoyo a personas en condiciones difíciles, tanto colaboradores como pacientes, mediante tecnologías amigables que explican anticipadamente el funcionamiento de los equipos médicos y ayudan a reducir la ansiedad.

Un ejemplo tangible de esta visión es el programa “Huellas que sanan”, que desde 2022 ha permitido el ingreso y acompañamiento emocional de más de 50 animales de compañía de pacientes hospitalizados, incluso en unidades de cuidado intensivo.

Otro es el pódcast “Tú no eres 1+”, en donde se explican las seis líneas de humanización a través de experiencias reales. “Esta estrategia, enmarcada en la solidaridad y la compasión, no nació de un comité directivo sino de la escucha activa de una necesidad familiar”, subraya el doctor Pérez.

El modelo se sostiene gracias a sistemas de medición rigurosos, como el Manual de buenas prácticas de humanización para UCI, que incluye 160 estándares evaluables, desde la iluminación y el ruido hasta el trato cordial. El cumplimiento de estos parámetros motivó a los pacientes a otorgarle un reconocimiento simbólico al HUN en mayo de 2025.

Formando para humanizar

En paralelo, desde 2016 la Facultad de Medicina de la UNAL ha construido un modelo educativo transformador bajo el principio rector “humanizar para formar y formar para humanizar”. Este enfoque responde a factores que afectan el desempeño y la permanencia estudiantil, tanto en la adaptación inicial como en etapas de exigencia clínica y profesional.

Además, la Institución ha desarrollado 5 programas interconectados que conforman el núcleo operativo de su estrategia. Estos son:

  • Programa de Apoyo a las Transiciones: mediante apoyo académico, psicosocial y de bienestar, acompaña cuatro momentos fundamentales: ingreso, paso a las clínicas, internado y egreso profesional.
  • Plan Actívate con la Facultad: incorpora la dimensión lúdica y deportiva como elemento esencial para el equilibrio vital.
  • Programa Praxis: se centra en el aprendizaje a través de la simulación a lo largo del plan de estudios.
  • Programa Nexus: fortalece la integración clínica con metodologías de aprendizaje basado en casos.
  • Pacto Académico por el Aprendizaje Significativo y Humanizado: establece un acuerdo entre estudiantes, docentes y directivos, el cual redefine la relación pedagógica y promueve entornos de confianza y respeto mutuo. “Este pacto se fundamenta en principios de neuroeducación, es decir en el conocimiento científico sobre cómo aprende el cerebro y cómo influyen las emociones en la memoria, la atención y la motivación”, señala la profesora María Luisa Cárdenas Muñoz.

Con base en estos principios, el programa busca fortalecer ambientes de aprendizaje respetuosos y empáticos, en los cuales los estudiantes puedan expresar sus dudas y asumir los errores como parte del proceso formativo, entendiendo que equivocarse también enseña. Además, promueve calendarios unificados de evaluación, ajustes en la carga académica y una evaluación formativa orientada al crecimiento y no solo a la calificación.

Sinergia institucional hacia un modelo integral

La convergencia de estos esfuerzos representa una apuesta innovadora en la que la excelencia académica y la humanización son dimensiones complementarias.



viernes, 7 de noviembre de 2025

Instituto de Ciencias Naturales: 89 años custodiando el ADN de la biodiversidad colombiana

 Con más de 3.500.000 ejemplares biológicos –desde los recolectados por José Celestino Mutis y Alexander von Humboldt hasta las más recientes investigaciones en flora y fauna–, el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se proyecta hacia el futuro con la construcción de nuevos edificios diseñados para garantizar la conservación de las colecciones nacionales y fortalecer la investigación en biodiversidad. La conmemoración coincidió con el inicio de la obra del nuevo edificio, símbolo del renacer científico y patrimonial de la Institución.

Fundado el 6 de noviembre de 1936 por el padre Enrique Pérez Arbeláez, botánico jesuita y visionario de la ciencia en el país, el ICN se consolidó como un referente latinoamericano en el estudio de la naturaleza. Su origen se remonta incluso a 1929, cuando Pérez Arbeláez creó el Herbario Nacional Colombiano, antecedente directo del Instituto que hoy alberga los ejemplares más antiguos de la Expedición Botánica y de figuras como Francisco José de Caldas.

“Una institución con 89 años que haya logrado permanecer y consolidar colecciones con millones de ejemplares, junto con 33 profesores con título de doctorado, es todo un hito y un reto”, señala el biólogo Gonzalo Andrade Correa, director del ICN.

El Instituto reúne 4 grandes áreas del conocimiento: botánica, zoología, arqueología y paleontología, que permiten abordar articuladamente la biodiversidad y la historia natural de Colombia desde múltiples frentes.

En el área de botánica se recogen, identifican y estudian plantas y hongos que constituyen la base de numerosos ecosistemas, así como de saberes y usos tradicionales que forman parte del patrimonio biocultural del país.

La sección de zoología investiga desde insectos hasta grandes vertebrados, aportando al conocimiento de la fauna nacional, su clasificación, distribución, relaciones ecológicas y estrategias de conservación.

A través de la arqueología, el Instituto explora vestigios humanos y su entorno natural para reconstruir cómo las comunidades del pasado se relacionaron con la naturaleza y cómo esos procesos modelaron los paisajes actuales.

Mediante la paleontología, se estudian fósiles que documentan la evolución de la vida y los cambios ambientales a lo largo del tiempo, contribuyendo así a entender la historia geológica del territorio colombiano.

Tales líneas de acción no solo nutren la docencia y la formación de biólogos y naturalistas, sino que también sustentan la asesoría técnica y científica que el ICN le presta al Estado colombiano.

Por mandato de la Ley 99 de 1993, el Instituto es asesor del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y una de las autoridades científicas designadas por Colombia ante la Convención CITES. Además, desde 2003 actúa como “Punto focal del Gobierno en el Programa Global de Taxonomía del Convenio sobre Diversidad Biológica” y forma parte del Comité Nacional de Categorización de Especies Amenazadas, encargado de establecer el estado de conservación de la fauna y flora del país.

Colecciones nacionales, un tesoro vivo para la ciencia

Las colecciones nacionales de biodiversidad resguardadas por el ICN constituyen la base del conocimiento biológico del país. Allí reposan peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, insectos, moluscos, crustáceos y plantas que documentan la riqueza natural de Colombia, además de ser fuente de consulta para estudiantes e investigadores nacionales y extranjeros.

Sin embargo, la infraestructura que las alberga —el edificio 425 de la UNAL, construido en la década de 1970— ha sufrido deterioro estructural por falta de sismorresistencia y por filtraciones causadas por las lluvias intensas en Bogotá, que en los últimos años han superado los niveles históricos de precipitación, lo que ha provocado inundaciones y daños progresivos en la estructura.

“Hoy no hay dónde poner un espécimen más”, advierte el profesor Andrade, al explicar que el fracturamiento del edificio y la falta de espacio han hecho necesario planear un nuevo complejo arquitectónico que garantice la protección y conservación de las colecciones científicas del Instituto.

El proyecto contempla 3 etapas: la primera, actualmente en ejecución, comprende la construcción de dos edificios dedicados al área de botánica, financiados por el Fondo para la Vida y la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente; la segunda incluirá nuevas edificaciones para albergar las colecciones zoológicas, arqueológicas y paleontológicas, cuya financiación está en trámite; y la tercera corresponde a la recuperación del actual edificio 425, que será devuelto al Museo de Historia Natural, con estudios técnicos ya en curso.

“Pasaremos de 7.000 a cerca de 15.000 metros cuadrados en total. Estos nuevos espacios, con cimentaciones de hasta 50 m de profundidad, garantizarán la estabilidad estructural y la seguridad de las colecciones frente al peso, la humedad y los movimientos sísmicos”, anota el académico.

Los edificios serán bioclimáticos, diseñados para aprovechar la ventilación y la iluminación natural, reducir el consumo energético y mantener condiciones ambientales estables, fundamentales para conservar especímenes biológicos y materiales sensibles.

El proyecto busca además certificaciones ambientales y diseños alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de modo que el nuevo complejo del Instituto se convierta en referente nacional de sostenibilidad y resiliencia en infraestructura científica.

Una construcción colectiva

El avance del proyecto ha sido fruto del trabajo conjunto de profesores, arquitectos y directivas universitarias. Desde 2018, el profesor Andrade lidera la gestión de recursos con apoyo de las decanaturas de Ciencias y la Vicerrectoría de la Sede Bogotá. También reconoce el respaldo de los  rectorados de Dolly Montoya y Leopoldo Múnera, así como el compromiso de la Oficina de Ordenamiento y del Ministerio de Ambiente, que aportó los primeros fondos.

“Solo no lo hubiera logrado. Ha sido un proceso largo, con discusiones académicas y de diseño que reflejan el compromiso de toda la comunidad del ICN”, subraya.

Con la primera obra ya en marcha y la gestión de las siguientes fases en curso, el Instituto se prepara para entrar en una nueva era. “El reto es tener edificios dignos de la biodiversidad colombiana, que sirvan de modelo para el país y garanticen la conservación del conocimiento natural durante los próximos 25 años”, concluye el profesor Andrade, quien ofreció sus aportes al tema durante el programa Natural… mente, emitido por Radio UNAL y conducido por el profesor Jaime Aguirre, de la Facultad de Ciencias.