martes, 4 de febrero de 2025

Basuras y construcciones sofocan el manglar del caño Juan Angola, en Cartagena

 El análisis de fotografías aéreas e imágenes satelitales evidenció que los ecosistemas que rodean este manglar urbano –que va desde el puente Heredia hasta la bahía de Cartagena, en el puente Román– han ido desapareciendo. La construcción de nuevos barrios disminuyó el espejo de agua, que pasó del 13 % en 1985 al 9 % en 2019; además, mientras en 1993 el área ocupada era del 28 % en 2019 fue del 6 %, por lo que elementos naturales como lagunas, bosques y playas murieron definitivamente.

La Ley 62 de 1937, por la cual se decreta la construcción de varias obras de utilidad pública en Cartagena, permite “rellenar” los manglares con tierra, lo que ha facilitado urbanizar las orillas de los caños haciendo las modificaciones necesarias para el crecimiento de esta gran urbe.

“La vigencia de esta normativa demuestra que en Cartagena aún se desconoce el valor de los ecosistemas de manglar, a pesar de que desde 1998 Colombia es signataria de la “Convención relativa a los humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas” (o Convención Ramsar). Y aunque estos se nombran como ecosistemas estratégicos, se conciben como áreas de expansión urbana, incluso en contravía de normas de protección y conservación globales que buscan preservarlos por ser esenciales frente a la crisis climática”, afirma el investigador Luis Fernando Sánchez Rubio, doctor en Ciencias del Mar de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

Un ejemplo de la degradación de estos ecosistemas es el caño Juan Angola, que llega hasta el Aeropuerto Internacional Rafael Núñez con otros 6 cuerpos de agua internos de la ciudad y un cauce de más de 12 km que cruza 11 barrios, desde la ciénaga de las Quintas y la laguna San Lázaro hasta Chambacú.

A partir del análisis de fotografías aéreas, ortofotos, e imágenes satelitales de 1985, 1993, 2003, 2009 y 2019, pertenecientes al archivo del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el investigador Sánchez evidenció que el caño Juan de Angola y sus ecosistemas han ido desapareciendo con el tiempo.

“Observamos que la aparición de nuevos barrios hizo que el espejo de agua del caño disminuyera su área, al pasar del 13 % en 1985 al 9 % en 2019; además, mientras en 1993 el área ocupada era del 28 % en 2019 fue del 6 %, y aunque se ha recuperado cerca de un 5 %, otros elementos naturales como lagunas, bosques y playas desaparecieron definitivamente”, explica.

Conocer para conservar

El investigador Sánchez señala que, “para completar la ecuación, los manglares de la ciudad están ubicados especialmente en áreas con realidades socioeconómicas complejas, y, en vez de ser fuente de desarrollo para la gente de los alrededores, benefician a otros que los convierten en lotes transables para construir edificios”.

Con este horizonte, él y el profesor Carlos Adrián Saldarriaga Isaza, adscrito al Departamento de Economía de la UNAL Sede Medellín, propusieron un modelo de desarrollo sostenible, es decir que busque el equilibrio entre el crecimiento económico, el bienestar social y el cuidado ambiental para redireccionar la industria del turismo hacia los lugareños.

Para esto plantearon una “valoración sistémica del manglar”, que implica considerar aspectos sociales, económicos y ambientales. “Recurrimos tanto a la indagación teórica como al trabajo de campo, y al final propusimos un proyecto alternativo en el que interactúan tres actores: la academia, la comunidad y la empresa”, explica el profesor Saldarriaga.

Así evidenciaron que el caño sigue siendo hábitat de múltiples especies de peces –entre ellos sábalo (Megalops atlanticus) y lisa (Mugil incilis)–, la mayoría de los cuales se capturan en la pesca artesanal.

Así mismo, en un muestreo realizado en compañía de algunos miembros de la comunidad, también observaron aves en época seca y semihúmeda y encontraron 54 especies –28 terrestres y 26 acuáticas–, entre ellas garcitas, garzas amarillas, pelícanos comunes, mariamulatas y sirirís.

“También medimos la vegetación del ecosistema y confirmamos la presencia de las 4 especies de mangle (blanco, rojo, negro y zaragoza) y su capacidad de recuperación, pues observamos plántulas circundantes en cada transecto. Además caracterizamos a la comunidad residente en los 7 barrios de las márgenes del caño, con base en la encuesta diagnóstica de la Fundación Planeta Azul Caribe (Fupac)”, menciona el profesor Saldarriaga.

También se aplicaron 46 encuestas que arrojaron que el 53 % de los entrevistados cree que una de las mayores dificultades para preservar y aprovechar el caño se relaciona con los intereses de actores políticos que se vinculan con empresas que, en la mayoría de los casos, no tienen en cuenta los preceptos de la sostenibilidad.

Gobernanza colectiva

Los investigadores señalan que “tras 6 años de trabajo hemos logrado valorar el sistema de manglar urbanizado, sistematizando los intereses de los diferentes grupos sociales en 3 líneas de acción y 7 estrategias de trabajo, así:

  1. Educación: manejo de residuos; valoración del ecosistema y la biodiversidad, y apoyo al empresarismo.
  2. Empresarismo: negocios tradicionales, mejores prácticas y sellos de calidad; y nuevos negocios hacia el turismo consciente.
  3. Planeación participativa: talleres profesionales; comunidades y empresas y articulación con la institucionalidad.

Estos puntos son un precedente de monitoreo ambiental en Cartagena, el cual plantea continuar con las mediciones naturales y las metodologías establecidas para luego correlacionar los avances y resultados con las variables sociales.

“Seguir la tabla de indicadores, en la que se pueden consignar datos como los kilogramos de abono recuperado (en la estrategia de manejo de residuos, por ejemplo) o el número de nuevos negocios  con sellos de calidad (en la línea de empresarismo), es útil para determinar los avances y proyectar decisiones”, precisa el profesor.

Los resultados, que por ahora se mantienen en una prueba piloto, son una línea base para promover trabajos similares de gobernanza y cuidado ambiental en otras zonas del país.






lunes, 3 de febrero de 2025

“Placas” de titanio removerían cromo cancerígeno de aguas residuales industriales

 Uno de los principales responsables de la contaminación del agua en el mundo es el cromo hexavalente, metal utilizado en la industria para proteger de la corrosión piezas como parachoques, llantas, grifos y accesorios de baño. Sin embargo, al ser muy tóxico puede penetrar las células hasta causar enfermedades letales como el cáncer. Mediante el uso de láminas elaboradas a partir de dióxido de titanio y partículas de níquel se purificarían las aguas residuales de esta industria hasta en un 98 % antes de ser arrojadas a ríos y quebradas.

Juan Pablo Velásquez Tamayo, magíster en Ciencias-Física, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, explica que, “dichas láminas son ideales para aplicar fotoelectrocatálisis, técnica que combina luz ultravioleta o UV y la electricidad para convertir el cromo hexavalente, que es muy tóxico, en cromo trivalente (una variante)  más seguro y fácil de eliminar del agua”.

“Mientras el dióxido de titanio usa la luz UV para activar reacciones químicas, el níquel mejora la conducción de electricidad, lo que hace que el proceso sea más eficiente”, señala. 

Un aspecto interesante del trabajo es que se está aplicando una solución efectiva para reducir la contaminación por cromo hexavalente, y, además, se están utilizando los principios de economía circular, “al reutilizar las aguas residuales del niquelado como fuente de níquel para sintetizar estos recubrimientos. Esto reduce costos y promueve un modelo más sostenible”, destaca el investigador Velásquez Tamayo.

El experimento consistió en extraer dos muestras de agua contaminada con cromo hexavalente y, en cada una poner una placa metálica recubierta, diseñada para activar sus funciones fotocatalíticas cuando se exponen a luz ultravioleta. Además, estas se conectaron a energía eléctrica para potenciar el proceso.

Sí descontamina

En los experimentos, los recubrimientos de mostraron una eficiencia sobresaliente para reducir. Uno de los recubrimientos, con un diseño específico denominado “ciclo útil de trabajo del 2 %”,  eliminó más del 98 % del cromo hexavalente incluso después de 16 ciclos de uso. Este resultado destaca la durabilidad y efectividad del material.

El proceso también fue evaluado bajo diferentes condiciones, como la concentración inicial de cromo hexavalente y la tensión eléctrica aplicada. El investigador determinó las condiciones óptimas para maximizar la reducción del contaminante, ajustándose a un modelo matemático que predice su comportamiento.

Esta tecnología podría transformar el tratamiento de aguas residuales en industrias como el cromado y el curtido de cuero, dos de las principales fuentes de contaminación por cromo hexavalente. Al reutilizar aguas residuales del niquelado, se reduciría la generación de desechos y se promueve una gestión más sostenible de los recursos.

Desde una perspectiva ambiental, la reducción de cromo hexavalente contribuirá a proteger los ecosistemas acuáticos y la biodiversidad. En el ámbito social, esta tecnología podría prevenir enfermedades graves relacionadas con la exposición al cromo, mejorando la calidad de vida de las comunidades cercanas a industrias contaminantes.

Aunque esta investigación aún se encuentra en fase experimental, sus resultados son alentadores. El siguiente paso será escalar la tecnología para implementarla a nivel industrial. Esto requerirá colaboración entre la academia, el sector industrial y las autoridades ambientales.





miércoles, 22 de enero de 2025

¿Sabe por qué duran poco los crisantemos que regala en San Valentín?

 Al parecer, esto ocurre porque durante su cultivo se aplica un producto comercial que, aunque les ayuda a crecer y a tener el tamaño idóneo para la vida de florero, no es suficiente para disminuir el amarillamiento de las hojas, producido por falta de oxígeno y nutrientes, un proceso que suele suceder en un promedio de cinco días; así lo determinó una investigación que probó un “ingrediente” especial que aumenta hasta ocho días la vida útil del crisantemo.

Según datos del Centro de Innovación de la Floricultura Colombiana (Ceniflores) el sector floricultor del país cuenta con aproximadamente 8.900 hectáreas cultivadas, de las cuales cerca de 1.111 están en crisantemo. Además, el país produce más de 1.500 variedades de flores, de las cuales el 95 % tienen calidad tipo exportación siendo la rosa, la hortensia, el crisantemo, el clavel y la alstroemeria las especies más exportadas.

Al ser una especie nativa de China, la exposición a intensidad de luz directa en zona tropical puede reducir la calidad de las plantas, por tal motivo se siembran bajo cubierta plástica, en donde los factores ambientales son comúnmente vigilados para el control de la floración y morfología en un periodo deseado; para ello suelen utilizarse reguladores de crecimiento -tradicionalmente hormonas- que sirven para modificar procesos como la prolongación de la vida florero y retraso del envejecimiento o senescencia de las plantas, principalmente.

Sin embargo, Sindy Lorena Dussán Currea, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que existen cierto desconocimiento sobre los efectos de la aplicación de dichas sustancias y su impacto en el amarillamiento y la vida en florero del crisantemo.

Por eso, en las variedades o cultivares “Shrek” y “Bomber Green” ella probó un grupo de hormonas sintéticas llamadas citoquinas, adquiridas fácilmente de manera comercial, que han demostrado tener un efecto positivo en rosas, orquídeas o claveles, pues retrasan el envejecimiento y mantienen el color y la frescura del follaje en las plantas.

Concentraciones y altos costos

Primero se compararon los distintos lotes de la planta en los municipios de Madrid y el Rosal, lugares donde el crisantemo se cultiva tradicionalmente; a un grupo le aplicó el producto con citoquinas 6-BAP, y a otro, un concentrado de algas marinas cuyo efecto se ha venido estudiando.

Los resultados mostraron que al administrar concentraciones de 33.33, 66.6 y 100 microgramos por kilogramos de masa del producto 6-AP, en las plantas más susceptibles al amarillamiento del follaje se logró una duración de hasta 8 días en florero sin daño en sus hojas. Esto quiere decir que se mejora la vida útil de la planta e incluso se aumenta gracias a los compuestos que le ofrece el producto.


Pero esto no es todo, también realizó un experimento en el que indagó si las concentraciones de un reconocido compuesto químico, aplicado en el cultivo de flores para inhibir la formación de la fitohormona giberelina -que regula el crecimiento y la longitud del tallo-, son las necesarias. Este producto hace que la planta tenga los 80 centímetros deseados tanto para el productor como el consumidor final.

Para ello, en dos grupos de crisantemos usó 6 concentraciones distintas del inhibidor de giberelina, desde 1.750 miligramos por kilogramo hasta 8.750; los resultados mostraron que no hubo diferencia en la longitud que alcanzaron los crisantemos, por lo que aplicar tanto una como otra concentración no hace la diferencia para las plantas, pero si para el bolsillo de los productores, que están gastando de más.

La magíster explica que los resultados de su trabajo es un gran avance para entender mejor el por qué ocurre el amarillamiento en las plantas, un problema en el follaje marcado como efecto de la remoción de nutrientes desde las hojas hacia la parte inferior del crisantemo durante su crecimiento y desarrollo.

“El inhibidor de giberelina siempre se debe usar en los cultivos, pues el objetivo para los productores es tener el tamaño ideal para fechas como San Valentín y el Día del Amor y la Amistad, pero el uso de estos productos es costoso y dosis muy altas se hacen innecesarias; adicionalmente, se le atribuyen bondades como las de mantener o aumentar el color verde oscuro en las hojas, pero esto no necesariamente ocurre. El trabajo da una hoja de ruta para que los cultivadores optimicen sus recursos”, anota.

Escala describe el amarillamiento

En la investigación, que tuvo como directores a los profesores de la UNAL, Diego Miranda Lasprilla y Helber Enrique Balaguera, también se elaboró una escala para describir el amarillamiento del follaje, en ella se explica cómo se extiende el daño desde los bordes hasta el centro de las hojas.

“Esta es una primera aproximación, pero es importante resaltar que cada cultivo de crisantemo tiene especificidades, y requiere de un estudio individual para determinar las concentraciones del inhibidor de giberelina que hay que usar”, indica la experta.

Añade que, la curva de crecimiento que se estableció entre los cultivos estudiados da cuenta de que el uso de las citoquinas debería ser acumulativo, en cada fase del cultivo. Por otro lado, aún no se tiene certeza de la razón específica por la que las citoquinas comerciales hacen que algunas plantas mantuvieran su follaje verde intenso hasta dos días más en florero, por lo que se requiere de mayor investigación.






 



lunes, 20 de enero de 2025

Pescadores del Pacífico crean junto a la UNAL un velero para la pesca artesanal

 En un astillero de Buenaventura, principal puerto del Pacífico colombiano, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) completa el 70 % de la construcción del prototipo de una embarcación propulsada por energías renovables -como el aire-, e hibridas, con la que se espera una disminución en el consumo de combustible superior al 25 %. A más tardar en marzo de 2025 estará lista para pruebas en el mar.

A pesar de ser el motor económico y una tradición esencial para estas comunidades, la pesca artesanal se realiza en condiciones precarias ya que los pescadores afrontan jornadas de alto riesgo, expuestos a fuertes vientos, olas impredecibles y amenazas de delincuencia; asimismo, trabajan constantemente mojados y el agua que salpica dificulta la preparación de alimentos, además, duermen en improvisadas camas de plástico o tablas y carecen de espacios como baños.

El prototipo incorpora materiales como la fibra de vidrio, madera y adaptaciones internas que mejorarán la operatividad y la seguridad para las faenas que suelen durar más de tres días en las álgidas aguas del Pacífico colombiano.

Aunque la vela es el principal paradigma tecnológico con el que funcionará la embarcación, especialmente en altamar donde los vientos se hacen más intensos, el prototipo contará con un motor ubicado en la parte interior (intraborda) para prevenir los robos con los que lidian los pescadores durante las faenas.

De igual manera, el diseño incluye un baño, resultado de las discusiones sobre la privacidad y necesidades, especialmente de las pescadoras, quienes no cuentan con este espacio en las barcas tradicionales; este ajuste garantizará la comodidad y promoverá la equidad en el oficio.

La embarcación es uno de los principales resultados del diálogo de saberes entre la academia y las comunidades, que converge en el proyecto “Econavipesca del Pacífico: ecosistema para la navegación pesquera sustentable en el municipio de Guapi, Cauca”. Este apuesta por desarrollar un sistema de pesca sustentable para la cadena pesquera en el municipio de Guapi, que reduzca la dependencia de combustibles fósiles que en la actualidad demanda gastos importantes en la realización de faenas de pesca y que generan impactos ambientales en la realización de dicha actividad.

“El proyecto invitaba a reducir el consumo de combustibles fósiles y promover las energías alternativas: primero, el viento es gratis, y segundo, contamos con la experiencia exitosa de pescadores artesanales de Cabo Blanco en el norte de Perú que utilizan vela y funcionan sin motor”, explica el profesor David Artemio Ríos Méndez, de la UNAL Sede Palmira, quien lidera los procesos de habitabilidad, ergonomía y usabilidad en la definición de la embarcación.


La iniciativa combina tradición e innovación y recupera el uso de la vela como una tecnología tradicional. Esta es liderada por la UNAL Sedes Medellín y Palmira junto la Universidad del Cauca, en alianza con la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional (ASDI) y las universidades Lund y KTH de Suecia, y con la participación de la asociaciones de pescadores: Asociación de Servicios Pesqueros de Pescadores Artesanales de Guapi (Aservipesca), Asociación Renacer Progresista Guapireño y Asociación Nueva Bellavista de la comunidad indígena Eperara Siapidara.

El desarrollo, que inicialmente se planeó en Guapi, se trasladó a Buenaventura por condiciones técnicas; allí, en un astillero local, avanza su construcción con apoyo de la comunidad y expertos en ingeniería naval. Se espera que la embarcación esté lista para pruebas en el mar entre febrero y marzo de 2025.

Proyección pedagógica y sostenible

El enfoque cultural y social del proyecto Econavipesca ha incluido actividades como regatas y capacitaciones con las comunidades pesqueras del Pacífico, para fomentar la apropiación de esta tecnología entre las comunidades locales, es decir, que la gente la asuma y la apropie. “Queremos que la embarcación inspire a las nuevas generaciones a permanecer en sus territorios”, señala el profesor Ríos.

Como parte del proceso han desarrollado materiales educativos, incluido un corto documental producido por la UNAL Sede Medellín para visibilizar la historia de la vela contada desde sus protagonistas a partir de los recuerdos y experiencias de sus ancestros, en el que se destaca su potencial para transformar la pesca artesanal y rescatar el patrimonio cultural de los pescadores, ya que entre 1970 y 1980 esta fue desplazada por motores fuera de borda que funcionan con gasolina, encarecen la labor y contaminan el ambiente.

El proyecto, además de integrar la experiencia de pescadores artesanales de Perú y clubes de vela locales para integrar aprendizajes y garantizar su sostenibilidad, se amplió con actividades que involucraron a niños y adultos a través de talleres y encuentros que se convirtieron en espacios para reflexionar sobre la importancia de las prácticas tradicionales y los retos de la modernización tecnológica.

Una vez finalizada la construcción, el prototipo será trasladado a Guapi para realizar recorridos pedagógicos y capacitar a pescadores locales en su uso y mantenimiento. Actualmente, ultiman detalles en la fabricación del mástil y la confección de la vela, que se realiza con lienzos modernos en colaboración con artesanos locales.