jueves, 4 de septiembre de 2025

Con inteligencia artificial y drones detectan altos niveles de contaminación en la laguna de La Herrera

 Un sistema que combina drones y algoritmos de inteligencia artificial (IA) detectó altos niveles de contaminación en la laguna La Herrera (Mosquera) por la actividad minera (arcilla para construcción), y buena salud en la de Ubaque. La innovación abre la puerta a monitoreos más ágiles y precisos que complementan los análisis de laboratorio.

El modelo reconoce en segundos y con una precisión de entre el 75 y 90 % el estado del agua, gracias a cientos de imágenes tomadas por el dron —a alturas de 90 a 200 m— que permiten mapear por completo las dos lagunas. Con ayuda de algoritmos de IA se determinan parámetros como turbidez, nitratos y fosfatos, factores decisivos para establecer si un cuerpo de agua está contaminado o no.

Esa lectura desde el aire fue posible gracias a la investigación de Diego Joaquín Rugeles Martínez, magíster en Geomática de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien diseñó una metodología para evaluar la calidad del agua en cuerpos lénticos, como se les llama a las lagunas porque no presentan corrientes rápidas como los ríos.

Su trabajo responde a un problema frecuente en Colombia y en el mundo: cómo monitorear de manera rápida y económica los lagos y lagunas que abastecen a comunidades enteras, sostienen la biodiversidad y cumplen funciones esenciales en el equilibrio ecológico.

Hasta ahora la medición de la calidad del agua dependía de las muestras tomadas en puntos específicos y analizadas en laboratorio. Aunque el método es preciso resulta lento, costoso y limitado, pues no siempre refleja lo que ocurre en toda la laguna. La propuesta del investigador Rugeles supera esa barrera con drones equipados con cámaras que captan longitudes de onda invisibles al ojo humano y permiten estimar la concentración de contaminantes.

“Una sola prueba para medir la acidez del agua puede costar hasta 80.000 pesos; si se multiplica por los puntos de muestreo y se añaden otros parámetros el valor se dispara. Además los resultados pueden tardar entre 24 horas y 15 días según el lugar, lo que dificulta conocer la calidad real del agua en el momento de la medición”, explica el experto de la UNAL.

Tres parámetros que revelan la salud del agua

El estudio se enfocó en tres parámetros cruciales para determinar si el agua está contaminada o no: la turbidez (qué tan clara o turbia está el agua), los nitratos (asociados con el uso de fertilizantes y desechos orgánicos) y los fosfatos (nutrientes que, en exceso, disparan la proliferación de algas).

Además, en las lagunas seleccionadas se recolectaron 30 muestras de agua que se analizaron en laboratorio, lo que permitió entrenar y validar los modelos de predicción, es decir, mostrarle los  datos a un algoritmo de IA que aprende a identificar lo que es buena o mala calidad del agua según estos parámetros.

Para el procesamiento el investigador aplicó tres algoritmos de aprendizaje automático diseñados en el lenguaje de programación Python, todos implementados para encontrar relaciones ocultas entre las imágenes y los valores químicos. El algoritmo GBR (Gradient Boosting Regressor) fue el que mostró mejores resultados, con predicciones más estables y precisas.

Las imágenes mostraron que la laguna La Herrera registra niveles muy altos de turbidez y nutrientes, una evidencia de su deterioro por la escorrentía de las minas a cielo abierto dedicadas a materiales de construcción. Estos hallazgos coinciden con reportes previos de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca y la Alcaldía de Mosquera. En contraste, la laguna de Ubaque, sometida a procesos de restauración y bajo protección ambiental, conserva valores bajos y un estado cercano al natural.

La turbidez permite determinar qué tantas partículas distintas a las de agua hay en la laguna, para el caso de la Herrera había cerca de 700 NTU (unidades nefelométricas de turbidez), mientras que en Ubaque el valor era de solo 3 NTU. Por otro lado los nitratos, que en valores altos significan un ambiente ideal para bacterias como Eschericia coli y para otros parásitos y ambientes patógenos, en el caso de La Herrera llegaba a 70 miligramos por litro de agua (mg/L), mientras que en Ubaque solo a 6 mg/L.

El dron no “ve” el agua como nosotros, sino que registra la luz que esta refleja en distintos colores, incluso en rangos invisibles al ojo humano. Cuando hay turbidez o exceso de nutrientes como nitratos y fosfatos, la forma en que el agua refleja la luz cambia: se vuelve más brillante en ciertas longitudes de onda y más opaca en otras. Esas variaciones, imperceptibles para nosotros, quedan registradas en imágenes multiespectrales que, con ayuda de algoritmos de IA, se traducen en valores concretos de turbidez y concentración de nutrientes.

Un diagnóstico ambiental rápido y confiable

El hallazgo más importante no se limita a esas dos lagunas. La investigación demostró que la calidad del agua se puede “leer” desde el aire, con una tecnología que ahorra tiempo y dinero frente a los métodos convencionales, y que además permite generar mapas completos de contaminación, no solo datos aislados de algunos puntos.

En total se tomaron más de 800 imágenes con el dron en casi 10 vuelos que cubrieron toda la extensión de las lagunas. Esto es innovador, pues hasta el momento en el país no se había implementado un modelo de este estilo para medir la calidad del agua.

El investigador Rugeles explica que “la utilidad práctica es enorme, de hecho ya se está aplicando en tiempo real en el humedal Córdoba, al noroccidente de Bogotá, en la localidad de Suba, en un proyecto denominado “Sistema de monitoreo de calidad del agua para humedales de Bogotá a partir de inteligencia artificial”.

Con este avance, la UNAL les entrega a las entidades encargadas de proteger estas lagunas la posibilidad de monitorear las aguas de manera novedosa y precisa, pues el algoritmo tiene un 90 % de precisión, lo cual lo hace fiable y complementario a las pruebas de laboratorio.

La investigación muestra que el método es crucial para enfrentar la eutrofización, un fenómeno que afecta a la mayoría de las lagunas y ríos en Colombia y que ocurre cuando el exceso de nutrientes genera proliferación de algas, pérdida de oxígeno y muerte de peces y otros organismos, produciendo un desequilibrio en el ecosistema.

“La contaminación de la laguna de La Herrera restringe el uso que los habitantes del municipio les podrían darl a sus aguas, las cuales se podrían utilizar para actividades agrícolas o como agua potable. Por ello urgen medidas que recuperen este importante afluente, que se ve contaminado por los sedimentos que llegan desde el río Bojacá”, afirma el magíster.

Los drones, asociados hasta hace poco especialmente con la fotografía aérea o la agricultura de precisión, ahora se consolidan como aliados de la salud pública y de la conservación, capaces de convertir un simple vuelo en un diagnóstico de los ecosistemas acuáticos.






miércoles, 3 de septiembre de 2025

EL CANTO DE LAS AVES DESPIERTA LA CONCIENCIA DE NIÑOS Y JÓVENES EXPLORADORES EN BUGA

 LA CVC LOS INSPIRA A CUIDAR LA BIODIVERSIDAD

Una actividad de observación fomentó el respeto y el amor por el territorio. Guiados por la CVC, vivieron una experiencia educativa y ambiental transformadora, donde avistaron más de 10 especies de aves.

Con binoculares al cuello y libretas en mano, un grupo de pequeños exploradores se internó en el corazón verde de la vereda Alaska, en Buga. Son los integrantes del club de observadores de aves Las Aves de mi Vereda, pertenecientes a la sede educativa Agropecuaria Alaska, quienes vivieron una experiencia mágica con un recorrido de avistamiento en el sendero hacia la cascada La Milagrosa, uno de los tesoros naturales más emblemáticos de la zona.

Con cada paso, estos pequeños guardianes de las aves se sumergieron en el mágico mundo del avistamiento, donde aprendieron a identificar especies, registrar comportamientos y, sobre todo, a observar con respeto y admiración. 

 “Vi un ave con pico largo y plumas amarillas, nunca la había visto tan cerca. Fue como encontrar un tesoro entre los árboles”, contó, emocionado, Samuel, de 11 años. A su lado, Valeria, de 10, apuntaba en su cuaderno: “Cada canto me hacía sentir como si el bosque nos hablara…aprendí que las aves también tienen su lenguaje”.

Durante la jornada, Jenny Marcela Sepúlveda, funcionaria de la CVC, acompañó al grupo y destacó el valor de estas actividades como herramientas clave de educación ambiental. “Avistamos alrededor de 12 especies de aves. Lo que estamos haciendo aquí va más allá del avistamiento, estamos sembrando amor por el territorio, respeto por la biodiversidad y una conciencia ambiental que los niños y niñas llevarán consigo toda la vida”, afirmó con orgullo.

La jornada fue mucho más que un paseo, fue una lección viva de educación ambiental que guio a estos pequeños guardianes por un sendero de aprendizaje, conexión y respeto por la naturaleza. Esta iniciativa, impulsada desde el corazón mismo del territorio, cultiva amor por el entorno, fortalece el sentido de pertenencia y despierta una conciencia ambiental que, sin duda, volará alto. 

 Es importante recordar que la CVC entregó binoculares y guías al grupo ecológico, como un impulso y parte del fortalecimiento al Proyecto Ambiental Escolar (PRAE). Esta dotación busca potenciar el trabajo de estudiantes de primaria y bachillerato en el reconocimiento y protección de la biodiversidad local.

Este tipo de experiencias indican que la educación ambiental no necesita un aula tradicional para ser transformadora. En cada caminata, en cada ave descubierta y en cada sonrisa curiosa, nace una nueva generación más consciente, más conectada con su territorio y comprometida con la protección de la vida que habita en él.












martes, 2 de septiembre de 2025

Decisión sobre la marca Panelada fortalece protección constitucional a los campesinos

 La suspensión provisional de la marca Panelada a la multinacional Quala SA no solo detuvo el uso de un nombre ligado a la tradición campesina, sino que además abrió un debate jurídico inédito en Colombia. Así lo explican expertos de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quienes destacan que por primera vez un fallo aplica la reforma constitucional de 2023 y reconoce la dimensión económica de los campesinos como sujetos de protección especial.

El caso adquirió relevancia nacional luego de que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, a petición del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (Minagricultura), ordenara la suspensión provisional de la marca Panelada, registrada en 2020 por la multinacional Quala SA.

La medida sienta un precedente en la defensa de prácticas culturales y saberes tradicionales y “protege no solo un producto emblemático como la panela —de la que dependen más de 380.000 familias campesinas en todo el país—, sino también el derecho de las comunidades a que sus denominaciones históricas no sean apropiadas por la industria”, según el grupo de investigación Política y Legislación sobre Biodiversidad, Recursos Genéticos, Conocimiento Tradicional y Propiedad Intelectual (Plebio) de la UNAL.

Mientras que la panela es un alimento obtenido exclusivamente del jugo de caña de azúcar, sin aditivos ni mezclas que alteren su composición natural, Panelada es un producto industrial elaborado por Quala SA a base de azúcar refinada, miel de caña, maltodextrina (derivado de almidones que se usa como espesante, estabilizante, y para mejorar la textura y el volumen de los alimentos) y edulcorantes como el aspartame. Aunque incluye una pequeña proporción de panela, su composición dista mucho de la panela natural, integral y nutritiva característica de la tradición campesina.

“Su denominación puede inducir al consumidor a pensar que adquiere panela tradicional, cuando en realidad se trata de una fórmula industrial con aditivos químicos; además ese desplazamiento en su ingesta se puede dar debido a la publicidad masiva y a los bajos precios de producto anunciado”, afirma el profesor Óscar Andrés Lizarazo Cortés, coordinador de Plebio.

El académico destaca la articulación inédita de la normativa con la Constitución reformada en 2023 y con la Ley 40 de 1990, que protege a los pequeños productores de panela.

Una medida cautelar con alcance histórico

Para el abogado Cristian Eduardo Avellaneda, estudiante de la Maestría en Derecho Procesal de la UNAL, integrante del equipo jurídico de Minagricultura y de Plebio, “es la primera decisión judicial en la historia del país en la que se reconoce la dimensión económica del campesinado como sujeto de especial protección constitucional”.

“Desde lo procesal, se destaca que es la primera vez en Colombia que un juez suspende provisionalmente una marca; usualmente las nulidades causan efectos solo después de la sentencia final, mientras que aquí el Tribunal estimó que no tomar una decisión preliminar ponía en riesgo a los campesinos y consumidores”.

Explica además que el argumento del alto tribunal se basa en el literal “g” del artículo 136 de la Decisión Andina 486, la cual establece una prohibición respecto de las marcas que evita que los terceros o privados se apropien de expresiones usadas por comunidades indígenas o afroamericanas, y en este caso locales, en su dimensión campesina.

La petición de nulidad de la marca Panelada interpuesta por el Ministerio se dio por solicitud del movimiento Dignidad Panelera tras el paro nacional de 2023. En el marco de esa movilización, el Gobierno decidió respaldar la defensa de la panela como patrimonio de las comunidades campesinas.

La suspensión se mantendrá mientras avanza el proceso de nulidad, aunque la empresa puede interponer recursos. La medida no implica que Quala SA deje de producir Panelada, pero sí se deberá ajustar a un uso marcario que no genere confusión ni apropiación indebida.

“Lo que cambia es que la empresa deberá usar una denominación distinta a Panelada. De hecho, después del fallo ya solicitó nuevas marcas con variantes con elementos ficticios. Lo importante es que no se usen términos de tradición campesina sin autorización ni consentimiento”, reitera el profesor Lizarazo.

En 2020, cuando la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) otorgó la marca, la Constitución aún se no había reformado. En ese momento prevaleció una interpretación aislada de la norma marcaria. “Hoy, con la reforma constitucional de 2023, el panorama cambia y el Tribunal tiene mejores herramientas jurídicas para proteger al campesinado”, agrega el profesor Lizarazo.

Cada año el sistema de propiedad industrial procesa más de 40.000 solicitudes de marca, lo que incidiría en que, por atenderlas oportunamente, se sacrifiquen los análisis de fondo.

El grupo Plebio resalta que el fallo también abre una reflexión más amplia sobre el rol del derecho de marcas. “Este caso muestra que la propiedad intelectual no se puede aplicar de manera aislada: debe dialogar con la libre competencia, con los derechos de los consumidores, y ahora con la protección de comunidades campesinas”, asegura el abogado Avellaneda.

Por su parte, el profesor Lizarazo concluye que “esta decisión envía una señal pedagógica para el sistema de propiedad intelectual, ya que no basta con registrar signos distintivos, sino que además es necesario entender sus implicaciones sociales y culturales”.

Para los investigadores, la medida no excluye al sector industrial, sino que garantiza claridad y transparencia en el mercado, de modo que el consumidor pueda distinguir entre la panela natural artesanal y los productos industrializados.






lunes, 1 de septiembre de 2025

UNA JORNADA POR LA VIDA EN EL PACÍFICO VALLECAUCANO

 LA CVC REALIZA LIBERACIÓN DE FAUNA SILVESTRE Y ACOMPAÑA LA TEMPORADA DE BALLENAS EN BUENAVENTURA

En medio de una maratónica jornada en el Pacífico Vallecaucano se realizó la liberación de 33 animales, entre ellos dos babillas, once tortugas de diferentes especies y veinte boas constrictor, que tras un proceso de recuperación lograron volver a su hábitat natural.

 “Hoy es un día que nos llena de alegría, porque estos 33 animales regresan al lugar al que pertenecen. Estamos hablando de babillas, tortugas y boas que, gracias al trabajo de nuestros veterinarios, biólogos y zootecnistas, pudieron recuperarse y ahora vuelven a su entorno natural. Solo en lo corrido de este año hemos recibido en el Centro de Atención y Valoración de San Emigdio más de 1.600 ejemplares, y 632 de ellos ya han sido liberados. Eso significa 632 historias de vida que continúan, y que nos motivan a seguir trabajando con pasión por nuestra biodiversidad”, señaló Marco Antonio Suárez Gutiérrez, director general de la CVC.

El director recordó que muchos de estos animales llegan al Centro producto de rescates en zonas urbanas y rurales, de entregas voluntarias o de decomisos. “En ocasiones, como ocurrió con varias de las babillas, las comunidades encuentran a los animales y nos avisan para que la CVC intervenga. Otras veces son entregados voluntariamente, como sucede con algunas boas halladas en fincas o cañaduzales. En cada caso hacemos un proceso de valoración rigurosa para garantizar que estén en condiciones de volver a la naturaleza. Ese es nuestro compromiso”, agregó Suárez Gutiérrez.

 Además, recalcó la importancia de evitar tener animales silvestres en cautiverio: “Siempre repetimos un mensaje que para nosotros es fundamental: la fauna silvestre no son mascotas. Entiendo que muchas personas pueden encariñarse con un animal que llegó a su casa, pero eso no es lo correcto. Estos animales pierden sus instintos naturales y con ello se afecta su capacidad de sobrevivir en libertad. Nuestro trabajo consiste en rehabilitarlos, devolverles esas habilidades y garantizar que vuelvan a su hogar natural. Ese es un acto de responsabilidad y de amor por la vida”, enfatizó.

Control y vigilancia en temporada de ballenas jorobadas

Posteriormente, en sectores como Juachacho y Bahía Málaga, se realizaron las labores de control y vigilancia en el marco de la temporada de ballenas jorobadas, un fenómeno natural que cada año atrae a visitantes y comunidades locales. Estas imponentes especies recorren más de 8.500 kilómetros desde el sur de Chile y la Antártida para llegar a las cálidas aguas del Pacífico colombiano, donde cumplen su ciclo reproductivo entre los meses de julio y octubre.

“Estamos en el sector de Negritos, observando cómo hacen el avistamiento de nuestras ballenas jorobadas, un espectáculo único que nos recuerda la riqueza del Pacífico. Son animales que hoy suman apenas 20.000 ejemplares en el mundo, lo que nos obliga a cuidarlos con mayor responsabilidad. Su presencia aquí no solo es un regalo de la naturaleza, también es un motor para el turismo sostenible, que beneficia directamente a nuestras comunidades”, afirmó Suárez Gutiérrez.

El Director destacó el trabajo pedagógico que realizan los funcionarios de la Corporación con las comunidades y los operadores turísticos: “Durante los recorridos entregamos recomendaciones claras: mantener una distancia mínima de 200 metros, acercarse de forma paralela al trayecto de las ballenas, poner en neutro el motor de la embarcación cuando estén cerca y, por supuesto, nunca arrojar plásticos ni residuos al mar. Lo más valioso es que los mismos lancheros locales han ido asumiendo estas prácticas, y hoy se han convertido en aliados. Ellos entienden que proteger a las ballenas significa también proteger su futuro y el de sus familias”.

Con estas dos acciones, la CVC reafirma su papel como autoridad ambiental comprometida con la vida en todas sus formas, promoviendo un equilibrio entre la conservación de la fauna silvestre, la protección de los ecosistemas marinos y el fortalecimiento del turismo responsable en el Pacífico Vallecaucano.

 “Cada vez que liberamos un animal o que observamos una ballena nadando en libertad, entendemos que nuestro trabajo tiene un sentido profundo: garantizar que las próximas generaciones también puedan disfrutar de esta riqueza natural. Ese es el legado que queremos dejar: un Pacífico vivo, diverso y protegido”, concluyó el Director General de la CVC.












viernes, 29 de agosto de 2025

Compensación por tala de árboles en Bogotá no garantiza equilibrio ecológico

 Entre 2016 y 2020 se registraron más de 105.000 intervenciones en el arbolado urbano de Bogotá. Aunque cada árbol talado debería compensarse con 8 nuevos, en la práctica las siembras no restituyen los beneficios ambientales perdidos. La verificación en campo mostró que muchos ejemplares reportados nunca existieron en los sitios señalados, y además que las reposiciones suelen hacerse lejos de los barrios más afectados, dejando a las comunidades sin sombra, regulación térmica y aire limpio.

El Manual de silvicultura urbana para Bogotá,presentado por la Secretaría de Ambiente de Bogotá, establece que toda intervención en el arbolado debe garantizar la continuidad de las relaciones ecosistémicas, pero la ciudad mantiene un déficit eviden
te frente a este principio.

La verificación en campo desarrollada por Laurenst Rojas Velandia, magíster en Gobierno Urbano de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estableció que los árboles retirados en localidades densamente pobladas como Kennedy, Suba y Engativá fueron compensados con nuevas siembras en zonas periféricas como Usme y Sumapaz.

“Tales redistribuciones no garantizan la recuperación de beneficios ambientales en los barrios más afectados, donde la sombra, la regulación térmica y la calidad del aire son necesidades inmediatas”.

“El problema no es que se siembren árboles, sino que se siembran lejos de donde se talaron; así, la comunidad que perdió el beneficio ambiental nunca lo recupera. Un árbol en Usme no compensa la sombra que se perdió en Kennedy ni regula la temperatura en Suba o Engativá”, señala el investigador.

El sistema de compensación en la ciudad funciona a través de permisos de intervención autorizados por la Secretaría Distrital de Ambiente a entidades públicas, constructoras o particulares que requieren talar o trasladar árboles para obras y proyectos. Estas intervenciones se deben compensar con la siembra de nuevos ejemplares. Siendo así, la administración distrital advierte que por cada árbol talado se deben sembrar 8 nuevos.

Según la Organización Mundial de la Salud en el mundo debería existir al menos un árbol por cada tres habitantes, pero las cifras distritales muestran que en Bogotá la relación es de 0,17 árboles por cada habitante. La ciudad afronta un déficit de al menos 1.243.761 árboles para cumplir con la norma ambiental, y aunque la ciudad cuenta con 1.434.455 árboles, su población de más de 8 millones requiere cerca de 2,6 millones para alcanzar el equilibrio ecológico mínimo.

Inconsistencias que ponen en duda la transparencia ambiental

Para llegar a estos hallazgos, el magíster Rojas comparó los listados oficiales entregados por la Secretaría Distrital de Ambiente con recorridos de verificación en distintas localidades. Así confirmó que alrededor del 78 % de los árboles reportados sí estaban en el terreno, un 8 % no se  pudo localizar por falta de datos claros, y el 13 % restante simplemente no existía en los sitios señalados, lo que evidencia inconsistencias en la compensación.

“Más que contar cuántos árboles se plantaron, los recorridos muestran que la información oficial tiene vacíos y no permite dimensionar claramente la efectividad de la compensación. Sin datos confiables, la ciudadanía no logra medir la magnitud de la pérdida ni exigir correctivos a las autoridades”, subraya el magíster.

El problema radica no solo en las cifras sino en la forma como se ejecuta la compensación, lo cual lleva a que el modelo, lejos de equilibrar el ecosistema urbano, se limite a cumplir un requisito administrativo de reposición numérica que no conserva las relaciones ecológicas propias de cada territorio.

También constató las dificultades para acceder a la información oficial sobre tala y compensación. Los registros entregados por las entidades responsables resultaron incompletos, y en varios casos presentaron inconsistencias que impidieron un seguimiento claro de los árboles reportados. La falta de datos precisos no solo obstaculizó el trabajo de verificación, sino que también expone un problema de transparencia en la gestión ambiental del Distrito.

“La política de transparencia debe garantizar que la información sea asequible y entendible para cualquier ciudadano. Sin datos claros, la participación ciudadana se reduce y la rendición de cuentas pierde eficacia”, afirma.

Dos visiones enfrentadas sobre el valor del árbol

La conceptualización del árbol en la política pública resultó ser otro elemento central del estudio. Según el magíster, existen dos visiones predominantes de este recurso ambiental: una “ecocapitalista”, que concibe el árbol como un bien que se valora por los beneficios económicos que produce, y una visión “ecológica”, que lo entiende como parte de un entramado vital con suelos, agua, fauna y clima.

Según la jurisprudencia y los tratados internacionales revisados, la perspectiva adoptada en Colombia se acerca a la segunda; sin embargo en dicho modelo persisten las fracturas. Un ejemplo ilustrativo es la emblemática avenida 68, donde la ejecución de obras demandó la tala de cientos de árboles. Aunque se realizaron compensaciones en otras áreas, el impacto ambiental y social en los barrios afectados fue inmediato.

Casos como este muestran que la política actual no responde a las necesidades del entorno inmediato ni a las exigencias del Manual de silvicultura, que orienta la gestión del arbolado en la ciudad.

Ciudadanía y control social sobre la política ambiental

La investigación también destaca el papel de la ciudadanía en la evaluación de las políticas ambientales, planteando que el estudio no se reduce al voto, sino que implica exigir información, verificar resultados y cuestionar las decisiones de la administración. En ese sentido, la metodología propuesta le permite a cualquier persona ejercer control social sobre la gestión ambiental.


Entre las recomendaciones se encuentran: articular la planeación urbana con los planes de siembra y capacitar a los funcionarios para facilitar el acceso ciudadano a los datos.

El magíster Rojas insiste en que el desafío para Bogotá es replantear el modelo de compensación y avanzar hacia una gestión ambiental que cumpla estándares internacionales, fortalezca la transparencia y promueva un verdadero control ciudadano.








jueves, 28 de agosto de 2025

CVC ENTREGA PUNTOS POSCONSUMO EN EL NORTE DEL VALLE

Pilas, bombillos, medicamentos vencidos y aparatos eléctricos ya tienen un lugar seguro para su disposición final.

La CVC entregó nuevos puntos posconsumo en los municipios de Sevilla y Bugalagrande, espacios creados para que la ciudadanía deposite residuos especiales que no deben ir a la basura común, ya que contienen sustancias peligrosas que afectan la salud y el ambiente.

Los residuos posconsumo son aquellos elementos de uso cotidiano que, al terminar su vida útil, requieren un manejo diferenciado porque pueden convertirse en focos de contaminación, si no se gestionan adecuadamente. Entre ellos, se encuentran:

 •    Pilas y baterías usadas•    Bombillos y luminarias

•    Medicamentos vencidos

•    Aparatos eléctricos y electrónicos en desuso
•    Envases de plaguicidas domésticos y agropecuarios


Con estas entregas, evitamos que sustancias nocivas lleguen a los ríos, al suelo o incluso a la basura común, generando riesgos para la salud y los ecosistemas. 

 Invitamos a los ciudadanos a usar los puntos y ser parte activa de la protección del medio ambiente.

La correcta disposición de los residuos posconsumo es una acción sencilla que marca la diferencia. Hoy, gracias a la CVC, Sevilla y Bugalagrande cuentan con aliados para avanzar hacia un futuro más limpio y sostenible.






miércoles, 27 de agosto de 2025

JÓVENES DE DAGUA TRANSFORMAN EL RECICLAJE EN UNA FUENTE DE VIDA Y PROGRESO

 El colectivo juvenil Eco Aventurero ha implementado una ruta de reciclaje selectivo en zonas rurales del municipio, logrando no solo limpiar el entorno, sino también educar a la comunidad y generar ingresos para el grupo.

En un esfuerzo por contrarrestar la quema de residuos y la contaminación de fuentes hídricas, un grupo de jóvenes del municipio de Dagua, bajo la iniciativa del colectivo Eco Aventurero, ha puesto en marcha un proyecto de reciclaje selectivo que ya está transformando la vida de la comunidad.

 Desde hace varios años, el grupo recorre diversas zonas rurales donde el servicio de recolección de basura es limitado o inexistente. En un motocarro, recogen materiales reciclables como cartón, papel y botellas plásticas, evitando que estos sean quemados o depositados de manera irresponsable en quebradas y ríos.

La labor ha generado un cambio positivo en el comportamiento de los habitantes; ahora separan sus residuos en la fuente y guardan el material reciclado hasta el día de paso de la ruta, que recorre los corregimientos de Atuncela, El Queremal, Borrero Ayerbe, El Carmen, entre otros, y veredas aledañas.

 Todo lo recolectado es almacenado en una bodega, donde se clasifica, para ser vendido posteriormente. Los fondos obtenidos se utilizan para cubrir las necesidades del grupo, demostrando que el cuidado del medio ambiente puede ir de la mano con el desarrollo sostenible.

“Ver cómo las personas han tomado conciencia, gracias a esta iniciativa, es satisfactorio. La comunidad rural de Dagua está comprometida en entregar los residuos aprovechables y así darle una nueva vida útil a elementos como el plástico, el papel, entre otros. El colectivo Eco Aventureros espera continuar mitigando la problemática de los residuos sólidos en lugares donde no alcanza a llegar el carro recolector de basura”, dijo Andrés Fernando Vélez Muñoz, director del programa de reciclaje de esta organización.

La CVC ha elogiado esta iniciativa, destacando el liderazgo de los jóvenes de Dagua y el impacto positivo que tiene en el ecosistema local.







martes, 26 de agosto de 2025

Comunidad del Pacífico impulsa avistamiento responsable de ballenas en el golfo de Tribugá

 Ubicado en el municipio de Nuquí (Chocó), cada año el golfo de Tribugá no solo recibe a las ballenas jorobadas que viajan desde la Antártida para reproducirse, parir y amamantar allí a sus crías, sino que además es escenario de un proyecto que une a comunidades locales, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, fundaciones aliadas y autoridades ambientales para consolidar asociaciones comunitarias que impulsen un avistamiento sostenible y respetuoso con la especie, y que sean una fuente de ingresos para la región.

Cada año, entre julio y octubre el Pacífico colombiano se convierte en un refugio para las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), las cuales recorren más de 8.000 km desde la Antártida, en donde tienen su fuente de alimentación, por eso su travesía la hacen en ayuno. En el golfo de Tribugá estas gigantes del Océano se aparean, tienen sus partos y empiezan a enseñarles a sus ballenatos lo que requieren para la ruta migratoria.

“Esta condición hace que el respeto por su tranquilidad sea decisivo para garantizar el buen desarrollo de las actividades que realizan aquí”, menciona la profesora Clara Inés Villegas Palacio, del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín.

En ese sentido, investigadores de la UNAL, a través del Centro de Excelencia en Ciencias Marinas (CEMarin), trabajan desde hace 16 meses en un proyecto participativo con comunidades de Nuquí y sus corregimientos.

La iniciativa “Avistamiento sostenible de ballenas en el golfo de Tribugá” (Abacos), iniciada en mayo de 2024 dentro del Distrito Regional de Manejo Integrado Golfo de Tribugá – Cabo Corrientes, busca consolidar asociaciones comunitarias capacitadas en ecología de las ballenas y en prácticas de observación respetuosa, además de fortalecer los lazos de cooperación y confianza entre los actores locales.

“Un avistamiento sostenible significa que la actividad cumpla tres condiciones: que sea respetuosa con el medio natural y las ballenas, que fortalezca el capital social de las comunidades, y que resulte económicamente viable para ellas. Esto implica comprender el porqué de cada medida —distancia mínima de acercamiento, tiempo limitado de observación y poco ruido— y transmitirlo a los turistas, quienes suelen llegar con la expectativa de ver a las ballenas haciendo saltos o piruetas. Un avistamiento exitoso no es ver saltar a la ballena, basta con observar su lomo o su soplo”, explica la profesora Villegas.

Avistamiento consciente desde Nuquí

Además de la formación técnica, el proyecto ha impulsado un diálogo entre la ciencia y los saberes locales. Las capacitaciones no se limitaron a dar charlas, sino que fueron espacios de cocreación en los que la comunidad y la academia construyeron juntas la manera más adecuada de observar a las  ballenas, combinando saberes científicos y conocimientos ancestrales. Diseñadas por un equipo multidisciplinario, estas actividades resaltan a las ballenas como seres sintientes y explican el sentido de cada medida de manejo.

A través de grupos comunitarios de WhatsApp, diferentes actores del territorio y del proyecto comparten reportes y sucesos asociados con la observación de estos cetáceos en el golfo. “En esos espacios, las propias comunidades se encargan de velar porque las embarcaciones cumplan las recomendaciones, pues ya reconocen que cuidar a las ballenas también es cuidar su forma de vida”, destaca la profesora Villegas. Así la práctica ha consolidado la cooperación y los lazos comunitarios en el territorio.

Desde el inicio del proyecto, capitanes, motoristas, guías, mujeres, hoteleros, posadas nativas y líderes de comunidades como Arusí, Partadó, Termales, Joví, Coquí, Panguí y Jurubirá, además del municipio de Nuquí, han participado en encuentros comunitarios para definir acuerdos colectivos para el avistamiento sostenible de las jorobadas. Además, se han dado pasos hacia acuerdos de precios y protocolos de operación entre las asociaciones.

El trabajo también cuenta con el respaldo de autoridades locales y ambientales como el Consejo Comunitario y la Corporación Autónoma Regional (Codechocó). Así mismo, la iniciativa se ha compartido en espacios urbanos como el Parque Explora de Medellín, para que los diferentes públicos se acerquen a la importancia de un avistamiento respetuoso y comunitario.

“Uno de los principales aprendizajes ha sido que construir confianza entre la Universidad y la comunidad toma tiempo y exige altos estándares éticos. Esa confianza, basada en la cooperación y la apertura mutua, se ha convertido en un pilar para que el proceso avance y pueda inspirar experiencias similares en otros territorios”, señala la académica Villegas.

Sin embargo, uno de los principales desafíos es la continuidad: el proyecto finaliza en octubre, aunque sus líderes quisieran continuar el proceso para garantizar su consolidación.

“Sin la apertura de la comunidad y de otros actores del territorio, con sus conocimientos y disposición, nada de esto habría sido posible. Ahora el reto es garantizar apoyo para que este proceso siga vivo y se extienda a otros territorios del país”, concluye.




lunes, 25 de agosto de 2025

Volcán Nevado del Ruiz, el primer análogo de Marte en Colombia ya es una realidad

 Tras desarrollar trabajos multidisciplinarios, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) lograron que el Nevado del Ruiz, uno de los volcanes más emblemáticos del país, sea reconocido como un análogo natural de Marte, es decir un lugar en la Tierra que reúne condiciones semejantes a las del “planeta rojo”. El hallazgo, publicado en la revista científica Icarus, posiciona a Colombia en el mapa mundial de la astrobiología y abre nuevas posibilidades para la exploración planetaria.


En el sector conocido como Refugio, a más de 4.700 msnm, y en algunos puntos cerca de los 5.000 msnm, la bióloga María Angélica Leal, el geólogo David Tovar Rodríguez y las docentes Jimena Sánchez, María Argenis Bonilla y Nadejda Tchegliakova, del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología (GCPA) de la UNAL, realizaron muestreos de suelos volcánicos que revelaron una sorprendente variabilidad fisicoquímica en propiedades como el pH, la conductividad eléctrica y el contenido de nutrientes.

Con frío extremo, ausencia de vegetación y un silencio casi absoluto, las condiciones del lugar evocan un escenario marciano y hacen que llegar allí sea un reto logístico, pues el volcán permanece en alerta y la altura provoca síntomas de mal de montaña. Estos contrastes permiten identificar microambientes extremos que, aunque inhóspitos para la mayoría de los organismos, resultan comparables con los que se podrían hallar en Marte.

La caracterización química de los piroclastos para identificar elementos y compuestos presentes (análisis geoquímico) mostró además diferencias y similitudes notables con muestras de análogos de Marte conservadas en la International Space Analogue Rockstore (ISAR), especialmente en los contenidos de manganeso, hierro y sílice. El retroceso del glaciar del Nevado del Ruiz, acelerado por el deshielo, expone materiales antes cubiertos de hielo y lo convierte en un escenario privilegiado para observar cómo interactúan la geología, el clima y la vida en condiciones extremas.

La inquietud nació hace casi 10 años, cuando el equipo se preguntó qué tan lejos llegarían en Colombia los extremófilos, microorganismos capaces de vivir en condiciones extremas de frío, calor, acidez o radiación.

“Si en la Antártida se han hallado bacterias capaces de sobrevivir en condiciones extremas de frío y radiación, ¿por qué no buscarlas en nuestros volcanes glaciados, es decir, aquellos que combinan actividad volcánica con la presencia de glaciares en sus cimas?”, recuerda la investigadora Leal, estudiante del Doctorado en Ciencias – Biología de la UNAL, y en Investigación Espacial y Astrobiología de la Universidad de Alcalá de Henares (España), coautora del artículo.

Así, con su combinación de hielo, suelos volcánicos jóvenes y ambientes hostiles, el Nevado del Ruiz apareció como el escenario ideal para poner a prueba la hipótesis de que también podía ser un análogo de Marte.

Entre hallazgos y sorpresas

La primera campaña de campo, en la que se generaron los datos de esta primera publicación, se realizó en 2017. “Subimos hasta el Refugio cargando palas esterilizadas y bolsas especiales para recolectar muestras de piroclastos en un patrón en Z, una técnica diseñada para capturar la mayor variabilidad posible en términos microbiológicos”, relata el geólogo Tovar, estudiante del Doctorado en Ciencias - Geociencias de la UNAL, y de Investigación Espacial y Astrobiología de la Universidad de Alcalá de Henares (España), coautor del artículo.

Se recogieron 6 muestras: 5 en zonas poco intervenidas y una de control, en un área transitada por investigadores.

En el laboratorio, cada muestra se sometió a un riguroso proceso. Primero se tomaron secciones delgadas para observar bajo microscopio los minerales presentes y compararlos con información del instrumento CRISM, a bordo del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter, que captura imágenes de Marte en decenas de longitudes de onda y permite reconocer minerales a partir de su “huella digital” espectral.

Luego se aplicaron técnicas de fluorescencia de rayos X para precisar la composición química y contrastarla con bases internacionales de análogos marcianos. Paralelamente se cultivaron microorganismos en medios pobres en nutrientes y a distintas temperaturas, entre 4 y 37 °C, para identificar aquellos capaces de sobrevivir al frío extremo,  además de fijar nitrógeno y solubilizar fosfato, propiedades determinantes para imaginar escenarios de vida en Marte, incluso para la sostenibilidad humana.

“El hallazgo más emocionante fue confirmar la presencia de minerales como hornblenda y plagioclasa, característicos de las rocas andesíticas del Nevado del Ruiz y semejantes a los detectados en Mawrth Vallis, una región de Marte considerada como estratégica por la evidencia de agua en su pasado”, señala la bióloga Leal.

Para los investigadores, la gran sorpresa fue aislar bacterias vivas en un ambiente tan hostil: Klebsiella spallanzanii y Bacillus cereus, capaces de fijar nitrógeno y solubilizar fósforo. “Encontrar microorganismos que en esas condiciones no solo sobreviven, sino que además fijan nitrógeno y solubilizan fosfato —procesos fundamentales para el sostenimiento de la vida— fue un descubrimiento fascinante”, afirman.

Nada de esto fue sencillo. El volcán, a casi 5.000 msnm, impuso sus bajas temperaturas, mal de altura y terrenos inestables. “La primera vez que subí me dio un mareo tremendo; uno cree que es solo cuestión de condición física, pero el cuerpo siente la falta de oxígeno”, recuerda entre risas el geólogo Tovar. A ello se sumaron las restricciones por la actividad volcánica y los largos trámites para legalizar las cepas bacterianas, un proceso que se recién concretó con la Ley 1955 de 2019.

El artículo publicado en Icarus no es solo un paso académico: marca el momento en que la comunidad científica internacional reconoce al Nevado del Ruiz como un verdadero análogo de Marte, bajo criterios comparables a los aplicados en otros lugares del mundo. “Publicar en esta revista, referente en geología y ciencias planetarias, es poner a Colombia en el escenario internacional para el desarrollo de la investigación en análogos. El logro no se queda en un título  honorífico, sino que abre la puerta a nuevas publicaciones y a consolidar al volcán colombiano en la red global de escenarios para la exploración planetaria”, explica la investigadora Leal.

Hasta ahora los sitios latinoamericanos reconocidos como análogos marcianos eran el Desierto de Atacama (Chile), la Puna de Atacama (Argentina-Chile), las Pampas de la Joya (Perú) y la Laguna Negra (Argentina).

Colombia entra al mapa de la astrobiología

“Mi mirada cambió después de los estudios en esta montaña. El Nevado del Ruiz ya no es solo un volcán activo, con riesgos y tragedias; ahora también es un laboratorio natural que nos conecta con preguntas universales sobre la vida en otros planetas”, confiesa la bióloga Leal.

El geólogo Tovar coincide: “hoy ya no lo vemos solo con ojos de geología local, sino con la perspectiva de la astrobiología mundial. Estar en congresos y dialogar con científicos de otros países nos permitió reconocer que aquí tenemos un escenario único, casi como un pedacito de Marte en Colombia”.

El estudio plantea que el Nevado del Ruiz también puede servir como campo de pruebas para futuros instrumentos científicos y simulaciones de misiones. Su accesibilidad y diversidad de condiciones lo convierten en un sitio privilegiado para entrenar instrumentos y validar tecnologías antes de enviarlas al espacio.

“Lo que empezó como un esfuerzo por entender un volcán activo y sus glaciares hoy se proyecta como una contribución de Colombia a la exploración de Marte”, resumen los autores.

El reconocimiento del Nevado del Ruiz como análogo de Marte también es el resultado de un trabajo en red. En el estudio participaron el GCPA avalado por la UNAL y la Corporación Científica Laguna, que es el nodo para Colombia de la Red Latinoamericana de Astrobiología, además del Servicio Geológico Colombiano, la Universidad de Alcalá de Henares (España), el Centro de Astrobiología de España, el Instituto de Investigación en Astronomía y Ciencias Planetarias de la Universidad de Atacama, y el núcleo argentino de astrobiología, entre otros.

Para los expertos Leal y Tovar, “esta alianza demuestra que la ciencia espacial no es exclusiva de los países con grandes satélites o telescopios: en Colombia también se puede liderar y atraer cooperación internacional desde escenarios propios. La investigación confirma que los países en vías de desarrollo, con su riqueza geográfica y ecológica, tienen un papel esencial en la ciencia espacial: dialoga de tú a tú con los grandes centros de astrobiología del mundo”.

El Nevado del Ruiz, que en 1985 protagonizó una de las mayores tragedias naturales del país, hoy se revela bajo la faceta de un volcán que conecta a Colombia con la búsqueda de vida en el universo.









miércoles, 20 de agosto de 2025

CONOZCA UN VISTAZO SECRETO A LA VIDA SILVESTRE EN LA LAGUNA DE SONSO


                                                                     Zorro Cañero 

Cámaras trampa revelan registros de diferentes animales, lo que representa un avance en el conocimiento de nuestras especies y ecosistemas, y reafirma el compromiso institucional con la protección de la fauna silvestre y la gestión sostenible del territorio.

                                                                         Chuguiro 
 En los rincones más tranquilos de la laguna de Sonso, donde el silencio solo es interrumpido por el canto de las aves, una red de cámaras trampa reveló un desfile inesperado de vida silvestre. Yaguarundíes sigilosos, zorros cañeros curiosos, iguanas asoleándose, chigüiros paseando en familia, ardillas juguetonas y una importante variedad de aves fueron captadas en su hábitat natural, sin saber que estaban siendo observadas.

                                                                            Iguana 

Esta reveladora actividad se llevó a cabo en las inmediaciones del Centro de Educación Ambiental Buitre de Ciénaga, como parte de una jornada teórico - práctica liderada por la Dirección Ambiental Regional Centro Sur de la CVC. El propósito fue entrenar a su equipo en la instalación y uso de estos dispositivos, herramientas clave para monitorear y estudiar a la fauna, sin perturbarla. 

                                                                       Jaguarundi

Las cámaras utilizadas fueron adquiridas por la CVC, gracias al programa nacional Red Otus, una ambiciosa estrategia que une a las 33 Corporaciones Autónomas Regionales o CAR del país, con apoyo de la cooperación internacional, el cual busca mucho más que imágenes, pues quiere fortalecer las capacidades técnicas de las autoridades ambientales, facilitar la ejecución de planes de conservación en áreas protegidas y fomentar una red colaborativa para la gestión de la biodiversidad.

                                                                        Thumbnail 

Según lo expresado por los profesionales de la CVC, cada imagen capturada no solo documenta la presencia de una especie, sino que evidencia la riqueza ecológica de esta zona estratégica del Valle del Cauca y cuenta una historia silenciosa de coexistencia, resiliencia y belleza natural. 

 Cada obturación abre una ventana al mundo oculto que florece en los humedales del Valle del Cauca.