Solo el 2 % de la población rural del país accede a algún tipo de tratamiento de aguas residuales, mientras que cerca del 60 % de estas se vierten directamente a ríos y quebradas, entre otras fuentes hídricas. Para enfrentar este problema, una herramienta digital permite identificar qué tecnologías de tratamiento son más adecuadas para cada territorio según sus condiciones técnicas, sociales y ambientales. La innovación fue validada en Santander de Quilichao (Cauca), uno de los municipios PDET (priorizado por los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial) más afectados por el conflicto armado, y ofrece una solución ajustada a las necesidades reales de la ruralidad colombiana.
La ingeniera ambiental Daniela Fajardo Martínez, magíster en
Ingeniería - Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL), desarrolló este método innovador que funciona gracias a softwares especializados
y herramientas geográficas que analizan bases de datos gubernamentales e
informes técnicos sobre la ruralidad y las aguas residuales en Colombia. Lo
novedoso es que se transforma el paradigma tradicional, es decir que las aguas
residuales domésticas ya no se ven solo como desecho, sino que se convierten en
un recurso valioso a partir del cual se puede generar fertilizantes, energía y
agua tratada.
“La adopción de la economía circular en el manejo de aguas
residuales no solo permite reducir la contaminación y el estrés hídrico, sino
que además contribuye a la restauración del ciclo natural del agua y a la
generación de subproductos de valor”, explica la investigadora Fajardo, quien
basó su trabajo en los principios establecidos por el Banco Mundial y los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Para validar la efectividad de la herramienta seleccionó el
municipio de Santander de Quilichao (Cauca), uno de los territorios PDET más
afectados históricamente por el conflicto armado. Con una cobertura de
acueducto rural del 42 % y de alcantarillado del 15 %, además de
enfrentar sequías prolongadas por efectos del cambio climático, este municipio
presentaba condiciones ideales para evaluar tecnologías bajo el esquema de
unidades sanitarias secas.
Tres tipos de agua, tres soluciones tecnológicas
La investigación partió identificando 20 tecnologías bajo el
enfoque de economía circular, clasificadas según el tipo de agua residual:
amarillas (orina), grises (duchas, lavamanos, cocina) y marrones (materia
fecal). Así, mediante algoritmos la herramienta es capaz de encontrar qué
modelo u opción es mejor en cada caso para implementarla.
Por otro lado, para aguas residuales grises, los filtros
sostenibles se posicionaron como la solución más viable, utilizando materiales
naturales como arena, aserrín y carbón activado para producir agua tratada
utilizable en riego y limpieza; y para las aguas residuales marrones, los
biodigestores destacaron como la tecnología más apropiada y se empleado antes
en algunas veredas del municipio, transformando los desechos en biogás para
cocina y abono líquido, reduciendo además la dependencia de leña o gas comercial.
El estudio analizó 106 veredas donde conviven campesinos,
comunidades indígenas (53,9 %) y afrodescendientes (46,1 %),
evaluando 9 tecnologías diferentes, 3 para cada tipo de agua residual
doméstica, y lo más interesante es que, como enfatiza la experta: “la
herramienta no se limita a Santander de Quilichao, pues la metodología se
diseñó para adaptarse a los 170 municipios PDET o cualquier zona rural del
país”.
Esta capacidad de adaptación territorial representa un
avance significativo hacia el cumplimiento del ODS 6: Agua limpia y
saneamiento, y las metas de la Estrategia Nacional de Economía Circular (ENEC),
que busca incrementar en un 50 % los proyectos de reúso de aguas
residuales tratadas.
Para ello implementó la evaluación de múltiples criterios
ambientales, técnicos (diseño, construcción, operación y mantenimiento),
económicos (viabilidad y sostenibilidad tecnológica), socioculturales
(dinámicas sociales, costumbres y saberes), y de riesgos (posibles
afectaciones), mediante el método de evaluación TOPSIS, en el lenguaje de
programación R, el cual permite procesar información especializada y generar
mapas mediante sistemas de información geográfica (SIG), teniendo en cuenta el
tipo de tecnología que más se ajusta al territorio.
“Los criterios se seleccionaron fundamentándose en los
lineamientos conceptuales y estructurales previamente identificados para
Colombia, mientras que la ponderación de las dimensiones se estableció a partir
de la consulta a 15 expertos del sector”, detalla la investigadora.
La herramienta desarrollada considera variables específicas
como topografía, acceso vial, disponibilidad de materiales, aceptación cultural
y condiciones climáticas, lo que permite su replicación en cualquier contexto
rural colombiano.
Un modelo replicable para todo el país
A pesar de los avances normativos, en Colombia persisten
desafíos en la implementación, como falta de claridad regulatoria, altos costos
de algunas tecnologías, ausencia de incentivos económicos y debilidades en la
articulación institucional. Sin embargo, la investigación demuestra que las
soluciones existen y son económicamente viables.
“Colombia cuenta con las capacidades técnicas para
implementar soluciones circulares en el manejo de aguas residuales. Lo que se
requiere es voluntad política, inversión coordinada y marcos normativos
actualizados que incentiven estos proyectos”, concluye la investigadora.
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