Durante cuatro días, una expedición de científicos colombianos buscó entender cómo se mueven las aguas en el interior del golfo de Urabá y a qué se atribuyen sus variaciones, información esencial para explicar el tránsito de sedimentos, nutrientes y contaminantes en él.
Para ello estudiaron y midieron el movimiento del agua
durante sus ciclos completos de marea (ascenso y descenso del nivel del mar),
además de la magnitud y dirección de sus corrientes, la temperatura y la
salinidad (sales disueltas en el agua). Navegaron el golfo de norte a sur, y de
oriente a occidente.
Una de las líderes de la expedición, la profesora Yuley
Mildrey Cardona Orozco, integrante del Grupo de Investigación de Oceanografía e
Ingeniería Costera (Oceánicos) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL)
Sede Medellín, explica que “el golfo es el encuentro de la desembocadura de los
ríos Atrato, Turbo y León; además, su ubicación lo convierte en un laboratorio
vivo de sistemas
estuarinos”.
Afirma que “esta es una región con un gran potencial
económico, ya que se tiene prevista la construcción de tres puertos, lo cual
potencia el comercio en el territorio; por eso es fundamental conocer y
comprender cómo funciona el sistema, tanto para su aprovechamiento como para su
protección”.
En ese sentido, el propósito es entender cómo se mueve la
marea en el interior de esta zona, “aunque en el Caribe colombiano esta se
conoce como de tipo micromareal (entre 30 y 40 cm de amplitud), hemos
medido un periodo de mareas vivas que se da durante el ciclo lunar y que son un
poco más grandes”, asegura.
Según la investigadora, “las implicaciones de analizar este
fenómeno van más allá de saber cómo se mueve el agua de los ríos o del mar
Caribe al entrar o salir del golfo, pues también queremos saber qué
contaminantes, sedimentos o nutrientes transporta”.
Los principales contaminantes del golfo de Urabá provienen
de los ríos Atrato y León; se trata de desechos de la minería o de la
agroindustria, como por ejemplo fertilizantes químicos que, según su composición,
pueden generar un daño importante.
También forman parte de esta problemática elementos
naturales como los sedimentos o nutrientes (nitrógeno o fósforo, en exceso),
los productos empleados en agricultura (fertilizantes nitrogenados para
cultivos), o la actividad industrial (disolventes con nutrientes en exceso).
Midiendo las mareas
En las mediciones se utilizaron dispositivos como el medidor
de conductividad, temperatura y profundidad (CTD) y el perfilador de corriente
Doppler acústico reducido (ADCP).
El CTD es un instrumento que determina por medio de sensores las propiedades físicas esenciales del agua de mar, proporcionando un mapeo preciso y completo de la distribución y variación de su temperatura, salinidad y densidad, lo cual ayuda a entender mejor sus propiedades.
Por su parte, el ADCP descifra las corrientes a través del
efecto Doppler (cambio en la frecuencia percibida de una onda cuando se produce
un desplazamiento entre el emisor y el observador), lo que quiere decir que
envía señales al agua e interpreta que tan rápida es la corriente y en qué
dirección va.
El proyecto, además de ser financiado por las universidades
del G8 (grupo de universidades de Antioquia) y de la Gobernación de Antioquia,
tiene una alianza con la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Urabá
(Corpouraba) y la capitanía de puerto de la Dirección General Marítima (Dimar).
También cuenta con el apoyo de la Universidad de la Florida,
la Academia Naval de Estados Unidos, y la Universidad de Utrecht (Países
Bajos).
Otros científicos líderes de la expedición son los
profesores Vladimir Toro, de la Universidad de Antioquia, Sede Ciencias del
Mar, y Juan Felipe Paniagua, de la Universidad EAFIT.
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