lunes, 7 de octubre de 2024

“Casa” modular sostenible mejoraría la calidad de vida en asentamiento irregular de Manizales

 Esta ofrecería un espacio de 36 m2 elaborado con madera aglomerada reforzada y 6 muebles interiores adaptables, y contaría con servicios sanitarios, cocina, tanques para la recolección de agua lluvia con capacidad de 350 litros y paneles solares emisores de energía eléctrica. El grupo de investigación en Medioambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales ya les entregó los planos a la comunidad de Nueva Esperanza, asentamiento irregular ubicado al noroccidente de la capital caldense.

El trabajo “Hábitat sostenible Nueva Esperanza”, ganador en 2022 de la Convocatoria Nacional para Proyectos de Extensión Solidaria, promovida por la Dirección de Investigaciones (DIMA), se presentó durante las actividades PreCOP 16, en las que la UNAL Sede Manizales visibilizó los aportes de facultades, institutos, grupos y centros de investigación para contribuir a las discusiones y debates de la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica (COP16), programada del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024 en Cali.

Uno de sus creadores, el profesor Gustavo Adolfo Agredo Cardona, actual decano de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UNAL Sede Manizales, recordó que la Institución atendió la solicitud de la Personería Municipal, que en su momento indicó que “desde el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Manizales se determinó que esta invasión carecía de espacios de inclusión para niños (parques infantiles) y adultos (casas de acción comunal 

Hace más de una década llegaron a la vereda Colombia, adyacente al río Cauca –kilómetro 41 de Manizales– personas víctimas del conflicto armado buscando preservar su vida; sus precarias viviendas, construidas con tablas, latas y tejas, son vulnerables a emergencias ambientales.

En dicho terreno, de cerca de 1 hectárea, 500 familias han parcelado lotes, el 80 % de los cuales son usados exclusivamente como vivienda. La mayor parte de esta población no ha finalizado el bachillerato, son madres cabeza de hogar y su subsistencia económica se basa en el comercio y en pequeñas tiendas locales conocidas como chazas.

En el creciente proceso de urbanización se han implementado servicios como la recolección de basura y el suministro de electricidad –aunque intermitente–, y el agua se obtiene a través de mangueras o la recogen en tanques.

Iniciativa viable

Junto a las estudiantes Lorena Estefanía Pérez Nástar, Laura Torres Tejada, Eimy Dahiana Gómez Álvarez y Liliana Lizeth Revelo, de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo, el profesor Agredo diseñó los planos de una vivienda de 36 m2 que considera los preceptos de la “arquitectura pasiva”, en la cual se prioriza la eficiencia energética como la luz del sol y la ventilación natural, y además su interior debe permitir una calidad de vida digna en espacios que no necesariamente tienen que ser amplios.

“Se trata de un espacio suficiente para tener un antejardín, patio, cocina, sala, baño, comedor, dos habitaciones y una zona de recolección de agua, todo esto en un solo piso o nivel”, anotan sus creadores.

La propuesta, versátil y fácil de construir, se adapta a las necesidades del lugar, y su costo –estimado en 30 millones de pesos– se podría cubrir mediante subsidios de vivienda. El diseño permite alojar entre 4 y 7 personas, las casas tendrían 3 m de alto y 8 m de ancho y de fondo.

La casa está compuesta por dos núcleos: uno principal de 2 m x 4 m; y otro de módulos replicables del mismo tamaño que pueden ensamblarse y agruparse según el uso requerido.

El profesor Agredo destacó que “las necesidades derivadas del conflicto crean una oportunidad para mejorar las condiciones de vida, y resulta paradójico que una comunidad situada a orillas del río Cauca esté sufriendo por la falta de agua, lo que representa una necesidad urgente. Las iniciativas que llevamos a cabo con las comunidades son esenciales para alcanzar avances significativos”.

La estudiante Gómez menciona que “los desafíos ambientales, económicos y sociales surgen a partir de un enfoque participativo que responde a las necesidades de un territorio específico, marcado por la violencia y una historia vinculada al narcotráfico. En esta zona de expansión no urbanizada, según el POT, no hay alcantarillado, agua potable ni vías”.

A su turno, la estudiante Revelo subrayó la relevancia de la vegetación y la avifauna en el área, señalando que la variedad de vegetación y los pisos térmicos propician el cultivo de plantas frutales y medicinales. “Se realizaron talleres prácticos de cultivo, permitiendo que cada hogar tuviera su propio jardín para lograr autosuficiencia”.

La estudiante Torres destacó un aspecto importante de esta iniciativa, y es que, teniendo en cuenta que esta comunidad enfrenta diversas problemáticas “una alternativa eficaz sería optar por el uso de materiales locales adaptados a sus necesidades, lo que contribuirá a la sostenibilidad, y los módulos estarán diseñados para almacenar agua en los techos, que podrá filtrarse para su consumo”, concluyó.







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