En Colombia hay un problema para caracterizar el tipo de semilla de Cannabis sativa L. –o marihuana– que se está cultivando, ya que no hay claridad sobre la cantidad de moléculas cannabinoides presentes en la planta, es decir aquellas encargadas de producir o no un efecto eufórico o de letargo al consumirla. Estudio genético muestra que la manera más adecuada para resolver esta dificultad está en el análisis genético.
Cannabis sativa L. tiene tres subespecies
conocidas en el país: Sativa, Indica y Ruderalis, y a su vez estas tienen hoy
cientos de variedades que aún se están desarrollando.
En todo el país existen más de 57.000 hectáreas de cultivos,
de los cuales 1.200 tienen licencias para sembrar, y se tiene proyectado que
para 2030 haya un aumento considerable de este campo, ya que más de 4.000
pequeños y medianos productores están a la espera de la aprobación para
producir.
En los cultivos Cannabis sativa L. no se
sabe si las semillas que se ofrecen en el mercado tienen la composición
molecular que los proveedores dicen que tienen; en palabras más sencillas, si
tienen tanto tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD) –moléculas llamadas
cannabinoides– producidas por estas plantas.
Mientras el THC está relacionado con mayores estados de
euforia, el CBD tiene relación con estados de letargo o calma, aunque también
se ha demostrado su acción paliativa y medicinal.
La investigación realizada por Juan David Romero, magíster
en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), caracterizó
agronómica y genéticamente las semillas de estas plantas para identificar el
valor de cannabinoides que contenían. Para ello contó con el apoyo de los
profesores Alejandro Chaparro y Felipe Sarmiento, del Departamento de Biología,
y Enrique Daghar, de la Facultad de Ciencias Agrarias.
“Al analizar 360 plantas de cuatro variedades distintas, en
tres departamentos de producción de Cannabis sativa L. –Valle
del Cauca, Santander y Cundinamarca–, se encontró que no hay homogeneidad
intravariedad de los cultivos evaluados, lo que quiere decir que el contenido
de THC y CBD varía entre los grupos de plantas, incluso en los que se supone
son de un mismo tipo de semilla”, explica el magíster.
Las variaciones genéticas –que eran muy pronunciadas–
mostraban valores que iban desde semillas que presentaban 1 % de THC y
0,5 % de CBD, hasta algunas que tenían un porcentaje de 8 % de THC y
6 % de CBD.
Según el investigador, esto podría generar que un cultivador
o productor sea engañado al comprar semillas y perder dinero, pues su cultivo
no tendrá el efecto esperado, por ejemplo si necesita mayor psicoactividad.
Solución genética
En vista de esta dificultad, a partir de 2018 el Grupo de
Investigación en Ingeniería Genética de Plantas, del Departamento de Biología
de la UNAL, viene considerando ofrecer un servicio de genotipificación y
secuenciación genética de cultivos de cannabis, pero ¿qué son estos métodos?
El experto Romero explica que la genotipificación es un
método molecular que se hace por medio de la prueba de reacción en cadena de
polimerasa (PCR), en la que se extrae una muestra del ADN de las plantas para
establecer si dentro de una semilla o grupo de semillas está presente la
capacidad de generar los cannabinoides THC y CBD.
Por otro lado, la secuenciación genética es una técnica que
descifra la secuencia nucleotídica, y junto con un análisis bioinformático por
medio de un software, permite indicar de manera precisa el
rendimiento que tendrá una planta de Cannabis sativa en
psicoactividad.
“Cualquier productor del sector agroindustrial, o cualquier
cultivador, ya sea para fines comerciales o para autoconsumo, puede
contactarnos para adquirir estos servicios, lo cual le permitirá saber a tiempo
qué plantas son productivas para su cultivo, evitando pérdidas de tiempo,
dinero, o permisos”, afirma.
Este último punto es muy importante, ya que para poder
cultivar Cannabis sativa, el Instituto Agropecuario Colombia (ICA),
el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), y los
Ministerios de Salud y Protección Social y de Justicia, exigen alrededor de 4
permisos y licencias, por lo que los trámites pueden tardar alrededor de año y
medio.
Una de las licencias más importantes es la que permite
sembrar plantas de Cannabis con efectos psicoactivos, por lo
que estas pruebas son fundamentales para saber si los cultivos tendrán el
rendimiento requerido.
“En la actualidad estamos culminando nuestro primer
servicio, ofrecido a una compañía colombo-canadiense que tiene su producción en
Boyacá. Ellos nos confiaron la caracterización de 20 de sus semillas, ya hemos
avanzado en la mayor parte de la identificación genética y es una experiencia
que permite que nuestra iniciativa crezca”, señala el magíster.
Para más información de cómo acceder a este servicio, los
interesados pueden escribir al correo: daromerobe@unal.edu.co
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