martes, 12 de noviembre de 2024

Bacterias halladas en ambientes silvestres controlarían devastador hongo del tomate

Las promisorias bacterias, que viven entre las raíces de plantas que crecen en zonas de bajo impacto humano, ofrecerían una defensa efectiva contra el hongo Fusarium, una de las mayores amenazas de los cultivos de tomate, ya que provoca la muerte de las raíces y pérdidas que oscilan entre el 30 y 40 % de la producción en mundial.


En Colombia, donde el tomate (Solanum lycopersicum) es una de las hortalizas más cultivadas y consumidas en ensaladas y conservas, los agricultores deben enfrentar en cada ciclo de producción un posible ataque de Fusarium oxysporum, un hongo dañino que compromete la salud y la productividad del cultivo, ya que infecta las raíces y causa daños vasculares y necrosis, por lo que es uno de los más devastadores.

El tomate se siembra especialmente en el Valle del Cauca, el valle del Magdalena, Antioquia y en la Costa Atlántica, en donde la mayoría de los agricultores utilizan métodos de control tradicionales con agroquímicos, los cuales pueden tener efectos limitados con consecuencias secundarias para el suelo, el ambiente e incluso para el ser humano.

Frente a este problema, el biólogo Arturo Gutiérrez Urrego, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, propone una alternativa basada en bacterias endófitas, es decir, aquellas que viven dentro de los tejidos de las plantas, particularmente en las raíces en este caso. Para esto, identificó dos ecosistemas poco intervenidos en el Valle del Cauca: uno en un bosque montano en Calima y otro en la Laguna de Sonso, el humedal más extenso del departamento.

Para lograr resultados representativos, el investigador recolectó 24 raíces de distintas plantas, seleccionadas en su hábitat natural. Luego las trasladó al laboratorio para un riguroso proceso de desinfección, macerado y aislamiento de 168 tipos de bacterias endófitas. Posteriormente realizó las pruebas in vitro para observar e identificar cuáles mostraban capacidad inhibitoria frente al crecimiento tanto de F. oxysporum como de otros patógenos, entre ellos Rhizoctonia sp. y Pythium sp., que también afectan la salud del tomate y de otros cultivos.

Así, identificó 4 cepas de bacterias endófitas que mostraron un alto potencial para inhibir el crecimiento de estos patógenos en condiciones in vitro; esta son: Peribacillus simplexPaenibacillus lupini, Neobacillus bataviensis y una del género Gottfriedia sp., “las cuales alcanzaron una inhibicion del crecimiento de los patógenos en al menos un 25 %”, informa el investigador.

Eficacia puesta a prueba

Después de identificar las cepas más efectivas en laboratorio, el investigador realizó ensayos adicionales en plantas de tomate de las variedades chonto y Heinz 1706, ampliamente cultivadas en la industria agrícola. En este ensayo inoculó las plantas con cada una de las cepas que mostraron potencial biocontrolador, y con F. oxysporum.

Posteriormente, para medir el nivel de infección en las raíces, utilizó la técnica de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) en tiempo real, lo cual le permitió cuantificar la presencia del hongo y evaluar con mayor precisión el efecto antagonista de las bacterias endófitas en las plantas.

“Uno de los hallazgos más notables es el gran potencial biotecnológico de las comunidades microbianas en plantas que habitan en entornos poco perturbados. Las 4 cepas con mayor capacidad inhibitoria contra Fusarium, tanto en ensayos de laboratorio como en plantas mantenidas en condiciones de laboratorio, podrían abrir la puerta a un amplio reservorio de bacterias con aplicaciones valiosas para la industria agrícola”, explica.

Por tratarse de organismos endófitos, esta relación ofrecería una ventaja adicional. “Estas bacterias se podrían establecer en el interior de las raíces del tomate, desde donde ejercerían su efecto biocontrolador, lo que se podría reflejar en una reducción de las aplicaciones del producto en campo. Al estar dentro de los tejidos de la planta, las cepas biocontroladoras tendrían mayores oportunidades de persistir, evitando las limitaciones del ambiente externo, como la competencia con otros microorganismos y las condiciones ambientales típicas del suelo y el entorno en general”, destaca.

Este descubrimiento abriría un camino para futuros desarrollos en biofertilizantes y bioinoculantes que incorporen bacterias endófitas en la producción agrícola, especialmente en cultivos susceptibles a hongos patógenos como el tomate.

A partir de los resultados el magíster Gutiérrez plantea la necesidad de realizar más ensayos para evaluar el comportamiento de estas cepas en ambientes agrícolas reales, ya que la implementación de prácticas de control biológico basadas en microorganismos contribuiría con un sistema de agricultura más sostenible.

La tesis del investigador se llevó a cabo mediante el proyecto Tándem –que cuenta con el respaldo científico de los Institutos Max Planck en Alemania–, en los laboratorios de la Universidad del Valle, con la dirección del doctor David Johnston y la codirección del profesor Eyder Daniel Gómez López, de la UNAL Sede Palmira.













lunes, 11 de noviembre de 2024

Reforma agraria y zootecnia, la unión que necesita el campo colombiano

 En Colombia la reforma agraria se ha convertido en un pilar de debate en torno a la sostenibilidad, la justicia social y la soberanía alimentaria del país. En este contexto la Zootecnia, como ciencia dedicada a la producción animal y la gestión eficiente de los recursos agropecuarios, desempeña un papel protagónico en el desarrollo de un sistema alimentario robusto y autónomo.

Los expertos invitados a la charla “Reforma agraria, soberanía y seguridad alimentaria desde la Zootecnia”, realizada en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) durante la Semana de la Zootecnia 2024, coincidieron en señalar que esta disciplina no solo impulsa la productividad y la calidad de la producción ganadera, sino que además contribuye a la consolidación de la seguridad alimentaria mediante el fortalecimiento de las economías rurales.

Para lograr una reforma agraria efectiva en el país es necesario que los pequeños y medianos productores tengan acceso a tierras y recursos productivos, de manera que puedan implementar prácticas zootécnicas avanzadas que optimicen sus sistemas productivos. Esta disciplina aporta herramientas como el manejo eficiente de pasturas, el control de enfermedades, el bienestar animal y el mejoramiento genético, las cuales permiten mejorar la calidad y cantidad de carne, leche y huevos, productos esenciales para la dieta de los colombianos y que representan una fuente asequible de proteínas y nutrientes.

En un país con altos índices de importación de alimentos básicos, la Zootecnia se presenta como una vía para reducir esta dependencia y fomentar la autosuficiencia alimentaria. La correcta distribución de tierras y el apoyo a los productores locales mediante políticas públicas permiten que los alimentos sean producidos de manera sostenible, beneficiando tanto a las comunidades rurales como a los consumidores.

Reforma agraria, TLC y soberanía alimentaria

Con respecto a la pregunta sobre cómo incentivar el desarrollo agropecuario en el país, la zootecnista de la UNAL Sandra Natalia Barinas Salcedo sostuvo que la forma es “garantizarles a los campesinos bienestar en sus territorios y una mejor calidad de vida, asegurándoles que sus productos sean comercializados a precios que compensen la dura labor que implica el trabajo en el campo”. 

Por su parte, el abogado de la UNAL Luis Higuera Malaver, experto en territorio y conflicto, manifestó que “los campesinos, indígenas y pequeños productores han expresado la necesidad de una reforma agraria que les permita recuperar y acceder a tierras productivas, especialmente en regiones donde el conflicto armado y el desplazamiento han afectado históricamente la propiedad rural”. 

Para el experto, los tratados de libre comercio (TLC) afectaron gravemente el sector agropecuario, en especial al pequeño y mediano productor, pues “al concretar con otro país que se le comprará un producto pero con la condición de que se importe otro, los productores de ese alimento que se está trayendo a Colombia no tienen quién se lo compre porque el país ya trajo de otro lado una  considerable cantidad; eso está generando que la comida que no se puede vender se dañe y se bote, al mismo tiempo que afecta la economía de determinados sectores”. 

Aunque los TLC ofrecen acceso a alimentos más baratos que pueden beneficiar a los consumidores a corto plazo, una dependencia excesiva de importaciones y la falta de apoyo a los productores locales pueden poner en riesgo la seguridad alimentaria del país.

En ese sentido, la implementación de técnicas zootécnicas en un marco de reforma agraria fortalece la seguridad alimentaria en dos sentidos: asegura un suministro constante y asequible de alimentos de origen animal para la población, y mejora la calidad nutricional de estos productos. 

Lo anterior es especialmente importante en un país con zonas rurales donde la disponibilidad de alimentos frescos y nutritivos es limitada. Al mejorar la calidad de la producción ganadera local se reduce la necesidad de importar favoreciendo una economía más autónoma y resiliente frente a las fluctuaciones de los precios internacionales.

“Esta alianza es esencial para avanzar hacia una soberanía alimentaria real en la cual los alimentos no sean solo asequibles sino también el resultado de prácticas respetuosas con el medioambiente y las comunidades locales. Apostar por la Zootecnia en este proceso es apostar por un futuro más justo y autónomo en la producción alimentaria del país”, manifestó.

Cabe decir que la Zootecnia moderna no solo responde a una demanda social por prácticas éticas, sino que también tiene implicaciones en la calidad de los productos y en la sostenibilidad del sistema productivo. Animales en mejores condiciones tienden a ser más productivos y resistentes, lo cual refuerza la sostenibilidad del sistema alimentario.

La Zootecnia puede jugar un papel fundamental al fortalecer la producción local y mejorar la competitividad del sector agropecuario, pero esto requiere políticas que prioricen la sostenibilidad y la resiliencia del sistema alimentario colombiano. Un enfoque que combine la apertura comercial con el fortalecimiento de los productores locales contribuiría a una seguridad alimentaria más robusta, sostenible y equitativa para todos los colombianos.







jueves, 7 de noviembre de 2024

COP16: expertos de la UNAL hacen un llamado a la acción global para proteger la Amazonia

  Desde la XVI Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, que concluye hoy en Cali, académicos e investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia destacaron la importancia de la relación entre los ecosistemas del agua, la sostenibilidad ambiental, los conflictos sociales y políticos, y la conservación de las culturas indígenas de la Amazonia.

Durante la conferencia “Biodiversidad amazónica: retos y oportunidades para la conservación”, organizada por el Instituto Amazónico de Investigaciones (Imani), los expertos de la UNAL contextualizaron a los asistentes sobre el grave problema ambiental que se está generando en pleno siglo XXI debido al cambio climático e hicieron un llamado a la protección de los saberes ancestrales, fundamentales en la protección de los ecosistemas amazónicos.

Al respecto, el profesor Arturo Gómez, director del Imani, afirmó que “la Amazonia necesita de un compromiso y un diálogo global sobre los desafíos urgentes que enfrenta la biodiversidad de la región, hay que contribuir a la formulación y adopción de políticas públicas y de compromisos internacionales que aseguren la protección efectiva de la biodiversidad amazónica y promover un manejo sostenible”.

Colombia pensada como un país de fuentes hídricas

Durante su conferencia “La inundación, una nueva mirada integral a este mágico proceso amazónico”, el profesor Santiago Roberto Duque, director del Laboratorio de Manejo y Gestión de Humedales de la UNAL Sede Amazonia, quien lleva más de 30 años investigando la “salud” ambiental de los ecosistemas acuáticos, y más concretamente las dinámicas del río Amazonas y sus cuencas, realizó una reflexión sobre la magnitud de los recursos hídricos en Colombia, cuestionando cuál es la superficie nacional que le corresponde realmente al agua.

“Si sumamos los ríos, los lagos, los sistemas pulsantes y los humedales, se estima que alrededor del 24 % del territorio colombiano es agua, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible”, comentó el profesor Duque.

Sin embargo, mencionó que este porcentaje sería incluso mayor si se tuvieran en cuenta las rondas hídricas, que son las zonas que se encuentran a los lados de los ríos y que el río ha construido para manejar los excesos de caudal; son parte del río y son propiedad del sistema fluvial.

Dichas rondas hídricas son franjas contiguas a los cuerpos de agua naturales continentales, ya sean ríos, quebradas, arroyos, lagos, lagunas, pantanos o esteros.

“Durante el año hidrológico el flujo del agua en estas zonas puede ser continuo, periódico o eventual. En Colombia, el Decreto 2811 de 1974 establece que la ronda hídrica es la faja de protección de los cuerpos hídricos y que tiene un ancho de hasta 30 m, lo cual desconoce las singularidades de cada sistema fluvial”, recordó el experto Duque.

Asimismo enfatizó en que este es un país de ríos y que, según los estudios realizados, hasta el 40 % de la superficie de Colombia está relacionada con el agua. “Si el Gobierno nacional está hablando de un ordenamiento territorial en torno al agua, significa que tendrán que ordenar casi la mitad del país, teniendo en cuenta el río como eje central”, puntualizó.

Biodiversidad y cultura, un ecosistema en peligro

Otras conferencias, como la del profesor Juan Álvaro Echeverri, “Preservación y documentación de las lenguas nativas amazónicas en el contexto de cambio global”, ahondaron en la biodiversidad de la Amazonia y en la necesidad de proteger su riqueza cultural.

“La cuenca amazónica alberga más de 250 lenguas nativas, que representan una diversidad cultural correlacionada con la biodiversidad de la región, y es justamente esta diversidad lingüística la que representa el 25 % de las familias lingüísticas del mundo, que está estrechamente vinculada a la biodiversidad biológica”, afirmó el docente Echeverri.

Con base en esto, la UNAL Sede Amazonia cuenta con el primer Archivo Digital de Lenguas Indígenas de la Amazonia, una colección de 85 grabaciones recopiladas durante más de 30 años por el antropólogo Echeverri, el cual tiene como objetivo documentar y proteger los dialectos autóctonos del sur del país.

Las lenguas indígenas del Amazonas colombiano pertenecen a 12 familias lingüísticas y se extienden por un territorio fronterizo de experiencias variadas, culturales y únicas en el mundo.

Además, el profesor Echeverri considera que “esta interdependencia entre la diversidad cultural biológica es importante para la preservación de la Amazonia, pues cuando se desaparece una lengua se pierde una visión única de comprender el entorno. Las lenguas son el vehículo esencial para transmitir el conocimiento”, puntualizó.

De otra parte, el profesor Camilo Mongua Calderón ofreció la conferencia “La gobernanza ambiental desde una perspectiva histórica: una mirada a la Amazonia”, en la cual analizó la región desde una perspectiva histórica.

Según el académico, la mayoría de las negociaciones actuales alrededor de la Amazonia están enraizadas en estructuras políticas establecidas en los siglos XIX y XX.

“Es muy importante entender cómo estas relaciones de poder han sido construidas históricamente, pues sin ese contexto los esfuerzos de conservación corren riesgo. Solo a través de un análisis histórico se puede entender cómo las relaciones entre grupos indígenas, actores ilegales y autoridades locales hacen negociación política”, dijo el profesor.

En el evento académico también participaron estudiantes del Doctorado en Estudios Amazónicos, entre ellos Alejandro Prieto, quien se refirió a su tema de investigación centrada en el arrullo del wawae magüta como protección cantada y relacionamiento con los seres del territorio, y la  manera como la metodología usada actualmente le está sirviendo para entender las conexiones entre las personas occidentales y las comunidades con sus territorios.

La profesora Hooz Ángela Chaparro, del Grupo de Investigación en Estudios Transdisciplinarios en Turismo de la Sede Amazonia, realizó una reflexión respecto a la triada: pueblos, biodiversidad y turismo, para ahondar en si realmente esta conexión funciona en una región tan multicultural y biodiversa como la Amazonia.

La participación de la UNAL Sede Amazonia reflejó los avances de los estudios que han realizado los expertos durante casi tres décadas en la región, un esfuerzo importante para conservar la Amazonia, región vital para el planeta.


miércoles, 6 de noviembre de 2024

UNAL lideró Comisión Internacional de Infraestructuras Vivas en la COP16

 Durante el Simposio Global “Biopolis 2024: paisajes e infraestructuras vivas para comunidades saludables” se presentaron experiencias e investigaciones que van desde la biopolis –como un escenario de conexión de entornos– hasta la propuesta de nuevas fronteras, en donde se conectan las tecnologías y los espacios en territorios con condiciones complejas, tanto arquitectónicas como topográficas, sociales y de orden público. El evento fue coorganizado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) en el marco de la XVI Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas celebrado en Cali.

Este espacio acogió por primera vez en Colombia a la Comisión Internacional para las Infraestructuras Vivas (LINC), un conglomerado global de organizaciones que trabajan en arquitectura, paisaje e infraestructura, y se dedican a integrar la naturaleza y la biodiversidad en las ciudades.

Además de la UNAL –a través de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Sede Bogotá y el Instituto de Estudios del Pacífico de la Sede Tumaco– en la organización del Simposio también participó la Agremiación Colombiana de Facultades de Arquitectura.

El resultado más importante del encuentro fue la Declaración Biopolis 2024, que presentará ante la ONU y el Gobierno colombiano para exigir acciones concretas que garanticen el derecho humano a la naturaleza y los derechos de la naturaleza en zonas urbanas.

Según el documento, esto se deberá hacer a partir de seis puntos principales: (i) desertificación humana como emergencia global, (ii) acceso a la naturaleza en las ciudades como un derecho humano, (iii) los seres no humanos tienen derecho en las ciudades, (iv) las ciudades deben reconciliar a las personas con la naturaleza, (v) la naturaleza no sabe de límites, y (vi) las ciudades deben evolucionar con la naturaleza.

La UNAL tuvo una amplia participación con ponencias en las que se estudiaron historias locales donde la biopolis se aborda como un escenario de conexión de entornos y sobre nuevas fronteras.

En su conferencia, el profesor Andrés Ibáñez, director de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UNAL, señaló que “la biosfera se ve afectada por el impacto dramático y trascendental del peso de 30 trillones de toneladas de tecnosfera; además, desde el punto de vista ambiental, las ciudades son lugares y formas de desertificación, las más fuertes y menos reversibles”.

Según el académico, para que un arquitecto colombiano pueda responder cómo se deberían diseñar los lugares en el territorio más biodiverso del mundo, primero debe entender que somos bimodales: “vivimos sequía y lluvias”, y citó a los camellones como ejemplo de adaptación, entendida como la tecnología del paisaje en la cual el mismo suelo se usa para responder a ese tipo de clima.

“La arquitectura debe ser metahumana, es decir, debe superar las necesidades humanas y empezar a incorporar necesidades de otros seres. Además debe ser resilvestrizada o resalvajizada, teniendo en cuenta biotopos en donde la adaptación permita que haya anidamiento espontáneo y se establezca vida no humana en las estructuras, generando edificios vivos y cambiantes a lo largo del tiempo”, explicó el docente.

Las lecciones de las comunidades ancestrales

La estudiante de Arquitectura Sofía Garrido habló sobre su proyecto de grado, “Tejiendo raíces del conocimiento Inkal Awá”, en el analiza la vivienda tradicional de este pueblo indígena, adaptándola al diseño para espacios comunitarios de educación.

“En este se incorpora su cosmogonía, cosmovisión, dimensión cultural y educación, y se busca que el territorio se respete, se cuide del conflicto, además de contar con una construcción pertinente para la educación en su visión y armonía, proteger la identidad de su pueblo y mejorar las 86 estructuras educativas de las comunidades asentadas”, explicó la estudiante.

Por su parte el profesor Ángelo Páez, director del programa de Arquitectura de la Sede Bogotá y de la investigación, agregó que “el reto fue trasladar esa dimensión cultural a la visión de la arquitectura, teniendo en cuenta que se presentan problemas considerables frente a la situación del territorio y de la comunidad con la que están trabajando”.

La estudiante Garrido agregó: “no es fácil llegar a esos territorios por sus características topográficas o por la situación de conflicto en que están inmersas. Cada comunidad tiene unos saberes propios y cada arquitectura debería responder a estos. Hay que llevar un tipo de arquitectura que se pueda ejecutar fácilmente y que la comunidad pueda mantener, llevando materiales que sí correspondan al entorno”.

Ecosistemas conectores de biodiversidad

Durante el Simposio, el profesor Fernando Cortés abordó el tema de la construcción de ecosistemas conectores de biodiversidad y espacio público, resaltando que el paisaje es una dimensión estética. Explicó tres proyectos en los que participó: del paseo urbano de la carrera 15 en Bogotá, la Ciudadela el Pozón, y el POT de Funza. En estos procesos se muestra cómo no solo se tuvo en cuenta el área específica de andenes y árboles sino todas las zonas verdes. “Había que tejer un hilo verde, tejer el territorio para articular las diferentes especies verdes mediante sistemas de arborización continua”, dijo.

De otra parte, el profesor Leonardo Álvarez compartió con los asistentes cómo se ha venido pensando el campus de la UNAL Sede Tumaco; en su conferencia “Espacio para la educación tropical: inmersos en la naturaleza, Costa Pacífica colombiana”, dijo que “este fue un reto de magnitud teniendo en cuenta el contexto geográfico, arqueológico y social de la región”.

“Después del análisis se determina la protección del bosque abierto central y los canales de agua periféricos. El trazado proyectado se adapta a esas características, le apuesta a fortalecer y proteger estos escenarios, promueve las relaciones horizontales, con sistemas abiertos y ventilados para los pabellones, como unidades básicas, en torno a unas zonas verdes, con plataformas flexibles, adaptables y que estén alineados con el impacto solar en la estructura para     obtener confort climático y la convicción de potenciar del paisaje cercano”, relató el profesor Álvarez.

El Simposio Global “Biopolis 2024: Paisajes enfraestructuras vivas para comunidades saludables” contó con la participación de 14 invitados internacionales y 25 nacionales que compartieron experiencias exitosas y debatieron sobre el presente y el futuro de la biodiversidad en las ciudades del mundo y de Colombia.

El evento fue realizado en alianza con el Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander von Humboldt, el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible, la Red Mundial de Infraestructura Verde, el Consejo de Construcción Sostenible de los Estados Unidos y la Federación Internacional de Arquitectos del Paisaje.

 
                            










martes, 5 de noviembre de 2024

COP16 debe incidir en la restauración y prevención de riesgos en ecosistemas marinos

 Cuatro académicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) consideran que para que la XVI Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas incida en la restauración y prevención de riesgos en ecosistemas marinos debe contar con cooperación, construcción de una sociedad equitativa, construcción de respuestas con pensamiento y memoria histórica, además de resiliencia cultural.

La UNAL Sede Caribe llevó su aporte a la COP16 con el panel de expertos “Restauración de ecosistemas marino-costeros: acciones de la gestión del riesgo”, coordinado por la profesora Adriana Santos Martínez, directora de la Sede y líder de estudios sobre este tema.

Los expertos en ecosistemas marinos que acompañaron el panel fueron los profesores Ana Isabel Márquez y Juan David Osorio, de la UNAL Sede Caribe; Carolina Velázquez, de la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos), y José Ernesto Mancera, de la UNAL Sede Bogotá, quienes dejaron como reflexión que la COP16 debe incidir en la restauración y prevención de riesgos en ecosistemas marinos.

“Los elementos clave son la comunicación asertiva, seguir formando capital humano en las universidades con este enfoque, buscando que esta deje de ser solo una estadística, ya que esta formación debe servir para el desarrollo, para la construcción de una sociedad equitativa, porque si una especie lo acapara todo tiende a desaparecer”, destacó el profesor Mancera.

En su turno, la profesora Velázquez recordó que “la gestión de riesgos está sobrepasada debido a los procesos de desarrollo, crecemos más rápido de lo que creamos o incrementamos los riesgos más rápido de lo que podemos construir formas de responder. Por eso las maneras de hacer gestión de riesgo requieren estructura, que cuenten con el pensamiento histórico, que pueda ser accionable, revisada constantemente, sustentable y sostenible”.

Resaltó además que “es fundamental recurrir a la memoria del desastre, porque muchas veces se estudian a profundidad los sucesos, pero se pierde esa información recopilada y no debería ser así, sino trabajarse y reconstruirse a partir de las reflexiones aprendidas”.

Por su parte, el profesor Osorio agregó que “se deben retomar los estudios de toda índole y transdisciplinares que se tienen respecto a la gestión de riesgos en ecosistemas marinos para tomar decisiones y mediciones para poder responder a las crisis a los riesgos”.

Para el cierre, la profesora Márquez indicó que “es importante incorporar las decisiones sociales y culturales construidas históricamente por las comunidades en sus territorios, además de tener la resiliencia cultural como componente esencial”.

En este punto coincidió el profesor Mancera, quien afirmó que “las soluciones se deben basar en los habitantes como parte de la solución, y con metodologías de cooperación; la cooperación es más fuerte que la competencia: endosimbiosis”.







viernes, 1 de noviembre de 2024

SOS para el Chocó biogeográfico, amenazado por la creciente degradación ambiental

 La minería ilegal, la tala descontrolada y los cultivos ilícitos están causando estragos en los ecosistemas de esta región, reconocida por su biodiversidad única que reúne 180 especies de mamíferos, 790 de aves, 190 de reptiles, 140 de anfibios y 108 tipos de vegetación con un rol crucial en la captura de carbono. Por eso es relevante que la XVI Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas se esté realizando en Cali (Valle del Cauca), una de sus capitales.

El Chocó biogeográfico se define como un enorme corredor que se extiende desde la mitad de Nicaragua hasta el norte de Ecuador y que alberga no solo una gran variedad de flora y fauna, sino también de ecosistemas como los manglares, bosques de llanura y ríos que durante siglos han sustentado a las comunidades afrocolombianas y locales.

Su vegetación es tan única en el planeta, que científicos como el profesor Jesús Orlando Rangel, del grupo de investigación en Biodiversidad y Conservación del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), no lo piensa dos veces para asegurar que estos ecosistemas representan un verdadero tesoro biológico.

“Las formaciones de bosque en esta área son inigualables. No hay nada comparable en Asia, África o Australia”, asegura el profesor Rangel, y explica que “así como la vegetación de la Amazonia ha sido fundamental para restaurar las zonas afectadas en Brasil y otros países, el norte del Chocó desempeñaría un papel esencial en la regeneración de ecosistemas deteriorados, incluso en otros países”, dijo en el reciente ABC de Periódico UNAL dedicado al Chocó biogeográfico.

Sin embargo, casos como el catival –una formación vegetal en la que predomina el cativo, conformado por árboles de gran altura– han disminuido debido a la explotación industrial. Para dimensionar la magnitud de estas afectaciones, en el norte, el área deforestada es de casi el 11 % de la vegetación original, en el centro alcanza un 50 % y en el sur un 34 %.

Esta situación ha sido muy distinta en el sur, pues allí –donde se sitúan San Juan y Buenaventura– tenían como medio de subsistencia los bosques de sajo, que fueron diezmados por la sobreexplotación.

Otro caso alarmante en relación con la explotación en este territorio es la cruel utilización de los manatís para alimentar a los trabajadores de los campamentos de explotación maderera y minera. “Más o menos unas 9.000 toneladas subían por todos los ríos cada mes para alimentarlos”.

Y aunque el perfil de los explotadores ha cambiado, el profesor Rangel enfatiza en que aún persiste la presión sobre los recursos naturales del Chocó, lo cual agudiza los efectos del cambio climático.

“Todos hemos identificado el problema por la emisión de gases y el calentamiento global, y una de las medidas más apropiadas es que la vegetación trate de captar ese dióxido de carbono para  disminuir el calentamiento. La solución es recuperar esos bosques, pero eso no se consigue con buenas palabras”.

“Tanto una reforestación bien dirigida como el apoyo a las comunidades locales permitirían una recuperación significativa del ecosistema. Sin embargo, las decisiones políticas no siempre han acompañado las recomendaciones científicas”, asegura el profesor Rangel.

La UNAL, por ejemplo, ha realizado un papel importante en la investigación del Chocó y en la formación de profesionales capacitados para trabajar en la región. Desde los años 80 ha colaborado en proyectos de conservación en áreas críticas, como la isla Gorgona, donde se ha protegido una porción de la biodiversidad característica del Chocó.

“Fuimos y trabajamos en esta área excepcional, que es un paraíso. En el Chocó tuvimos durante mucho tiempo la cultura de la extracción artesanal de los minerales preciosos: oro y platino. El asunto es que cambien lo artesanal con la parte mecánica”.

Por eso enfatiza en que es urgente que el Gobierno implemente políticas que les brinden incentivos económicos a las comunidades para que puedan conservar el bosque.

“No podemos pedirles que protejan la naturaleza si eso significa que sus familias pasarán hambre. Necesitamos un cambio de enfoque que reconozca que la conservación también puede ser una fuente de ingresos”, expresa.