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martes, 22 de julio de 2025

Colombia prioriza al chontaduro y la sidra como cultivos de oportunidad frente al cambio climático

  Estos cultivos se destacan por su alta capacidad de adaptación a condiciones climáticas extremas, aporte nutricional significativo y potencial de escalabilidad. 

 La selección, liderada por la Alianza de Bioversity International y el CIAT, Agrosavia y el Crop Trust, con la participación de productores, investigadores, sector privado, sociedad civil y tomadores de decisiones, representa un avance estratégico hacia sistemas agroalimentarios más resilientes y sostenibles.


Colombia ya eligió sus dos cultivos de oportunidad. A través de un proceso participativo que reunió a representantes del Gobierno Nacional, productores, investigadores, organizaciones ambientales, de cooperación internacional, gremios del agro y emprendedores del sector privado, Colombia priorizó el chontaduro y la sidra como cultivos de oportunidad.

 Estas especies se priorizaron por su capacidad para diversificar los sistemas alimentarios, hacer frente al cambio climático, fortalecer la seguridad alimentaria del país y escalar su impacto a nivel nacional.
 La selección se llevó a cabo entre el 15 y el 16 de julio en Bogotá, durante el Taller Nacional sobre Cultivos de Oportunidad, liderado por la Alianza de Bioversity International y el CIAT, con el apoyo de Agrosavia y el respaldo del Crop Trust, organismo internacional dedicado a salvaguardar la diversidad de cultivos. 

El chontaduro y la sidra fueron seleccionados entre 48 especies tradicionales. ¿Qué son los cultivos de oportunidad? “Estos cultivos tienen un potencial aún no del todo aprovechado para mejorar la nutrición, diversificar las dietas y fortalecer los medios de vida rurales”, dice Edwin Garzon-Horta, del Crop Trust. 
Los cultivos de oportunidad son especies resilientes que crecen en suelos pobres, soportan temperaturas extremas y resisten largos periodos de sequía. 

Requieren menos insumos, ofrecen un alto valor nutricional y representan alternativas más sostenibles frente a los modelos agrícolas intensivos.

 Además, están profundamente ligados a las tradiciones locales, las cocinas regionales y los saberes ancestrales.
 El chontaduro: alimento, tradición y oportunidad El chontaduro es una especie nativa que se cultiva en Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Chocó, el occidente de Risaralda, Urabá, Putumayo, Caquetá, sur del Meta, Amazonas, Guaviare y Vaupés.

 Su fruto se consume cocido o en bebidas tradicionales como la chicha y el masato. Además de su valor cultural, ofrece múltiples usos: palmito, aceite, alimento animal y madera para construcción o artesanía. Aunque su consumo fuera de la región Pacífica es limitado, el palmito de chontaduro tiene un alto potencial para nuevos mercados. 

Para Colombia, el banco de germoplasma principal se encuentra en el Centro de Investigación El Mira, de Agrosavia, en Tumaco, donde se mantienen 241 accesiones de chontaduro que representan gran parte de la variabilidad genética de la especie. 


La sidra, un alimento tradicional con valor medicinal La sidra se cultiva en zonas de clima templado a cálido de Nariño, Cauca, Antioquia, Cundinamarca y otras regiones como la Sierra Nevada, Putumayo y el Eje Cafetero.

 Se consume cocida en sopas, guisos o ensaladas. Además de su uso alimentario, las raíces y hojas se emplean en medicina tradicional. 
Su comercialización es principalmente local y rural, aunque existe un mercado internacional. En Colombia, hasta el momento, no existen colecciones registradas.

 A nivel regional, existe un banco de germoplasma activo en Costa Rica, con amplia diversidad genética.
 Aunque el chontaduro prescultivos abre nuevas posibilidades para impulsar la investigación científica, incluyendo la conservación de accesiones, y avanzar hacia sistemas alimentarios más resilientes.

 “El evento de priorización fue una oportunidad clave para alinear la investigación científica y la estrategia, asegurando que enfoquemos nuestros esfuerzos donde tendrán mayor impacto para los agricultores y los sistemas agroalimentarios”, explicó Lizeth Llanos, científica de datos senior de la Alianza Bioversity - CIAT. Además, el ejercicio de priorización permitió identificar desafíos comunes como la débil articulación con los mercados, el limitado apoyo institucional y la necesidad urgente de mayor inversión en investigación. 

El camino a seguir exige integrar estos cultivos en las políticas públicas, los programas de investigación y las estrategias comerciales.

 “Agrosavia tiene la oportunidad de generar un esfuerzo conjunto para que, como país, rescatemos la diversidad que hay en el territorio, logremos integrar conocimientos, y aportemos —junto con el saber de nuestras comunidades y el conocimiento técnico y científico— a la conservación de estos recursos genéticos y, quizás, a su restitución en poblaciones que los han perdido”, agregó Carolina González, jefe del Departamento de Agrobiodiversidad de Agrosavia.

 El evento se realizó en el marco de la iniciativa internacional Fondo de Financiamiento para el Poder de la Diversidad (Power of Diversity Funding Facility), liderada por el Crop Trust y que cuenta con el respaldo financiero del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ), a través del Banco de Desarrollo KfW, y del Departamento de Asuntos Exteriores de Irlanda. El proceso de priorización continuará en países como Kenia, India, Nigeria, Tanzania, Uganda y Zambia, en una apuesta global por rescatar, conservar y promover los cultivos que pueden nutrir un futuro más resiliente y equitativo.


miércoles, 11 de septiembre de 2024

El chontaduro sería una alternativa natural a los tintes alimentarios artificiales

 Aunque hoy el chontaduro se consume en mercados locales en forma de palmitos, crudo, como harina o chicha de chonta, esta fruta también tendría potencial para la industria alimentaria del país, pues contiene altas cantidades de pigmentos orgánicos (o carotenoides) y moléculas antioxidantes que servirían para reemplazar aditivos sintéticos colorantes.

Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín comprobó que usar ventanas refractantes para secar la fruta conservaría el 88,5 % de su betacaroteno, un compuesto natural que remplazaría aditivos artificiales como la tartrazina o el amarillo ocaso, colorantes que pueden generar efectos negativos en la salud. Además, con esta técnica se reducirían costos y energía.

El chontaduro, fruta de color anaranjado quemado y textura fibrosa, es originaria de la Región Amazónica, y aunque ha sido considerada como exótica, cada vez se han conocido más sus propiedades nutritivas y ha cobrado interés por ser un frutal promisorio para promover la sustitución de cultivos de uso ilícito en Colombia.

Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, actualmente en el país hay más de 37.600 hectáreas sembradas con este cultivo, siendo el municipio de Tambo (Cauca) el de mayor participación nacional, con el 48 % de la producción del país.

“Es una fruta con un gran valor nutricional, con alto contenido de carotenoides, selenio, zinc y polifenoles, moléculas que ejercen un potencial antioxidante, es decir aliadas en la prevención de daños celulares y algunas enfermedades degenerativas”, explica Jeanine Kathleen Peñaloza Figueroa, doctora en Ingeniería - Sistemas Energéticos de la UNAL Sede Medellín, autora de la investigación.

Para obtener estos bioactivos de forma eficiente, el material debe estar libre de agua, por lo que el secado de la fruta es crucial. “Para extender su vida útil y usarla como ‘ingrediente’ en otros productos (jugos, tortas, mermeladas, etc.) se le debe retirar toda el agua garantizando su estabilidad y baja degradación oxidativa. Por eso, con el fin especial de preservar sus carotenoides, probamos una tecnología emergente para el secado: las ventanas refractantes”, explica.

Los carotenoides como el betacaroteno son una alternativa natural para remplazar aditivos artificiales como la tartrazina (proporciona color amarillo o anaranjado a los productos), promoviendo la reducción de efectos negativos en la salud de los consumidores.

“Inicialmente caracterizamos 3 variedades de chontaduro provenientes de Cauca, Chocó y Putumayo, y encontramos que la primera presenta mayores valores de carotenoides, la segunda mayor contenido de grasas (omegas 6 y 9) y la tercera mayor contenido de almidón”, agrega la investigadora.

Chontaduro del Cauca y uso de ventanas refractantes

En palabras sencillas, el método de ventanas refractantes consiste en un recipiente grande con agua caliente, que funciona similar al “baño María”, y sobre el que hay un plástico llamado lámina mylar, que separa la pulpa del líquido. “Elegimos el chontaduro del Cauca por sus propiedades. Extendimos la pulpa de la fruta hasta que estuviera de poco espesor, o en forma de laminillas, y empezamos el proceso de deshidratación. Para esto el agua debe estar a una temperatura entre 80 y 90 °C”, continúa.

En la parte superior hay un sistema de extracción para eliminar la humedad que sale del producto. “Durante la investigación probamos diferentes temperaturas y espesores, e identificamos que las condiciones óptimas de temperatura y espesor sonde  85 °C y 2 mm, así preservamos el 88,5 % de betacaroteno, un resultado muy favorable teniendo en cuenta que con otras técnicas como el secado por convección, el microondas, el vacío y la atomización se retenía respectivamente el 11,44 %, 23,94 %, 22,85 % y 30 %”.

Además, la investigadora Peñaloza realizó pruebas a nivel industrial, pasando de trabajar en laboratorio con una lámina de 30 cm x 19 cm, a un equipo de 5 m de largo por 80 cm de ancho. Así encontró que a gran escala se necesita incluso menos tiempo de secado (entre 14 y 20 minutos), un hallazgo adicional para la eficiencia energética y la reducción de costos e impactos en el medioambiente.

“Las ventanas refractantes representan muchos beneficios, especialmente porque necesitan temperatura más baja que otras técnicas, como el secado por atomización que requiere temperaturas de hasta 220 °C”, complementa.

Estos resultados demuestran la viabilidad de fortalecer la producción de esta fruta y de apoyar a los emprendedores de zonas vulneradas por el conflicto armado. “Podemos conseguir esta materia prima en zonas como Cauca, Chocó y Putumayo y obtener productos que se materialicen en el mercado nacional”, concluye la investigadora.