En el río Samaná Norte, afluente del Magdalena, los bocachicos ya no solo nadan contra la corriente, también se han convertido en símbolo de resistencia frente a los proyectos hidroeléctricos que amenazan con cortar sus rutas migratorias y alterar la vida de miles de familias ribereñas. En Colombia, donde el 70 % de la energía proviene de represas, este pez en vía de extinción recuerda que lo que está en juego no es solo una especie, sino toda una red de relaciones sociales, culturales y ecológicas que dependen de ríos vivos.
Esta reflexión se plantea en Pensar con los peces:
Resistencias, extractivismos y transiciones ambientales, libro de Juan
David Arias Henao, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL), quien obtuvo una Mención de Honor en la categoría
“Ciencias - Ciencias Sociales y Humanas” de los Premios Nacionales Alejandro
Ángel Escobar de Ciencia y Solidaridad 2025, iniciativa de la Fundación
Alejandro Ángel Escobar.
Entre 2018 y 2022 el egresado de la UNAL desarrolló una
investigación que lo llevó a acompañar a pescadores, biólogas y líderes
ambientales del Samaná Norte, en donde están proyectadas dos hidroeléctricas:
Palaguas y Porvenir 2. En ese proceso, el bocachico, símbolo de la riqueza
natural y cultural del río Magdalena, emergió como protagonista.
“El bocachico no salta muros”, corean las comunidades en
marchas y pancartas, recordando que las represas no solo detienen el agua, sino
que además bloquean los ciclos vitales de reproducción y migración de los
peces.
Además de su valor ecológico, este pez es patrimonio
cultural: las “subiendas” convocan fiestas, cantos y técnicas de pesca
transmitidas de generación en generación y más de 150.000 familias en la cuenca
del Magdalena dependen de esta especie para su sustento.
Desde 2012 el bocachico del río Samaná Norte —y de la gran
cuenca del Magdalena— está incluido en el Libro rojo de peces
dulceacuícolasde Colombia como “especie vulnerable”, lo que indica que
su supervivencia a largo plazo no está asegurada sin medidas de conservación.
Una evaluación previa del Fondo Mundial para la Naturaleza lo había clasificado
en “peligro crítico”, alertando sobre un riesgo extremadamente alto de
extinción.
“La posible desaparición del bocachico no es solo una
pérdida biológica: también compromete funciones ecológicas vitales como la
purificación del agua, la regulación del clima o el sostenimiento de la pesca
artesanal. Estudios internacionales han advertido que la pérdida de
biodiversidad aumenta la vulnerabilidad ante desastres, enfermedades emergentes
y cambios climáticos, además de afectar la productividad agrícola y pesquera de
la que dependen millones de personas para su sustento”, anota el investigador.
Pensar en cardumen
La investigación muestra cómo las represas del Magdalena
alteran los ritmos del agua: las compuertas se abren o se cierran no por los
ciclos de lluvia y sequía sino por la demanda del mercado eléctrico. Esta
“regulación artificial” genera señales confusas que desorientan a los peces y
afectan la pesca, la minería artesanal y hasta la recolección de materiales
para vivienda.
“El caudal del río ya no depende de los inviernos o veranos,
sino de la bolsa de energía”, advierte el investigador Arias. Este fenómeno,
que denomina “capitalismo eléctrico”, convierte a los ríos andinos en
escenarios de sacrificio en donde se acumulan los impactos de un modelo
energético que abastece al país pero fragmenta los ecosistemas y las culturas
que dependen de ellos.
La obra introduce una idea disruptiva: “pensar con los
peces” y no solo sobre ellos. Se trata de reconocerlos como actores con
agencia, cuya presencia o ausencia habla del estado del río y de la vida que
este sostiene. El investigador lo llama “pensar en cardumen, un ejercicio
colectivo inspirado en el sentipensamiento de Orlando Fals Borda que articula
razón, afecto y cuerpo para comprender la crisis ambiental”.
Destaca además que para los ribereños el río es más que un
recurso, es psicólogo, refugio y memoria. “Cuando uno está triste va al río”,
dicen. Ese vínculo revela que la defensa del Samaná Norte no es solo política,
sino también emocional y cultural.
Estas comunidades también plantean diversificar la matriz
energética y desmercantilizar la electricidad para reducir la dependencia de
los ríos andinos. En sus palabras, se trata de defender la soberanía energética
y reconocer que los peces, como los humanos, forman parte de sociedades
interdependientes.
Resistencias y transiciones
El trabajo de campo incluyó caminatas, recorridos fluviales
y jornadas de pesca con las comunidades. Allí, el investigador Arias constató
que los movimientos por la defensa del territorio no solo luchan contra
megaproyectos: también producen conocimiento y proponen alternativas, entre
ellas declarar al río Samaná como sujeto de derechos —un litigio aún en curso—,
promover una transición energética justa y entender la energía como un derecho,
no como mercancía.
La investigación se desarrolló a través de una etnografía
multiespecies, un enfoque que reconoce a los seres no humanos como parte activa
de la vida social. No se trató solo de observar a pescadores o líderes
ambientales, sino de saber cómo los bocachicos, el propio río y otros elementos
del ecosistema afectan y son afectados por esas comunidades.
Para ello, durante varios meses el experto Arias vivió en la
ribera del Samaná Norte, acompañando jornadas de pesca nocturna —donde los
pescadores le enseñaron que no debía encender linternas porque los peces se
guían por sonidos y vibraciones—, registrando recorridos en canoa y escuchando
relatos en los que el río aparece como un “psicólogo” capaz de aliviar penas y
sostener la memoria colectiva.
Publicado en 2024, Pensar con los peces:
Resistencias, extractivismos y transiciones ambientales, resultado del
trabajo doctoral en Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana
(Medellín) del investigador Arias, dialoga con debates globales de la ecología
política y los estudios multiespecies, mostrando que los peces no son “objetos”
sino sujetos que inciden en las disputas territoriales. “La ausencia o
presencia de bocachicos nos dice si el río está vivo”, resume.
Con la Mención de Honor en los Premios Nacionales Alejandro
Ángel Escobar, Pensar con los peces se consolida como un
aporte pionero al pensamiento ambiental latinoamericano en tiempos de crisis
climática, pérdida de biodiversidad y conflictos por el agua. Su mensaje es
claro: cuidar a los bocachicos es cuidar a las comunidades y a los ríos que
sostienen la vida.
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