miércoles, 1 de octubre de 2025

Bocachicos, símbolo de resistencia frente a las represas en el Magdalena

 En el río Samaná Norte, afluente del Magdalena, los bocachicos ya no solo nadan contra la corriente, también se han convertido en símbolo de resistencia frente a los proyectos hidroeléctricos que amenazan con cortar sus rutas migratorias y alterar la vida de miles de familias ribereñas. En Colombia, donde el 70 % de la energía proviene de represas, este pez en vía de extinción recuerda que lo que está en juego no es solo una especie, sino toda una red de relaciones sociales, culturales y ecológicas que dependen de ríos vivos.

Esta reflexión se plantea en Pensar con los peces: Resistencias, extractivismos y transiciones ambientales, libro de Juan David Arias Henao, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien obtuvo una Mención de Honor en la categoría “Ciencias - Ciencias Sociales y Humanas” de los Premios Nacionales Alejandro Ángel Escobar de Ciencia y Solidaridad 2025, iniciativa de la Fundación Alejandro Ángel Escobar.

Entre 2018 y 2022 el egresado de la UNAL desarrolló una investigación que lo llevó a acompañar a pescadores, biólogas y líderes ambientales del Samaná Norte, en donde están proyectadas dos hidroeléctricas: Palaguas y Porvenir 2. En ese proceso, el bocachico, símbolo de la riqueza natural y cultural del río Magdalena, emergió como protagonista.

“El bocachico no salta muros”, corean las comunidades en marchas y pancartas, recordando que las represas no solo detienen el agua, sino que además bloquean los ciclos vitales de reproducción y migración de los peces.

Además de su valor ecológico, este pez es patrimonio cultural: las “subiendas” convocan fiestas, cantos y técnicas de pesca transmitidas de generación en generación y más de 150.000 familias en la cuenca del Magdalena dependen de esta especie para su sustento.

Desde 2012 el bocachico del río Samaná Norte —y de la gran cuenca del Magdalena— está incluido en el Libro rojo de peces dulceacuícolasde Colombia como “especie vulnerable”, lo que indica que su supervivencia a largo plazo no está asegurada sin medidas de conservación. Una evaluación previa del Fondo Mundial para la Naturaleza lo había clasificado en “peligro crítico”, alertando sobre un riesgo extremadamente alto de extinción.

“La posible desaparición del bocachico no es solo una pérdida biológica: también compromete funciones ecológicas vitales como la purificación del agua, la regulación del clima o el sostenimiento de la pesca artesanal. Estudios internacionales han advertido que la pérdida de biodiversidad aumenta la vulnerabilidad ante desastres, enfermedades emergentes y cambios climáticos, además de afectar la productividad agrícola y pesquera de la que dependen millones de personas para su sustento”, anota el investigador.

Pensar en cardumen

La investigación muestra cómo las represas del Magdalena alteran los ritmos del agua: las compuertas se abren o se cierran no por los ciclos de lluvia y sequía sino por la demanda del mercado eléctrico. Esta “regulación artificial” genera señales confusas que desorientan a los peces y afectan la pesca, la minería artesanal y hasta la recolección de materiales para vivienda.

“El caudal del río ya no depende de los inviernos o veranos, sino de la bolsa de energía”, advierte el investigador Arias. Este fenómeno, que denomina “capitalismo eléctrico”, convierte a los ríos andinos en escenarios de sacrificio en donde se acumulan los impactos de un modelo energético que abastece al país pero fragmenta los ecosistemas y las culturas que dependen de ellos.

La obra introduce una idea disruptiva: “pensar con los peces” y no solo sobre ellos. Se trata de reconocerlos como actores con agencia, cuya presencia o ausencia habla del estado del río y de la vida que este sostiene. El investigador lo llama “pensar en cardumen, un ejercicio colectivo inspirado en el sentipensamiento de Orlando Fals Borda que articula razón, afecto y cuerpo para comprender la crisis ambiental”.

Destaca además que para los ribereños el río es más que un recurso, es psicólogo, refugio y memoria. “Cuando uno está triste va al río”, dicen. Ese vínculo revela que la defensa del Samaná Norte no es solo política, sino también emocional y cultural.

Estas comunidades también plantean diversificar la matriz energética y desmercantilizar la electricidad para reducir la dependencia de los ríos andinos. En sus palabras, se trata de defender la soberanía energética y reconocer que los peces, como los humanos, forman parte de sociedades interdependientes.

Resistencias y transiciones

El trabajo de campo incluyó caminatas, recorridos fluviales y jornadas de pesca con las comunidades. Allí, el investigador Arias constató que los movimientos por la defensa del territorio no solo luchan contra megaproyectos: también producen conocimiento y proponen alternativas, entre ellas declarar al río Samaná como sujeto de derechos —un litigio aún en curso—, promover una transición energética justa y entender la energía como un derecho, no como mercancía.

La investigación se desarrolló a través de una etnografía multiespecies, un enfoque que reconoce a los seres no humanos como parte activa de la vida social. No se trató solo de observar a pescadores o líderes ambientales, sino de saber cómo los bocachicos, el propio río y otros elementos del ecosistema afectan y son afectados por esas comunidades.

Para ello, durante varios meses el experto Arias vivió en la ribera del Samaná Norte, acompañando jornadas de pesca nocturna —donde los pescadores le enseñaron que no debía encender linternas porque los peces se guían por sonidos y vibraciones—, registrando recorridos en canoa y escuchando relatos en los que el río aparece como un “psicólogo” capaz de aliviar penas y sostener la memoria colectiva.


Este método permitió comprender que los peces no eran metáforas de resistencia sino actores materiales en la disputa. Su presencia o ausencia se convirtió en argumento para afirmar que el río estaba vivo y debía fluir libre. La etnografía multiespecies, en diálogo con saberes científicos de biólogos e ictiólogos, abrió un espacio de encuentro entre ciencias naturales, ciencias sociales y conocimientos locales.

Publicado en 2024, Pensar con los peces: Resistencias, extractivismos y transiciones ambientales, resultado del trabajo doctoral en Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín) del investigador Arias, dialoga con debates globales de la ecología política y los estudios multiespecies, mostrando que los peces no son “objetos” sino sujetos que inciden en las disputas territoriales. “La ausencia o presencia de bocachicos nos dice si el río está vivo”, resume.

Con la Mención de Honor en los Premios Nacionales Alejandro Ángel Escobar, Pensar con los peces se consolida como un aporte pionero al pensamiento ambiental latinoamericano en tiempos de crisis climática, pérdida de biodiversidad y conflictos por el agua. Su mensaje es claro: cuidar a los bocachicos es cuidar a las comunidades y a los ríos que sostienen la vida.








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