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lunes, 5 de diciembre de 2022

Contaminación altera la forma de las microalgas en la ciénaga de Zapatosa

 Por su forma, volumen y composición esquelética –de sílice–, que les permite tener una mejor protección, o su capacidad para formar colonias, se puede determinar la condición ambiental del agua de ciénagas, ríos, quebradas o lagos. La aplicación de un novedoso modelo facilitó identificar los cambios de las microalgas al estar expuestas a la contaminación en la ciénaga de Zapatosa.

Las microalgas perifíticas, también llamadas ficoperifitón, son la primera entrada de energía solar en los ecosistemas acuáticos y tienen un gran potencial como bioindicadores, ya que se adhieren a rocas, plantas y otros materiales a poca profundidad y permanecen allí durante su corta vida, por lo que arrojan resultados recientes de la calidad de las aguas.

Para determinar su condición, la bióloga Mayra Guerrero, magíster en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se embarcó en la búsqueda de estas pequeñas algas en la ciénaga de Zapatosa (entre Cesar y Magdalena), ya que es uno de los cuerpos de agua más importantes del país, con cerca de 40.000 hectáreas y alrededor de 1.000 m3 de agua.

“Esta zona, de la que forman parte municipios como Chimichagua, Curumaní, Tamalameque y El Banco, no cuenta con un sistema de acueducto adecuado, por lo que los residuos y aguas negras son arrojados a ríos y humedales que llegan hasta la Ciénaga afectando actividades como la pesca, de la que depende gran parte de la población”, asegura.

La experta diseñó un modelo para analizar la calidad de las aguas utilizando la morfología funcional de las microalgas, ya que sistemas como el taxonómico, deben ser realizados por personas con una gran experiencia en el tema, por lo que toma más tiempo.

En el estudio se midieron características físicas como el volumen, el área de su superficie y la presencia o no de un exoesqueleto de sílice –que les da una “capa de cristal”– o de aerotopos, burbujas que les permiten adherirse mejor. También se consideró la producción de mucílago –baba que facilita el crecimiento–, la formación de filamento y la presencia de flagelos.

Se realizó un muestreo en 19 zonas que brindaran una gama distinta de condiciones, como por ejemplo la riqueza de la comunidad de peces, ya que se supone son lugares bien muy bien conservados, el uso del suelo, la cercanía o lejanía con zonas de asentamientos humanos y la cobertura vegetal.

“Las zonas con mayor contaminación fueron los lugares en los cuales se encontraron algas con todas las características, lo que significa que son organismos de gran tamaño, aunque no alargadas, mientras que en los lugares con las mejores condiciones se hallaban tamaños pequeños y estas algas no producían mucílago ni formaban colonias”, afirma.

Las muestras se tomaron en un periodo hidrológico de aguas bajas a aguas altas, en su mayoría de ramas de árboles enraizados en esa zona sumergida a una profundidad de entre 3 y 5 cm, ya que al subir el nivel del agua de la ciénaga los cubre. Además se utilizaron plantas acuáticas y rocas según la disponibilidad del sustrato en la zona.

De los elementos recolectados se separaron las algas adheridas y se conservaron en un tarro con solución transo, que ayuda a su adecuada preservación, y se identificaron en el laboratorio gracias a un microscopio invertido y uno óptico, que permiten ver sus características y cambios.

La bióloga considera que en la Ciénaga falta supervisión gubernamental, pues al parecer de toda su extensión acuática solo hay tres puntos que en la actualidad se están monitoreando de forma constante, lo cual deja por fuera una gran cantidad de agua de la que no se conoce su estado en cuestión.

“Las métricas permitieron construir un índice de integridad biótica (IIB), modelo que se puede aplicar para evaluar distintos cuerpos de agua en el país, lo único que debería modificarse serían los valores específicos de cada lugar, pero la plantilla y estructura ya está”, explica.

Agrega que se utilizó el programa de procesamiento digital de imagen ImageJ para la medición de sus áreas y superficies, y el software estadístico PAST, para analizar estas medidas.

Por último, otro problema latente es la ganadería no controlada, ya que las vacas dañan los suelos de la ciénaga y sus alrededores, pastando dentro de ella en lugares poco profundos, y dañando el ecosistema en general.

La investigación formó parte de un convenio de trabajo entre la UNAL y la Fundación Natura (2020-2021), con el objetivo de asesorar a la institución en la selección de indicadores biológicos para la elaboración de un sistema de biomonitoreo de los ecosistemas acuáticos continentales del país.







 

miércoles, 17 de abril de 2019

Pesca en ciénaga de Zapatosa disminuye por contaminación

Vertimientos como aguas residuales alteran el oxígeno disuelto y otros indicadores de calidad del agua, lo que genera un desequilibrio en el ecosistema y reduce la población de peces de interés comercial.



La contaminación orgánica provoca la proliferación de ciertas plantas acuáticas que reducen la disponibilidad de oxígeno. Foto: Luis Acosta. 


En algunos de los muestreos del agua tomados cerca de la desembocadura del río Cesar en la ciénaga de Zapatosa, se encontró un nivel de oxígeno disuelto de 2,3 miligramos (mg) por litro (l), cuando los peces necesitan para su desarrollo normal, en promedio, alrededor de 5 mg/l.

Así lo asegura Luis Ángel Acosta Murgas, candidato a magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, quien estudió la calidad del agua en la ciénaga y sus consecuencias en la biodiversidad.

Agrega que la baja disponibilidad de oxígeno disuelto es consecuencia de procesos químicos propios de la contaminación y de la proliferación de ciertas plantas acuáticas producto de los vertimientos.


Factores como los bajos niveles de oxígeno han llevado a que en el ecosistema predominen especies pequeñas de bajo interés comercial, como es el caso del pincho (Cyphocharax magdalenae), que sobrevive ante cambios bruscos de las condiciones y se ve favorecido con el material orgánico en descomposición.

“Cuando peces de gran porte no encuentran un hábitat favorable en la ciénaga, migran a otras zonas o pasan por procesos de adaptación, lo que limita su tamaño, lo que les permite sobrevivir en ambientes contaminados”, explica el investigador.

Según un informe de la ONG Ecofondo, entre 1973 y 2006 las capturas pesqueras se redujeron en un 92% en la cuenca del río Magdalena, territorio donde se encuentra la ciénaga, pasando de 79.000 a 6.000 toneladas al año.

En adición a esto, la longitud del bagre rayado (Pseudoplatystoma magdaleniatum), pez de gran atractivo para el mercado y hoy en peligro crítico de extinción, pasó en esa área de un  
promedio de 68,3 cm, en 1989, a 60,4 cm, en el 2005, según datos del entonces Instituto Colombiano de Desarrollo Rural.


Entre los factores decisivos de estas dinámicas de pesca, sostiene el investigador, se encuentran la sobreexplotación y la contaminación.


Vertimientos enemigos

Las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de los municipios de la región no son eficientes en la remoción de elementos contaminantes, lo que afecta la calidad del agua del río Cesar, que desemboca en la ciénaga, explica. En algunos puntos ni siquiera se cuenta con PTAR y, por ello, las aguas residuales municipales se constituyen en uno de los principales agentes de contaminación orgánica de la ciénaga, detalla.


Los desequilibrios en los niveles de amonio, nitrito, nitrato y fosfato provocan en toda la extensión de la ciénaga (entre 500 y 360 km2 dependiendo de la temporada) un fenómeno de eutrofización, que es la acumulación de nutrientes orgánicos en fuentes hídricas que conlleva a la proliferación de ciertas plantas acuáticas.


“Cuando los niveles de agua descienden —como en diciembre— las abundantes plantas macrófitas empiezan a morir y a descomponerse.

 Esa degradación disminuye el oxígeno; en esos periodos encontramos junto a la desembocadura del río Cesar solo cuatro especies de peces, mientras que en condiciones normales pueden permanecer allí, en promedio, 15”, advierte el  investigador. 
    
La eutrofización también aumenta la cantidad de microalgas en otras zonas, las cuales disminuyen el oxígeno disuelto en el agua en su proceso de respiración en las noches; esto perjudica a peces depredadores como los bagres, que tienen hábitos alimenticios nocturnos.



Inventario de especies

Para el estudio, financiado por la Gobernación del Cesar y dirigido por el profesor Guillermo Duque Nivia, de la U.N. Sede Palmira, se tomaron muestras de agua y peces en cuatro puntos diferentes de la ciénaga: junto a los ríos Cesar, Limón y Magdalena, y en un punto intermedio aislado de estos afluentes.
 Se realizaron cuatro campañas de muestreo distribuidas entre 2017 y 2018, de manera que resultaran representativas de los diferentes niveles de agua por temporadas.    

Se recolectaron 2.600 peces, a los cuales se les midió su longitud, talla y peso. Además, se les tomaron fotografías para caracterizar su taxonomía.

“En toda la ciénaga encontramos 37 especies, de las cuales siete figuran en alguna categoría de amenaza, según la Lista Roja de Especies Amenazadas a nivel mundial (UICN)”, detalla el investigador Acosta.

En los lugares de muestreo se analizó el oxígeno disuelto, la transparencia, el pH, la temperatura y la conductividad, mientras que en un laboratorio satélite establecido en la zona se estudiaron los nutrientes presentes.

“En Colombia no existe una legislación que estipule límites específicos a los niveles máximos de nitratos y fosfatos permisibles para los vertimientos en fuentes hídricas, algo que es necesario por el buen estado de los ecosistemas y la economía de las familias de pescadores”, concluye.

Fuente : Universidad Nacional- Palmira Valle del Cauca- Colombia