viernes, 7 de noviembre de 2025

Instituto de Ciencias Naturales: 89 años custodiando el ADN de la biodiversidad colombiana

 Con más de 3.500.000 ejemplares biológicos –desde los recolectados por José Celestino Mutis y Alexander von Humboldt hasta las más recientes investigaciones en flora y fauna–, el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se proyecta hacia el futuro con la construcción de nuevos edificios diseñados para garantizar la conservación de las colecciones nacionales y fortalecer la investigación en biodiversidad. La conmemoración coincidió con el inicio de la obra del nuevo edificio, símbolo del renacer científico y patrimonial de la Institución.

Fundado el 6 de noviembre de 1936 por el padre Enrique Pérez Arbeláez, botánico jesuita y visionario de la ciencia en el país, el ICN se consolidó como un referente latinoamericano en el estudio de la naturaleza. Su origen se remonta incluso a 1929, cuando Pérez Arbeláez creó el Herbario Nacional Colombiano, antecedente directo del Instituto que hoy alberga los ejemplares más antiguos de la Expedición Botánica y de figuras como Francisco José de Caldas.

“Una institución con 89 años que haya logrado permanecer y consolidar colecciones con millones de ejemplares, junto con 33 profesores con título de doctorado, es todo un hito y un reto”, señala el biólogo Gonzalo Andrade Correa, director del ICN.

El Instituto reúne 4 grandes áreas del conocimiento: botánica, zoología, arqueología y paleontología, que permiten abordar articuladamente la biodiversidad y la historia natural de Colombia desde múltiples frentes.

En el área de botánica se recogen, identifican y estudian plantas y hongos que constituyen la base de numerosos ecosistemas, así como de saberes y usos tradicionales que forman parte del patrimonio biocultural del país.

La sección de zoología investiga desde insectos hasta grandes vertebrados, aportando al conocimiento de la fauna nacional, su clasificación, distribución, relaciones ecológicas y estrategias de conservación.

A través de la arqueología, el Instituto explora vestigios humanos y su entorno natural para reconstruir cómo las comunidades del pasado se relacionaron con la naturaleza y cómo esos procesos modelaron los paisajes actuales.

Mediante la paleontología, se estudian fósiles que documentan la evolución de la vida y los cambios ambientales a lo largo del tiempo, contribuyendo así a entender la historia geológica del territorio colombiano.

Tales líneas de acción no solo nutren la docencia y la formación de biólogos y naturalistas, sino que también sustentan la asesoría técnica y científica que el ICN le presta al Estado colombiano.

Por mandato de la Ley 99 de 1993, el Instituto es asesor del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y una de las autoridades científicas designadas por Colombia ante la Convención CITES. Además, desde 2003 actúa como “Punto focal del Gobierno en el Programa Global de Taxonomía del Convenio sobre Diversidad Biológica” y forma parte del Comité Nacional de Categorización de Especies Amenazadas, encargado de establecer el estado de conservación de la fauna y flora del país.

Colecciones nacionales, un tesoro vivo para la ciencia

Las colecciones nacionales de biodiversidad resguardadas por el ICN constituyen la base del conocimiento biológico del país. Allí reposan peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, insectos, moluscos, crustáceos y plantas que documentan la riqueza natural de Colombia, además de ser fuente de consulta para estudiantes e investigadores nacionales y extranjeros.

Sin embargo, la infraestructura que las alberga —el edificio 425 de la UNAL, construido en la década de 1970— ha sufrido deterioro estructural por falta de sismorresistencia y por filtraciones causadas por las lluvias intensas en Bogotá, que en los últimos años han superado los niveles históricos de precipitación, lo que ha provocado inundaciones y daños progresivos en la estructura.

“Hoy no hay dónde poner un espécimen más”, advierte el profesor Andrade, al explicar que el fracturamiento del edificio y la falta de espacio han hecho necesario planear un nuevo complejo arquitectónico que garantice la protección y conservación de las colecciones científicas del Instituto.

El proyecto contempla 3 etapas: la primera, actualmente en ejecución, comprende la construcción de dos edificios dedicados al área de botánica, financiados por el Fondo para la Vida y la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente; la segunda incluirá nuevas edificaciones para albergar las colecciones zoológicas, arqueológicas y paleontológicas, cuya financiación está en trámite; y la tercera corresponde a la recuperación del actual edificio 425, que será devuelto al Museo de Historia Natural, con estudios técnicos ya en curso.

“Pasaremos de 7.000 a cerca de 15.000 metros cuadrados en total. Estos nuevos espacios, con cimentaciones de hasta 50 m de profundidad, garantizarán la estabilidad estructural y la seguridad de las colecciones frente al peso, la humedad y los movimientos sísmicos”, anota el académico.

Los edificios serán bioclimáticos, diseñados para aprovechar la ventilación y la iluminación natural, reducir el consumo energético y mantener condiciones ambientales estables, fundamentales para conservar especímenes biológicos y materiales sensibles.

El proyecto busca además certificaciones ambientales y diseños alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de modo que el nuevo complejo del Instituto se convierta en referente nacional de sostenibilidad y resiliencia en infraestructura científica.

Una construcción colectiva

El avance del proyecto ha sido fruto del trabajo conjunto de profesores, arquitectos y directivas universitarias. Desde 2018, el profesor Andrade lidera la gestión de recursos con apoyo de las decanaturas de Ciencias y la Vicerrectoría de la Sede Bogotá. También reconoce el respaldo de los  rectorados de Dolly Montoya y Leopoldo Múnera, así como el compromiso de la Oficina de Ordenamiento y del Ministerio de Ambiente, que aportó los primeros fondos.

“Solo no lo hubiera logrado. Ha sido un proceso largo, con discusiones académicas y de diseño que reflejan el compromiso de toda la comunidad del ICN”, subraya.

Con la primera obra ya en marcha y la gestión de las siguientes fases en curso, el Instituto se prepara para entrar en una nueva era. “El reto es tener edificios dignos de la biodiversidad colombiana, que sirvan de modelo para el país y garanticen la conservación del conocimiento natural durante los próximos 25 años”, concluye el profesor Andrade, quien ofreció sus aportes al tema durante el programa Natural… mente, emitido por Radio UNAL y conducido por el profesor Jaime Aguirre, de la Facultad de Ciencias.