Con más de 3.500.000 ejemplares biológicos –desde los recolectados por José Celestino Mutis y Alexander von Humboldt hasta las más recientes investigaciones en flora y fauna–, el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se proyecta hacia el futuro con la construcción de nuevos edificios diseñados para garantizar la conservación de las colecciones nacionales y fortalecer la investigación en biodiversidad. La conmemoración coincidió con el inicio de la obra del nuevo edificio, símbolo del renacer científico y patrimonial de la Institución.
Fundado el 6 de noviembre de 1936 por el padre Enrique Pérez
Arbeláez, botánico jesuita y visionario de la ciencia en el país, el ICN se
consolidó como un referente latinoamericano en el estudio de la naturaleza. Su
origen se remonta incluso a 1929, cuando Pérez Arbeláez creó el Herbario
Nacional Colombiano, antecedente directo del Instituto que hoy alberga los
ejemplares más antiguos de la Expedición Botánica y de figuras como Francisco
José de Caldas.
“Una institución con 89 años que haya logrado permanecer y
consolidar colecciones con millones de ejemplares, junto con 33 profesores con
título de doctorado, es todo un hito y un reto”, señala el biólogo Gonzalo
Andrade Correa, director del ICN.
El Instituto reúne 4 grandes áreas del conocimiento:
botánica, zoología, arqueología y paleontología, que permiten abordar
articuladamente la biodiversidad y la historia natural de Colombia desde
múltiples frentes.
En el área de botánica se recogen, identifican y estudian
plantas y hongos que constituyen la base de numerosos ecosistemas, así como de
saberes y usos tradicionales que forman parte del patrimonio biocultural del
país.
La sección de zoología investiga desde insectos hasta
grandes vertebrados, aportando al conocimiento de la fauna nacional, su
clasificación, distribución, relaciones ecológicas y estrategias de
conservación.
A través de la arqueología, el Instituto explora vestigios
humanos y su entorno natural para reconstruir cómo las comunidades del pasado
se relacionaron con la naturaleza y cómo esos procesos modelaron los paisajes
actuales.
Mediante la paleontología, se estudian fósiles que
documentan la evolución de la vida y los cambios ambientales a lo largo del
tiempo, contribuyendo así a entender la historia geológica del territorio
colombiano.
Tales líneas de acción no solo nutren la docencia y la
formación de biólogos y naturalistas, sino que también sustentan la asesoría
técnica y científica que el ICN le presta al Estado colombiano.
Por mandato de la Ley 99 de 1993, el Instituto es asesor del
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y una de las autoridades
científicas designadas por Colombia ante la Convención CITES. Además, desde
2003 actúa como “Punto focal del Gobierno en el Programa Global de Taxonomía
del Convenio sobre Diversidad Biológica” y forma parte del Comité Nacional de
Categorización de Especies Amenazadas, encargado de establecer el estado de
conservación de la fauna y flora del país.
Colecciones nacionales, un tesoro vivo para la ciencia
Las colecciones nacionales de biodiversidad resguardadas por
el ICN constituyen la base del conocimiento biológico del país. Allí reposan
peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, insectos, moluscos, crustáceos y
plantas que documentan la riqueza natural de Colombia, además de ser fuente de
consulta para estudiantes e investigadores nacionales y extranjeros.
Sin embargo, la infraestructura que las alberga —el edificio
425 de la UNAL, construido en la década de 1970— ha sufrido deterioro
estructural por falta de sismorresistencia y por filtraciones causadas por las
lluvias intensas en Bogotá, que en los últimos años han superado los niveles
históricos de precipitación, lo que ha provocado inundaciones y daños
progresivos en la estructura.
“Hoy no hay dónde poner un espécimen más”, advierte el
profesor Andrade, al explicar que el fracturamiento del edificio y la falta de
espacio han hecho necesario planear un nuevo
complejo arquitectónico que garantice la protección y conservación de
las colecciones científicas del Instituto.
El proyecto contempla 3 etapas: la primera, actualmente en
ejecución, comprende la construcción de dos edificios dedicados al área de
botánica, financiados por el Fondo para la Vida y la Biodiversidad del
Ministerio de Ambiente; la segunda incluirá nuevas edificaciones para albergar
las colecciones zoológicas, arqueológicas y paleontológicas, cuya financiación
está en trámite; y la tercera corresponde a la recuperación del actual edificio
425, que será devuelto al Museo de Historia Natural, con estudios técnicos ya
en curso.
“Pasaremos de 7.000 a cerca de 15.000 metros cuadrados en
total. Estos nuevos espacios, con cimentaciones de hasta 50 m de
profundidad, garantizarán la estabilidad estructural y la seguridad de las
colecciones frente al peso, la humedad y los movimientos sísmicos”, anota el
académico.
Los edificios serán bioclimáticos, diseñados para aprovechar
la ventilación y la iluminación natural, reducir el consumo energético y
mantener condiciones ambientales estables, fundamentales para conservar
especímenes biológicos y materiales sensibles.
El proyecto busca además certificaciones ambientales y
diseños alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de modo que
el nuevo complejo del Instituto se convierta en referente nacional de
sostenibilidad y resiliencia en infraestructura científica.
Una construcción colectiva
“Solo no lo hubiera logrado. Ha sido un proceso largo, con
discusiones académicas y de diseño que reflejan el compromiso de toda la
comunidad del ICN”, subraya.
Con la primera obra ya en marcha y la gestión de las
siguientes fases en curso, el Instituto se prepara para entrar en una nueva
era. “El reto es tener edificios dignos de la biodiversidad colombiana, que
sirvan de modelo para el país y garanticen la conservación del conocimiento
natural durante los próximos 25 años”, concluye el profesor Andrade, quien
ofreció sus aportes al tema durante el programa Natural… mente,
emitido por Radio UNAL y conducido por el profesor Jaime Aguirre, de la
Facultad de Ciencias.




No hay comentarios:
Publicar un comentario