Las bahías de Buenaventura y Málaga acumularon hasta 206 % más plásticos microscópicos –o microplásticos– que la bahía de Tumaco, debido a factores como la proximidad a centros poblados, las descargas de residuos a los ríos, las actividades económicas y las áreas turísticas.
Los fragmentos plásticos, imperceptibles al ojo humano,
representan una creciente preocupación tanto para los ecosistemas acuáticos
como para la vida marina y la salud humana, ya que quedan atrapados entre el
gran sistema de raíces propio de los manglares, bioma esencial en la
conservación de flora y fauna y valiosos sumideros de gases de efecto
invernadero.
Del mismo modo, los bosques de manglar con mayor
intervención humana acumularon hasta 22 % más microplásticos por la
influencia de áreas pobladas, descargas de ríos, canales y zonas turísticas.
Los diminutos residuos se encontraron en diversos puntos de
las bahías evaluadas, con un promedio de 14 partículas de microplasticos por
kilogramo de sedimento que incluye fibras, fragmentos de plásticos, “pellets”
(material plástico esferoide utilizado por algunas industrias), y “films”, que
son derivados de plásticos grandes.
En los manglares de la bahía de Buenaventura se hallaron en
promedio 21 partículas por kg de sedimento, mientras que en Tumaco fue de 7
partículas por kg.
Según la ingeniera ambiental, “la mayor acumulación de
microplásticos en la bahía de Buenaventura frente a la de Tumaco se puede
atribuir a la población de los dos distritos: 322.311 y 263.990 habitantes
respectivamente, que generan una mayor cantidad de residuos sólidos; así mismo,
cuenta con el puerto más importante del Pacífico colombiano y recibe la
descarga de los ríos Dagua y Anchicayá”.
El estudio combinó trabajo de campo en parcelas establecidas
en las tres bahías seleccionadas por su importancia económica y diferencias
poblacionales. En cada una se colectaron muestras de sedimento superficial. Los
microplásticos se extrajeron mediante separación por densidad y cada partícula
se contó y clasificó según su morfología.
Además se determinó la textura del suelo y el contenido de
materia orgánica y se midieron sólidos suspendidos, salinidad y temperatura del
agua superficial. En cada sitio se identificó la especie del árbol, cantidad de
individuos, diámetro de altura al pecho y altura del árbol.
Para su trabajo, la estudiante Vásquez contó con la
dirección de los profesores Duque Nivia y Andrés Molina, y el apoyo del Grupo
de Investigación Ecología y Contaminación Acuática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario