lunes, 22 de diciembre de 2025

Navidad sin musgo, un gesto pequeño que protege el agua y la vida del bosque

 Cada diciembre, mientras las casas se llenan de luces, figuras y pesebres, en los bosques ocurre una extracción silenciosa que deja huellas profundas. Capas de musgo son levantadas del suelo y de los troncos, epífitas como bromelias y orquídeas son desprendidas de su hábitat, y con ellas se altera un equilibrio ecológico del que dependen el agua, el suelo y múltiples formas de vida. Lo que para muchas familias parece un gesto pequeño e inofensivo tiene efectos que tardan años en revertirse.

Los musgos y las plantas epífitas suelen pasar desapercibidos por su tamaño y apariencia discreta, pero cumplen funciones esenciales en los ecosistemas; así lo explica la bióloga y botánica Laura Victoria Campos Salazar, docente e investigadora del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), experta en briófitos, líquenes y epífitas, quien advierte que estos organismos participan de manera activa en la regulación hídrica y en la estabilidad del bosque.

“Las epífitas, como las bromelias, las orquídeas y algunos helechos, son plantas que crecen sobre otras plantas, principalmente árboles de gran porte, sin causarles daño, pues solo las utilizan como soporte. A este grupo se suman los briófitos, comúnmente conocidos como musgos, aunque allí también se incluyen hepáticas y antocerotales, organismos muy sensibles a los cambios ambientales”, afirma la experta.

“A diferencia de la mayoría de las plantas que conocemos, como árboles, arbustos o cultivos, los musgos no cuentan con un sistema interno para transportar agua y nutrientes”, explica la investigadora.  La profesora anota que, “no tienen xilema ni floema, ni una capa protectora que los aísle del ambiente, por lo que su relación con el entorno es directa y permanente”.

Esa condición hace que los musgos absorban el agua y los nutrientes directamente desde su superficie y reaccionen con rapidez a los cambios ambientales. “A eso se le conoce como poiquiloidria, una característica que los convierte en verdaderas esponjas vivas, capaces de retener humedad y liberarla de forma gradual”, anota, mientras agrega que se trata de un proceso fundamental para el funcionamiento de ecosistemas como los bosques altoandinos y los páramos.

“La gente suele ver solo una plantita verde, pero no alcanza a dimensionar que allí se sostiene buena parte del ciclo del agua”, explica. En zonas de alta montaña, donde la disponibilidad hídrica depende en gran medida de la capacidad del suelo para retener humedad, la presencia de musgos resulta determinante para la estabilidad del ecosistema.

Agrega que, “en estos ambientes, la disponibilidad de agua no depende solo de la lluvia, sino de organismos que la capturan, la sostienen y la liberan lentamente cuando el ecosistema lo necesita”. En ese entramado natural, los musgos cumplen un papel silencioso pero decisivo, al proteger el suelo de la erosión, amortiguar la radiación intensa, los vientos fuertes y las lluvias torrenciales, y conservar la capa más rica en materia orgánica.

Esa importancia contrasta con su extrema fragilidad, pues los musgos no producen flores ni semillas; se reproducen por esporas que pueden tardar semanas en germinar, y su crecimiento es lento. Según la académica, “la recuperación de una capa de musgo arrancada puede tomar años”.

La profesora Campos fue enfática en advertir que esta práctica no solo causa daño ambiental, sino que además es ilegal. La Ley 1333 de 2009 prohíbe la extracción de musgos, epífitas y otros organismos de los bosques, una infracción que puede acarrear multas e incluso sanciones penales. A pesar de ello, la recolección continúa, especialmente en temporadas como la Navidad, muchas veces de forma inadvertida, en bolsas pequeñas o canastos, bajo la idea errónea de que se trata de “solo un poco”.

Los impactos no se limitan a la época decembrina; menciona que, “en regiones como el cañón del Combeima, en Tolima, se han documentado extracciones recurrentes no solo de musgos, sino también de orquídeas y bromelias. En muchos casos, el musgo se utiliza como sustrato para mantener vivas en casa plantas epífitas extraídas ilegalmente, lo que multiplica el impacto sobre el ecosistema al afectar varios componentes a la vez”.

Al retirar el musgo desaparecen microhábitats donde viven microorganismos, invertebrados y otros organismos que dependen de estas plantas para refugiarse y completar sus ciclos de vida. “Se trata de una pérdida silenciosa, poco visible, pero profunda”, enfatiza la académica.

Tradición, pedagogía y conservación

Frente a este panorama, el mensaje del ICN apunta a resignificar la tradición, no a eliminarla. La Navidad puede celebrarse sin musgo natural, recurriendo a alternativas artesanales y reutilizables como papel, cartón, fibras vegetales, telas texturizadas o jardines vivos en materas. Materiales que, además, pueden guardarse y reutilizarse año tras año, reduciendo el impacto ambiental.

Para la profesora Campos, el cambio empieza en casa y tiene un fuerte componente pedagógico. Enseñar a niños y jóvenes a cuidar aquello que sostiene la vida es una forma de preservar no solo los ecosistemas, sino también el sentido profundo de la Navidad. “Si no protegemos ahora, serán ellos quienes pierdan esos privilegios más adelante”, afirma. 

Para ella, la conservación de musgos y epífitas no es un asunto exclusivo de biólogos o botánicos. Se trata de una responsabilidad social compartida, ligada a la comprensión de que las plantas, incluso las más pequeñas, son fundamentales para la producción de oxígeno, la captura de dióxido de carbono y el equilibrio de los sistemas naturales.  

Actualmente, la investigadora participa en proyectos que buscan entender cómo el cambio climático afecta a los briófitos en ecosistemas extremos como los glaciares y el superpáramo colombiano, escenarios poco estudiados pero importantes para comprender los efectos del calentamiento global sobre organismos altamente sensibles.

Estas reflexiones y aportes fueron compartidos por la profesora Campos durante la reciente emisión del programa Naturalmente, del ICN de la UNAL, bajo la conducción de profesor Jaime Aguirre, un espacio radial de Radio UNAL, dedicado a divulgar el conocimiento sobre la biodiversidad del país y a promover una relación más consciente con los ecosistemas que la sostienen.