miércoles, 17 de marzo de 2021

Más huracanes y otros fenómenos por desequilibrio de los océanos

 El desequilibrio en los océanos debido al aumento en las lluvias y el deshielo polar, entre otros eventos climáticos, tendría como consecuencia temporadas de huracanes más intensas, nevadas e inviernos gélidos y veranos con temperaturas extremas.

La oceanóloga Nancy Villegas, doctora en Ciencias Físicas y Matemáticas y líder en el Grupo de Investigación en Oceanología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), indica que ya se ven esos cambios, como las recientes nevadas de España, de Ámsterdam luego de diez años, o las de Texas, además del huracán que afectó el Archipiélago de San Andrés.

En ese sentido, advierte que la temporada de tormentas podría ser más frecuente e intensa porque en época de verano la temperatura superficial del mar sería más cálida, lo que favorecería la energía que requieren las tormentas tropicales para volverse huracanes, y afectaría zonas alejadas como los sistemas monzónicos de Asia y África y en la circulación atmosférica de Estados Unidos.

“La superficie del océano transforma la energía calorífica que llega por la radiación solar y genera procesos como evaporación, aerosoles, hielo, lluvias, olas, intercambios de gases y salinidad, que va aumentando a medida que se hace más profundo”, indica la profesora Villegas, y agrega que los cambios en ese equilibrio varían las condiciones climáticas, e incluso causa que los seres vivos se desplacen a otras zonas.

En el planeta hay cinco zonas costeras de surgencia muy importantes, es decir cuando las masas del fondo, frías y ricas en nutrientes, empiezan a ascender a la superficie y favorecen a los peces del sector y recirculan las aguas. Estas se encuentran en el Atlántico norte en la corriente de las Canarias; en el Atlántico sur, corriente de Benguela; en el Índico, la occidental de Australia; en el Pacífico norte la de California y en el Pacífico sur, corriente de Perú-Chile.

Contracorriente de agua caliente

La oceanóloga indica que en una situación normal el agua fría viajaría desde Chile hasta el Pacífico colombiano y se movería por el Ecuador hasta las costas de Australia, a donde llegaría caliente. En la oscilación de El Niño se genera una contracorriente de agua caliente desde Australia que viaja por el Ecuador y llega caliente a esa zona típicamente fría. Esta oscilación trae tiempos secos en algunas regiones de América del Sur y es lo que se conoce como el fenómeno de El Niño.

La experta recuerda que el 71 % de la superficie de la Tierra está ocupada por océanos, que proporcionan entre el 50 y 80 % del oxígeno del planeta por el fitoplancton, que captura entre el 30 y el 50 % de CO2 atmosférico.

No se puede olvidar que el agua es 1.000 veces más densa que el aire, es decir que trasporta 1.000 veces más calor que el aire, la corriente del golfo mueve unos 20 millones de metros cúbicos de agua por segundo, que es casi 100 veces el caudal del Amazonas.

“Esta corriente atraviesa el Atlántico norte, lleva aguas cálidas a altas latitudes, cuando llega a los países nórdicos ha emitido tanto calor que ya están frías, se van a la profundidad y se devuelven por el océano hasta Suramérica”, agregó la profesora durante la Cátedra Nacional Colombia Bioazul, “Dos mares un país, territorios por explorar” de la UNAL.

Dicha corriente estaba hasta el siglo XIX y en la década de los 50 empezó a ralentizarse; en 2018 se observó que se ha desacelerado en un 15 %, posiblemente por el aumento en las lluvias y el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia, donde el agua dulce reduce la salinidad y no permite que la corriente vaya al fondo y se regrese.

El debilitamiento de la corriente puede llevar a cambios climáticos, ya no tendría la misma fuerza para llevar aguas cálidas a Europa ni aguas frías y ricas en nutrientes al Caribe. “Algunas predicciones señalan que en 2100 se debilitaría hasta en un 45 % y habría un cambio en las condiciones climáticas de todo el mundo, empezando por Europa, donde habría inviernos gélidos severos y veranos extremos, debido a que el vapor de agua de la corriente no suavizaría ninguna de las estaciones”, concluye la profesora Villegas.




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