Más de las 1.000 obras de infraestructura convierten a esta ciudad del centro-occidente de Colombia –con 485.442 habitantes– en ejemplo de resiliencia, no solo ante la amenaza sísmica y volcánica, sino también ante las fuertes lluvias, inundaciones y deslizamientos de tierra durante las intensas épocas de invierno.
Estabilidad y control de la erosión de las laderas,
ampliación de los sistemas de alcantarillado para que puedan recolectar de
manera óptima las aguas lluvia, mantenimiento y reforzamiento sismorresistente
de múltiples edificaciones importantes como el Hospital de Caldas y la Catedral
Basílica Metropolitana Nuestra Señora del Rosario de Manizales, forman parte de
las obras adelantadas en la ciudad, que muestran su capacidad de afrontar un
desastre y recuperarse del evento adverso (resiliencia).
Hoy la capital de Caldas es un ejemplo mundial de gestión
del riesgo; por ejemplo, cuenta con estrategias y protocolos de reacción ante
eventos adversos, y además en la oficina del Servicio Geológico de Colombia, un
conjunto de pantallas transmite en tiempo real la actividad sísmica, las
imágenes satelitales y las imágenes de la cámara web del volcán Nevado del
Ruiz, gracias a cerca de 150 sensores.
El profesor Omar Darío Cardona, de Instituto de Estudios
Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede
Manizales, afirma que “aunque no se puede predecir qué día van a ocurrir
fenómenos como los sismos, sí se puede determinar con anticipación cómo
afectaría a la población y estimar los daños que se presentarían en la
infraestructura, por ejemplo”.
Agrega que “en ocasiones los gobiernos ignoran estas
estimaciones y no se hace prevención cuando se sabe que en un país como
Colombia existen sectores de la población que son más vulnerables”.
“La resiliencia frente a los desastres no solo tiene que ver
con la forma como la Policía, las Fuerzas Militares, los bomberos o la Defensa
Civil atienden una emergencia, sino cómo se ordena, se hace la planeación del
territorio y se aplican normas de seguridad en la construcción”.
Algo fundamental para un municipio es tener un desarrollo
territorial adecuado, lo que significa no habitar zonas de alto riesgo, en
pendientes inestables, en las orillas de los ríos o en zonas costeras. Colombia
posee asentamientos humanos en zonas consideradas como de alto riesgo, en donde
quienes más padecen pérdidas son las personas de los estratos más bajos.
El académico Cardona considera que “es mejor un gasto
anticipado en el territorio y mejorar la resistencia sísmica de las
edificaciones del país para prepararse ante un fenómeno, que tener que lamentar
las víctimas y enormes pérdidas y costos en un futuro”.
El profesor Cardona ofreció estos aportes durante la charla
“Riesgo y resiliencia. Desafíos para el mundo”, realizada en el marco de los 75
años de la UNAL Sede Manizales.
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