martes, 25 de febrero de 2025

Basura espacial: miles de escombros de no más de 10 cm orbitan la Tierra

 Según la Agencia Espacial Europea (ESA), desde septiembre de 2024 las redes de vigilancia espacial están rastreando casi 37.000 objetos de más de 10 cm alrededor de la Tierra, incluso partículas más pequeñas que una moneda, que viajan a más de 35.000 km/hora, pueden arruinar un satélite crítico o poner en peligro a las estaciones espaciales internacionales. Los impactos pueden generar más basura, lo que aumenta la probabilidad de más colisiones, y a su vez más fragmentos de desechos.

Se estima que para 2030 habrá más de 58.000 satélites activos orbitando la Tierra, por lo que se espera que los impactos de basura espacial con instalaciones físicas aumente considerablemente. Para tal caso, es necesario que las agencias espaciales nacionales responsables establezcan canales claros para compensar a los damnificados por estos sucesos.

“Dejar objetos en órbita es una práctica común entre los países con acceso al espacio ultraterrestre, y cada vez más entre las empresas privadas que trabajan allí. Algunas piezas van hacia la Tierra y se desintegran en la atmósfera o impactan el suelo, otras nunca dejan de orbitar el planeta, por lo que se consideran como las más preocupantes”, afirma el geólogo David Tovar Rodríguez, codirector del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

Según el experto, “si alguna vivienda es impactada por un pedazo de basura espacial, el seguro para propietarios debería cubrir los daños materiales; sin embargo, los daños que no cubra el seguro son mucho más complicados de recuperar, a pesar de que la normativa internacional establece que el país que lanzó el material que reingresó a la Tierra es el responsable”.

“En órbita la responsabilidad no es tan clara y las cosas son menos ordenadas. Los astronautas pueden perder algunos objetos o herramientas de trabajo mientras realizan sus operaciones allí. Las piezas desechadas de cohetes con combustible residual a menudo explotan accidentalmente creando muchos fragmentos más pequeños que viajan más rápido que los proyectiles disparados por un arma de fuego”.

Cuando China destruyó un satélite meteorológico que ya no era útil, generó aproximadamente 3.000 fragmentos rastreables de basura, la mayoría de los cuales aún orbitan el planeta. Sin embargo, el tamaño de dichos fragmentos no siempre es lo suficientemente grande para ser identificables, y aquí es donde comienza el problema, ya que tal vez haya 10 veces más fragmentos demasiado pequeños para ser detectados. La comunidad de científicos e ingenieros enterados de dicha situación estiman que hay más de 1 millón de escombros orbitando la Tierra, con tamaños que van de 1 a 10 cm.


De otra parte, el informe de Naciones Unidas Para toda la humanidad – el futuro de la gobernanza del espacio ultraterrestre, publicado en 2023, explica que entre 1957 y 2012 el número de satélites lanzados al espacio se mantuvo estable, con una media de 150 cada año, aunque a partir de 2013 la cantidad ha aumentado hasta alcanzar 2.470 en 2022.

El geólogo Tovar explica que “el desarrollo de nuevas tecnologías ha permitido reducir los costos de lanzamiento de objetos al espacio, lo que a su vez ha fomentado la participación del sector privado; gracias a ello, el número de satélites inscritos ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones ha alcanzado los 1,7 millones, los cuales se podrán poner en órbita hasta principios de 2030”.

Torre de Babel espacial

La preocupación por los desechos espaciales va más allá de los daños a un satélite o una nave individual. Los operadores espaciales son muy conscientes de un peligro conocido como el efecto o síndrome Kessler, nombrado así por el científico de NASA Donald J. Kessler, quien en 1978, junto con Burton G. Cour-Palais, publicó un artículo en el que aseguraba que cuanto más aumentara el número de satélites, también lo haría la probabilidad de colisiones. A medida que estas aumentan se produce más basura espacial y el riesgo de nuevas colisiones crece. En una masa crítica, un solo choque desencadenaría una cascada imparable de colisiones, hasta el punto de que toda una órbita podría quedar inutilizada.

Estas advertencias sobre la creciente acumulación de desechos espaciales y sus consecuencias se ha vuelto más prominente, especialmente a medida que los satélites y otras tecnologías espaciales se multiplican, lo que aumenta el riesgo de que colisiones en órbita desaten un ciclo de destrucción imparable. Este fenómeno afectaría gravemente las comunicaciones globales, entre otros avances tecnológicos fundamentales.

Considerando que no solo Estados Unidos y varios países de Europa siguen lanzando satélites al espacio, sino que China, Emiratos Árabes Unidos, Corea de Sur o India también lo hacen, la preocupación en la comunidad científica internacional aumenta.

“Algunos consideran que la cooperación global es inexorable, argumentando que la comunidad espacial debería trabajar junta lo antes posible, aprendiendo de la evolución de otras tecnologías transformadoras como las redes de telefonía móvil e internet, teniendo en cuenta que la principal preocupación radica en cómo construir esta coordinación en ausencia de un sistema global”, indica.

¿Solución a la vista?

Según el informe de Naciones Unidas, las oportunidades del espacio ultraterrestre vienen acompañadas de riesgos si no se establece un régimen unificado de sostenibilidad espacial, o nuevos marcos de gobernanza entre los Estados. Por ejemplo, “ante el aumento exponencial del número de satélites, hace falta una mejor coordinación del tráfico y establecer una plataforma internacional para vigilar los riesgos de accidente y colisión y mitigar sus consecuencias”.

Entre las iniciativas de corto plazo está la liderada por la Agencia Espacial del Reino Unido y el sector privado, conocida como Cosmic (Cleaning Outer Space Mission through Innovative Capture), cuyo objetivo es retirar satélites británicos inactivos utilizando un brazo robótico. Según lo planeado, se espera lanzar Cosmic en 2027-2028 y contribuir a la disminución de potenciales  satélites que puedan ser impactados por basura espacial y así mitigar la cantidad de escombros que se pudieran generar en la próxima década. 






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