Fragmentos de alfarería de diferentes tradiciones culturales, entre ellos algunos elementos de cerámica relacionados con la etnia Pasto, y otros asociados con cerámica africana que habrían introducido los ibéricos en sus primeras exploraciones, muestran la permanencia y la transformación de tradiciones culturales y artesanales de esta ciudad, asentada en el Valle de Atriz.
Estos son algunos de los hallazgos en la capital de Nariño
después de las exploraciones de arqueología histórica en el Centro de Historia
de Pasto (Nariño), adelantadas por Heimar David Cortés Martínez, magíster en
Antropología, línea de Arqueología y Bioantropología, de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL).
Su estudio, que permite empezar a vislumbrar cómo fue la
complejidad social que se dio en Pasto desde el siglo XVI hasta el siglo XX, se
hizo a partir de la intervención realizada sobre la carrera 27 del Centro
Histórico de Pasto, donde se construyó un corredor vial como parte de la
renovación urbana de este sector.
Dicha obra implicaba la demolición de bienes inmuebles, como
casas republicanas que estaban dentro de la zona. “Me preocupaba que en esa
renovación no se tuviera en cuenta todo el patrimonio arqueológico, que muy
probablemente pueden contener espacios ligados a las ciudades más antiguas de
Colombia”, señala el investigador.
Para su trabajo, lo primero que hizo fue un proceso de
sensibilización con las empresas encargadas de la renovación, y a las cuales se
les exigió la ejecución de un programa de arqueología preventiva como parte del
plan de manejo integral.
En 2016, mediante la utilización de un radar de penetración
terrestre (GPR), se hizo una prospección no invasiva en los lotes expuestos
tras la demolición de algunas casas, la cual advirtió sobre posibles anomalías
en los terrenos, relacionados con objetos enterrados, los cuales estarían
ligados con sistemas hidrosanitarios, es decir alcantarillados antiguos y
modernos.
En el siglo XVIII los habitantes de Pasto conducían el agua
desde los caños hacia unas pilas donde la recogían, mientras que las cañerías
cumplían la misma función de hoy en día, de evacuar los residuos de las casas
republicanas de ese sector de la ciudad.
Privatización de la tierra
Otro de los hallazgos del estudio es que bajo la violenta
imposición de un nuevo sistema de representación en el Valle de Atriz por parte
de los hispánicos, se habría implementado un régimen de propiedad privada del
suelo, que restringía los modelos prehispánicos de acceso a la tierra.
“Antes de la llegada del componente hispánico, las personas
fluían libremente por diferentes sectores del Valle, pero cuando llegaron los
exploradores comenzaron a parcelar, dividir terrenos, a apropiarse de tierras
dando paso a una segregación socioétnica del espacio”.
Los ibéricos se establecieron en los centros de las ciudades
junto a sus instituciones (la Iglesia, las casas de cabildo y la cárcel, entre
otras), y con ellas se empieza la repartición de los solares a los soldados que
participaron de la expedición conquistadora.
Se empezaron entonces a fragmentar los solares, y dentro de
ellos se da una serie de elementos relacionados con la vida privada y algunos
hábitos cotidianos, como cocinar, comer, asearse y descansar.
En esos espacios de vida privada establecidos por los
españoles se empezaron a modificar los sistemas culturales prehispánicos que
prevalecían, dando paso a procesos de transculturación en los que
paulatinamente el componente hispánico también iba a transformarse producto de
las negociaciones identitarias que se materializaron en esta histórica ciudad.