Esta especie de raíz muy grande, conocida científicamente como Alocasia macrorrhiza, que prolifera en zonas cercanas a ríos y quebradas y que es considerada como maleza, podría ser la aliada que se necesita para limpiar los afluentes de la contaminación provocada por las industrias agrícola y minera. En pruebas de laboratorio se evidenció que este tiene un poder purificador cercano al 80 %.
En el campo, los campesinos suelen tomar las hojas de bore
para alimentar a las gallinas, y el tronco –la parte que más se desperdicia– se
lo dan a los cerdos; también se desecha en el suelo para que sirva como abono,
e incluso es materia prima para producir biogás.
Ebelin Daniela Ramírez Hernández, magíster en Ciencias
Físicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, encontró otro potencial en el
tronco del bore: el de limpiar las aguas contaminadas.
Para comprobar la capacidad purificadora del almidón de
bore, la investigadora utilizó el tallo de una planta que tomó de su huerta,
ubicada en el municipio de Riosucio.
“Aunque el almidón suele extraerse de plantas como maíz,
yuca o papa, también se obtiene del bore, con la diferencia de que los gránulos
de este son más pequeños, lo que permite un trabajo más efectivo durante el
proceso de limpieza. La planta crece completamente hasta los cinco años, pero a
partir de los cinco meses ya se puede cosechar para obtener el almidón; así,
cuanto más longeva sea, mayor será su capacidad de producirlo”, explica la
magíster.
Así, de un tallo de 4 meses de edad y 5 kilos se obtuvo un
87 % de almidón, un porcentaje considerable si se tiene en cuenta el
provecho que se le podría sacar a todo lo que se desperdicia.
Para obtener el almidón, al tallo se le quita la corteza y
se lava por el mayor tiempo posible para retirarle el oxalato de calcio,
compuesto que produce irritación en el cuerpo. Después se muele de forma húmeda
y se tamiza; el líquido lechoso obtenido se deja reposar durante 12 horas hasta
que sedimente para que se separe lo sólido de lo líquido.
Una vez surtido este proceso, la parte sólida se centrifuga
en una máquina para quitarle el exceso de agua. En seguida se lleva al horno y
se pone a 45 oC durante 12 horas más para que seque por
completo, y finalmente se vuelve a moler para tamizarlo hasta que se convierta
en un polvo muy fino y parejo.
“El objetivo de la investigación es limpiar agua obtenida de
ríos y quebradas, pero el almidón que se obtiene del bore es insoluble, no se
mezcla en agua fría, por lo que su estructura química se debe modificar
(mediante un proceso denominado acetilación), para que funcione”, menciona la
investigadora Ramírez.
La investigadora llevó las muestras al laboratorio y allí
las mezcló con el almidón y las dejó actuar durante 25 minutos; después de ese
tiempo las partículas atraparon (o encapsularon) los residuos contaminantes
formando flóculos (grumos o bolas) que se endurecen y se pueden retirar y
desechar. El agua queda limpia de los residuos y se puede usar para riego de
cultivos y bebederos para animales, pero no es apta para consumo humano.
También identificó que con el uso del almidón se modificaron
favorablemente otros aspectos químicos del agua, disminuyendo en un 96 %
el exceso de oxígeno y aclarando la turbidez –es decir qué tan oscura se ve el
agua– en un 97 %.
Por último, la investigadora está diseñando un filtro para
que después del proceso de purificación con el almidón de bor, se entregue el
agua potable lista para consumo.
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