La reciente liberación de 14 cocodrilos del Orinoco (Crocodylus intermedius) en el río Tomo, del Parque Nacional Natural El Tuparro (Vichada), incluye una parte fundamental, y es que el análisis genético garantice que entre los individuos no haya relación filial, ya que la endogamia llevaría al detrimento de la población completa. Desde hace más de 50 años la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) trabaja en esta tarea.
Gracias a los aportes de la bióloga Ana María Saldarriaga,
magíster en Ciencias - Biología de la UNAL, se seleccionaron los animales que
serían liberados después de 15 años de crianza en la Estación de Biología
Tropical Roberto Franco de la UNAL en Villavicencio.
En su extenso y arduo trabajo de laboratorio, y como parte
de este proyecto financiado por la Vicerrectoría de Investigación de la UNAL y
Cormacarena, ella obtuvo el ADN de aproximadamente 600 individuos, entre
animales vivos y los registros de los parentales Polo y Dabeiba, primeros
habitantes de la Estación de Biología, con el fin de garantizar la diversidad
genética necesaria para reintroducir a los animales.
“Los cocodrilos son indispensables para los ecosistemas
acuáticos de la Orinoquia”, destaca la bióloga, y agrega que “así se garantiza
la salud y productividad de los ecosistemas en donde habitan”.
El profesor Mario Vargas Ramírez, director de la Estación de
Biología y quien en los últimos años ha estado al frente del proyecto de
conservación del cocodrilo del Orinoco, considera que “el objetivo del proyecto
es recuperar la especie en el medio”.
El propósito es conocer esta especie y a futuro recuperar
sus poblaciones en un ambiente natural. Se estima que en la actualidad hay
menos de 500 individuos adultos en Colombia, lo que indica su nivel de riesgo.
Dicho proceso de adaptación se sitúa en el Parque Merecure, a unos 42 km de
Villavicencio, en el municipio de Puerto López, en donde se ubican las instalaciones
del campo del proyecto.
La preparación de los cocodrilos inició hace más de 10 años.
Cuando los animales alcanzan la maduración y el tamaño adecuado se separan y se
llevan a un entorno de semicautiverio, en donde se mantienen en un estado de
libertad controlado. Allí aprenden a cazar su alimento de forma natural.
Después de la adaptación, los animales que serían liberados
se escogieron a partir de los resultados del estudio genético de la bióloga
Saldarriaga y también teniendo en cuenta aspectos como su madurez sexual, que
tengan entre 12 y 15 años de edad y una longitud cercana a los 3 m.
En principio el plan de liberación contemplaba 25
cocodrilos, pero por inconvenientes no previstos en el transporte solo se logró
llevar a 14 de ellos (12 hembras y 2 machos). El acarreo final estuvo a cargo
de la Fuerza Aérea Colombiana, los cocodrilos y el personal del proyecto fueron
trasladados en un avión militar C-130 Hércules.
Transporte realizado con sumo cuidado
Para garantizar la seguridad tanto de los cuidadores como de
los animales, los cocodrilos se inmovilizaron. Para ello se les cubrieron los
ojos con toallas para asegurarse de que no pudieran ver nada del proceso y así
evitar que se estresaran; después se aseguraron la boca y las extremidades y se
introdujeron en guacales que facilitaron su transporte.
Una vez asegurados, en la parte superior del cuello se les
instalaron transmisores satelitales para monitorear sus movimientos y observar
si se reproducen, y en dónde y cómo será el comportamiento en un ambiente
natural.
Los transmisores tienen un chip de GPS que indica la
localización de los animales, y además cuentan con Iridium,un sistema de
localización satelital que envía información diaria de su comportamiento. De
igual manera se espera analizar los posibles nidos y garantizar la reproducción
natural. El objetivo es tener suficientes datos para saber si el proceso se ha
llevado a cabo de la forma planeada o si, por el contrario, se deben hacer
ajustes en futuras liberaciones.
Camila Durán, especialista en fauna de la Organización WCS
Colombia, y quien formó parte del equipo de liberación, señala que “es
importante que la gente se sensibilice, se eduque, conozca la especie y las
funciones que esta cumple en los ecosistemas para que puedan convivir de manera
exitosa en los territorios”.
De hecho, parte del proyecto consiste en visitar las
poblaciones cercanas al lugar de liberación para que las comunidades conozcan
los beneficios de tener estos animales en los ecosistemas, y también para
advertirles sobre posibles riesgos –tanto para los humanos como para los
cocodrilos– que se podrían presentar por el desconocimiento del manejo de la
convivencia con esta especie.
Después del desembarco, los animales se trasladaron vía
terrestre durante 90 minutos hasta llegar a Playa Blanca, en inmediaciones del
río Tomo, en el Parque Nacional Natural El Tuparro.
“El objetivo del proyecto es recuperar las poblaciones en
Colombia y educar a la población colombiana acerca de la especie y su
importancia”, concluye el profesor Vargas.
La liberación fue liderada por la UNAL y Parques Nacionales
Naturales de Colombia y contó con el apoyo técnico y financiero de WCS
Colombia, CrocFest, la Universidad de la Florida, la Fuerza Aérea Colombiana y
la Defensa Civil Colombiana.
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