miércoles, 22 de mayo de 2024

Huerta de plantas medicinales mejoró la escritura de estudiantes de primaria

 Motivados por la construcción, la siembra, el cuidado y los conocimientos ancestrales sobre el uso de dichas plantas medicinales –además de albahaca, poleo o cilantro–, 35 niños de quinto de primaria de una institución educativa de Yotoco (Valle del Cauca) mejoraron notablemente tanto sus habilidades de escritura como su expresión oral y la exposición de ideas, entre otras competencias comunicativas. La experiencia se ha replicado en otros colegios del municipio.

Entre 2014 y 2017 los resultados de las pruebas Saber de los estudiantes de quinto grado de la Institución Educativa Alfonso Zawadzky, Sede Policarpa Salavarrieta, arrojaron un rendimiento inferior en más del 50 % del promedio nacional, con niveles insuficientes en competencias de lenguaje.

Esta situación llamó la atención de la profesora Mayrena Sofía Sandoval Garcés, quien para su trabajo de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira puso en práctica una forma de mejorar el desempeño de sus estudiantes, de entre 10 y 12 años, acudiendo a algo que les era familiar: una huerta de plantas medicinales, ¿pero qué relación tienen las plantas con la escritura?

La magíster, docente de dicho colegio, integró actividades prácticas con escritura utilizando la metodología del aprendizaje basado en proyectos (ABP), mediante la cual los alumnos adquieren conocimientos y habilidades trabajando durante un periodo prolongado para investigar y responder a un problema.

El estudio incluyó 6 fases, la primera de las cuales es la diagnóstica, que reveló las dificultades de los alumnos para expresar las ideas por escrito. “Esto los desmotivaba y no conseguían plasmar sus ideas con claridad, sus textos eran incoherentes, y además tenían dificultades con la ortografía y la puntuación”, explica la magíster.

Durante la etapa de capacitación para construir y cultivar la huerta, los niños recibieron indicaciones sobre cómo hacerlo, pero como la sede del colegio no tiene un espacio para sembrar, utilizaron botellas plásticas como macetas, que distribuyeron tanto en la institución educativa como en sus hogares y en la casa de la docente; esta actividad estimuló en ellos el interés por el reciclaje y el amor a la naturaleza.

Solo con esta sencilla actividad sus actitudes empezaron a cambiar, no solo se les vio más motivados, sino además que ya tenían algo interesante sobre qué escribir. La participación fue notable, y con una asistencia del 96,6 % durante las jornadas del proyecto, la inasistencia se redujo significativamente, un avance notable respecto a las clases regulares.


Para reconocer la tradición oral, la profesora invitó a familiares y miembros de la comunidad a compartir sus conocimientos sobre las plantas medicinales: “queríamos que los estudiantes se  besaran en los saberes de sus abuelos en vez de recurrir al internet, lo cual les ayudó a preparar sus preguntas y a escribir sobre la experiencia”, explica.

Se realizaron 35 entrevistas, cada una de 4 minutos, en las que los estudiantes documentaron los conocimientos y usos tradicionales de plantas como albahaca, cilantro, hierbabuena, orégano, poleo, sábila y toronjil, mencionadas por los abuelos.

Del las familias participantes, 19 plantaron huertas en sus hogares y documentaron sus experiencias a través de escritos que después se socializaron en el aula.

En los resultados se observó el fortalecimiento de las competencias comunicativas, evidente en la considerable mejora de la escritura. “El análisis detallado de los textos mostró mejoras en la coherencia, cohesión y corrección ortográfica. Aunque algunos textos aún presentaban errores, la claridad y fluidez general de las producciones escritas aumentaron significativamente”, señala la profesora.

“Los niños que antes no podían sostener una conversación ni escribir de manera coherente empezaron a apropiarse del tema, hablar sobre sus plantas y escribir sobre ellas, esto fue un gran logro”, agrega. El proyecto también tuvo un impacto en la comunidad local al vincular a las familias en el proceso educativo y revitalizar su interés por los saberes ancestrales.

Gracias al éxito de la tesis, la metodología se ha replicado en las 5 sedes de la institución educativa en el Valle del Cauca, adaptándose a las condiciones de cada una. “En las sedes con menos espacio trabajamos con huertas verticales usando botellas recicladas, y los resultados han sido muy positivos”, concluyó la magíster Sandoval.










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