Este trastorno, que a raíz de la pandemia se ha incrementado, podría responder a estrés postraumático o depresión, y uno de sus síntomas es un des balance en la relación con la comida, por eso es clave la atención profesional en este aspecto.
La primera recomendación cuando se diagnostica esta
condición es que antes de ir a hacer las compras al supermercado el paciente
haya comido, pues suele pasar que tenga hambre y termine comprando cosas que no
necesitaba, o todo menos una dieta balanceada.
Otra recomendación es que el profesional analice si a la
persona le faltan algunos nutrientes clave como ácido fólico, biotina, complejo
B, omega y magnesio, entre otros, ya que una deficiencia nutricional afectaría
los síntomas de la ansiedad y tienen un impacto en el cerebro.
La ansiedad es un estado psicológico, físico y conductual
que se produce ante una amenaza o preocupación del futuro. Hasta cierto punto
se considera una respuesta normal ante el peligro, lo que permite sobrellevar
eventos adversos, pero cuando sobrepasa lo “normal” se debe tener cuidado.
En la charla “Manejo nutricional en pacientes con trastornos
por ansiedad” del programa #SaludUNALContigo, iniciativa de la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), el nutriólogo y
psicólogo Edwin Albores, magíster en Nutrición Clínica y Terapia Familiar,
explicó que es muy distinto el eustrés (estrés beneficioso), que es motivador,
el distrés, que provoca un efecto de bienestar individual, y el estrés crónico
y psicosocial, que por el ritmo de vida puede desencadenar comorbilidades.
“Algunos efectos de la ansiedad pueden ser el aumento de la
activación simpática del eje neural, se dilatan las pupilas y los bronquios,
hay glucogénesis en el hígado y aumenta la presión arterial”, explica el
especialista.
Hay varios tipos de trastornos de ansiedad, como el
trastorno por separación, por mutismo selectivo, fobia específica, fobia
social, pánico, agorafobia, ansiedad generalizada, inducida por medicamentos o
por afecciones médicas. Cada una de esas categorías tiene criterios específicos
y solo un especialista en psicología clínica o psiquiatría puede
diagnosticarlas.
Manejo nutricional
El nutricionista cuenta que algunas de sus estrategias para
que la persona no tenga resistencia al cambio, o evite el sabotaje de amigos o
familiares, que puede ser inconsciente, es el uso de reforzadores, como
calendarios, hojas de metas, dibujos y objetivos. Allí se ponen mensajes en
lugares visibles para que las personas los vean constantemente, o aplicaciones
que recuerden cuándo comer o tomar agua.
Una de las fases del tratamiento es la precontemplación, o
darle información al paciente para ayudarlo a hacer la asociación entre los
alimentos y los sentimientos. Luego, en la fase de contemplación, se usa
material de ayuda como rompecabezas y juegos de mesa para que la persona tenga
educación nutricional; la última es la preparación, que tiene que ver con la
personalidad del paciente, sus gustos o sus hábitos nutricionales.
Alimentos para el cerebro
“Algunos de los alimentos que recomiendo para el cerebro
incluyen nueces, menta, fresas, moras, espárragos, chocolate oscuro, salmón,
espinacas, banano y aceite de oliva en ensaladas”, explica el nutricionista, y
agrega que, por el contrario, se deben evitar las bebidas alcohólicas,
alimentos con alto contenido de almidón, alto contenido de endulzantes,
colorantes o comidas rápidas.
Es clave conocer el paladar de la persona, si es más
orientado a lo salado o a lo dulce, eso es importante porque si se hace una
dieta muy rígida, siguiendo patrones ya estandarizados sin tener en cuenta al
paciente, lo que se consigue es que este no adhiera al plan nutricional, por lo
que debe haber cierta flexibilidad.
La última recomendación es trabajar con la familia y la red
de apoyo para que todo el sistema tenga educación nutricional de manera que no
lo saboteen, es decir, que un familiar o amigo le incite a consumir más
alimento, pues la clave es una atención integral.
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