Situaciones como la pandemia y el paro nacional, que afectan a Colombia en estos momentos, han impulsado a los campesinos a asumir –en parte– la responsabilidad de generar soluciones encaminadas a controlar el desabastecimiento de alimentos que suele presentarse en medio de estas crisis.
Organizaciones campesinas como la Red de Mercados
Agroecológicos Campesinos del Valle del Cauca (Redmac) o el Mercado
Agroecológico de Cali (Asoproorgánicos) han mantenido el flujo de sus productos
mediante diferentes estrategias que les permiten mantener la soberanía
alimentaria de sus miembros y el flujo de alimentos en la región y parte del
país.
Este tipo de iniciativas, que también se han promovido
dentro de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, ha permitido
que el mercado agroecológico que se realizaba en la Institución cada 15 días se
siga manteniendo a pesar de la pandemia.
Una de las primeras decisiones que tomaron dichas
organizaciones fue mantener en funcionamiento los mercados agroecológicos
campesinos de sus regiones, pero no solo como el lugar que provee alimentos de
calidad, sino como la primera línea de abastecimiento en medio de la delicada
situación que vive el país. Para eso adoptaron protocolos de bioseguridad y
consiguieron salvoconductos con las autoridades locales para mantenerse
abiertos y seguir abasteciendo a los consumidores.
“Cuando empezó la cuarentena estricta en Cali decidimos,
como grupo, buscar las dinámicas para llegar a la ciudad, y por fortuna se
dieron con algunos apoyos de la Secretaría de Desarrollo Económico. El mercado
de Cali nunca dejó de funcionar; en algunos momentos por disposición de la
Alcaldía tuvimos que trasladar el día del mercado, pero siempre funcionamos”,
señala Ana Franco Avellaneda, integrante de la Junta Directiva de
Asoproorganicos, campesina agroecológica y panadera artesanal.
Dentro de sus territorios han revivido los trueques como
mecanismo alternativo económico para las comunidades rurales. Esta dinámica
tomó un papel protagónico en medio de la pandemia, porque les garantiza a los
campesinos la soberanía alimentaria en sus casas, en sus fincas, con sus
familias y también con sus vecinos.
Por otro lado, y después de establecer unas cadenas de
servicio a domicilio (que han generado empleo para algunas personas), se han
establecido otras alternativas como las canastas solidarias y las canastas
agroecológicas que permiten seguir haciendo presencia en las ciudades. Las
primeras consisten en provisiones de diferentes productos alimenticios que se
entregan en lugares y a personas en estado de vulnerabilidad, y las segundas
son las entregas a domicilio que hacen los mercados campesinos por encargo
expreso del consumidor.
Canastas agroecológicas en la UNAL
En la UNAL Sede Palmira, la estudiante Elsa María Guetocue,
del Grupo de Investigación en Agroecología, como consumidora, como madre de
familia y como futura ingeniera agrónoma, se apersonó del mercado agroecológico
que se hacía en la Sede para que este perseverara.
Ella se empoderó de la propuesta, y con otros estudiantes de
la Universidad mantienen las canastas agroecológicas. Así, “Elsa María recibe
los productos, arma las canastas, la gente pide los domicilios y se le llevan”,
comenta el profesor Diego Iván Ángel, de la UNAL Sede Palmira, doctor en
Agroecología y consumidor de productos agroecológicos.
Los mercados campesinos aprovecharon la cercanía con sus
“amigos consumidores” –como ellos los llaman– para generar cadenas de
abastecimiento entre los mismos consumidores, y así se genera una dinámica de
domicilio muy útil en tiempos o situaciones de movilidad restringida o
controlada. Un consumidor adquiere los productos en el mercado y los distribuye
entre vecinos y amigos.
Una de las características más destacables de estos mercados
es la relación productor-consumidor: “como productores, ellos han asumido el
importante papel de educar al consumidor, saber qué es lo que estamos
consumiendo, por qué es importante consumirlo, y no solo desde el punto de
vista alimenticio sino desde la soberanía alimentaria, saber el recorrido que
tiene lo que llega a nuestra mesa desde que se siembra hasta que lo compramos,
ya sea fresco o procesado”, afirma el doctor Ángel.
Agrega que “el mercado no es un espacio en el que solo se
vaya a comprar, es un lugar de intercambio de saberes, donde se encuentra con
un amigo productor al que se le pregunta por sus hijos y con el que se puede
conversar, generando una relación de amistad que convierte a los consumidores
en un importante apoyo para los mercados agroecológicos”.
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