Los terremotos se presentan de manera imprevista en los bordes de las placas tectónicas, en donde se concentra la mayoría de las fallas. Se estima que en el planeta existen 15 placas principales –entre ellas la Africana, Caribe y Euroasiática– y 43 secundarias, como la Amuria, la Birmania o la Anatolia. Ayer, el choque de las placas Arábiga, Africana y Anatolia produjo un terremoto de 7,8 grados en Turquía que dejó cientos de muertos y una enorme devastación.
En la sección ABC del Periódico UNAL, el
profesor Germán Andrés Prieto Gómez, del Departamento de Geociencias de la
Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que
“las placas se mueven unas con respecto a las otras; cuando dos de ellas se
encuentran o están en contacto generan una deformación, y es ahí donde se
acumula la energía que produce un terremoto”.
“La magnitud de un terremoto depende del tamaño de la falla,
es decir, qué tan grande es el plano de los dos bloques o placas que la
componen y que están en contacto a lo largo de este”.
“También se tiene en cuenta qué tanto se movió un bloque con
respecto al otro: si se mueven poco, la magnitud es pequeña, si se mueven más,
la magnitud es más grande”.
Con respecto a la diferencia entre sismo, temblor y terremoto,
el experto explica que “no hay ninguna diferencia, todos hacen referencia al
desplazamiento de la superficie de la Tierra debido a un evento en su interior.
Sin embargo, se suele hacer referencia a un terremoto cuando el sismo ha
causado víctimas o daños severos en las edificaciones, y de temblor cuando este
no provoca daños”.
“En lo que sí se viene trabajando es en las alertas
tempranas: cuando sucede el terremoto lo detectamos rápidamente y avisamos a
las poblaciones cercanas que hay un movimiento fuerte para que se activen las
estrategias de prevención o desalojo”.
Por su parte, el profesor Gonzalo Duque Escobar, de la UNAL Sede Manizales,
señala que “aunque los sismos y las erupciones volcánicas no se pueden predecir
como los eclipses, sí se pueden pronosticar señalando espacialmente el tipo de
eventos probables con su alcance”.
Además, se debe considerar que el 35 % de los
colombianos vive en zonas de amenaza sísmica alta y el 20 % en zonas con
algún grado de amenaza volcánica.
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