Ceibas, cascos de buey, guayacanes y mangos fueron algunas
especies seleccionadas en 2019 para la restauración ecológica del bosque seco
tropical, por su capacidad para atraer fauna, además del potencial para
preservar especies vegetales a futuro. Así, después de 4 años se han vuelto a
ver en el bosque pavas caucanas (Penelope perspicax) y armadillos (Dasypus
novemcinctus), y el porcentaje de mortalidad de los árboles fue de apenas
el 7 %.
En un esfuerzo por restaurar y preservar el bosque seco
tropical –uno de los ecosistemas más amenazados del mundo–, caracterizado por
albergar una rica diversidad de flora y fauna adaptada a condiciones climáticas
de lluvia y sequía, Juan David Patiño Murillas, magíster en Ingeniería
Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), llegó hasta la
parcelación Chorro de Plata, en el corregimiento de Pance (Cali), para sembrar
7.969 árboles.
Esta zona forma parte de la cuenca del río Pance y colinda
con el Parque Nacional Natural Farallones de Cali. Hasta hace unos años había
sido devastada por prácticas humanas insostenibles como la ganadería extensiva
y las quemas para la expansión agrícola, las cuales llevaron al predominio del
helecho marranero (Pteridium aquilinum (L.) Kuhn), una planta
invasora que cubría el 80 % del área y limitaba el crecimiento de especies
nativas.
“Este problema, además de la enorme cantidad de nidos de
hormiga arriera, y suelos ácidos y degradados encontrados en el diagnóstico,
crearon un entorno casi inhóspito para la flora local, impidiendo la
regeneración natural del bosque seco tropical, un ecosistema en vías de
extinción, amenazado por el cambio climático, que ofrece servicios
ecosistémicos como la dispersión de semillas, la captura de carbono y la
regulación del clima”, menciona el magíster Patiño.
El proyecto, originado como una compensación ecológica por
la construcción de una megaobra en el departamento, no se limitó a la
reforestación, sino que además adoptó un enfoque integral diferenciador de
restauración ecológica que involucró a las comunidades locales, y en 2019
inició con la caracterización de la zona de estudio para identificar las
especies existentes y evaluar la salud del suelo.
Monitoreo constante
Mediante observaciones directas y técnicas de captura en
campo se realizaron monitoreos de fauna, seguimiento e identificación de
huellas y análisis de excrementos de animales y de restos de alimentos. Para
caracterizar la flora se establecieron parcelas abarcando diferentes etapas de
desarrollo de la vegetación: fustal (árboles maduros), latizal (árboles
jóvenes) y brinzal (plántulas).
También se mejoró la calidad del suelo mediante un proceso
de encalado (hecho con cal agrícola) y se controló la propagación del helecho
marranero para preparar el terreno para la siembra.
Restauración ecológica, modelo exitoso
A lo largo de 4 años de monitoreo para evaluar la
supervivencia de las plántulas y el impacto de la restauración en el
ecosistema, el resultado de la investigación del magíster ha sido un notable
fortalecimiento de los servicios ecosistémicos del bosque, evidenciado en el
incremento de la cobertura boscosa y la atracción de nuevas especies de fauna.
El éxito del proyecto se refleja en la baja mortalidad de
las plántulas, con solo un 7 % de pérdida, lo que equivale a 585 árboles.
Este resultado supera significativamente las expectativas iniciales y las
normas de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), que
establecían un umbral del 20 %.
“Uno de los sitios de restauración, conocido como Tanque, se
destacó por presentar las mayores alturas promedio en individuos forestales y
la mayor riqueza y diversidad de especies, reflejado en los índices de
diversidad de Shannon (1,23) y de Simpson (8,77E+01)”, revela el magíster, cuyo
trabajo fue dirigido por el profesor Joel Tupac Otero, del Grupo de
Investigación en Orquídeas, Ecología y Sistemática Vegetal.
El proyecto también involucró a la comunidad local con la
aplicación de unas 30 entrevistas y talleres participativos a los residentes
locales, especialmente campesinos, quienes han formado parte integral del
proceso aportando sus conocimientos tradicionales y fortaleciendo el sentido de
pertenencia y compromiso con la conservación del bosque.
Las especies de árboles seleccionadas no solo sobrevivieron,
sino que además comenzaron a atraer a la fauna local. La presencia de pava
caucana(Penelope perspicaz), una especie en peligro de extinción, fue
documentada nuevamente en el área. Además se registraron nuevas especies de
aves, como la tangara multicolor, y mamíferos como el mono nocturno, el
tigrillo y el armadillo, que habían desaparecido por la presión humana.
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