En el marco de un proyecto de extensión, el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA), de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), realiza unos empaques que permiten que el producto tenga una vida útil de hasta 40 días, mientras en condiciones normales es de 8 días.
No obstante, trasladarla hasta otros continentes no es una
tarea sencilla, pues su vida útil es de apenas unos 8 días, por lo que se
prefiere venderla como una fruta deshidratada o procesada.
El profesor Diego Alberto Castellanos, del Área de Empaques
y Vida Útil de Alimentos del ICTA, señala que “la UNAL viene desarrollando un
empaque que prolonga la conservación y vida útil de la fruta más allá del doble
del tiempo habitual”.
“Una empresa que trabaja en soluciones de empaques para
diferentes distribuidoras y exportadoras de frutas nos contactó y estamos
desarrollando unos sistemas de empaques para uchuvas, que además de conservar
la fruta también cuentan con materiales sustentables y que brindan
sostenibilidad ambiental”.
Los materiales usados en estos empaques son biodegradables o
reciclables, utilizan componentes que controlan el crecimiento de
microorganismos como los hongos y permiten regular el metabolismo de la fruta,
es decir, los procesos de respiración y presión de oxígeno. La UNAL está
trabajando para que estos empaques puedan ser exportados a Europa.
“En la industria se trabaja con polímeros y productos
derivados del petróleo, materiales plásticos que son más baratos y se
encuentran fácilmente en el mercado, pero que no son sostenibles, ya que pueden
tardar hasta 100 años en biodegradarse y no prolongan la vida útil de las
frutas”, asegura el profesor Castellanos.
Los materiales que utilizan los investigadores de la UNAL
son el ácido poliláctico (PLA), que se deriva de materias primas naturales y
renovables como el maíz, y aquellos pertenecientes a los poliésteres como un
polímero sintético.
“Estos materiales se encuentran en el almidón del maíz y de
la papa, en la celulosa que se extrae de la madera y también en la yuca, y son
materiales biodegradables que tardan en descomponerse dos o tres meses, máximo
un año, lo que aumenta la sostenibilidad ambiental”, indica el experto.
Agrega que “la UNAL trabaja para poder articularse con
productores de papa que tienen subproductos o desechos para aprovechar este
tipo de materiales; la idea es recuperar lo que a ellos les sobra para hacer un
aprovechamiento completo y aportar al cambio desde el principio, sin usar
materiales derivados del petróleo”.
¿Cómo se hace?
El producto se elabora en el Área de Empaques y Vida Útil de
Alimentos del ICTA y tiene que pasar por cuatro fases.
“Todo comienza con la materia prima: introducimos el PLA en
un secador, para extraer todo el proceso del agua. Luego pasa a una extrusora
–máquina que funde el material–, en un circuito conocido como tolda de
alimentación, en donde un tornillo que va girando funde el material; se saca la
lámina larga y gruesa, parecida a un líquido viscoso, después se enrolla en
unos carretes que vuelven el material más delgado y así se puede enrollar con
facilidad”.
El rollo del material se pone en una impresora 3D usada para
realizar prototipos, para determinar el tipo de bandeja o empaque que se
utilizará de manera masiva. Después las canastillas pasan a una máquina de
termoformado, en la que, con un molde a presión y teniendo en cuenta la
temperatura, se forman los empaques.
Finalizado este proceso se evalúan las propiedades mecánicas
en una máquina que mide la resistencia del material, se realizan pruebas de
compresión y se evalúa la humedad y concentración de oxígeno.
“A pesar de que son materiales biodegradables, también son
resistentes para que no se rompan y el alimento se conserve. Pueden ser
compostables y cada canastilla tiene la posibilidad de albergar unos
120 g, lo que hace que el transporte del alimento sea sencillo, se
controle la atmosfera y se tenga una humedad adecuada y un componente
antimicrobiano”, indica el profesor Castellanos.
Por último, comenta que en Colombia el potencial exportador
está en el mercado de las frutas exóticas y endémicas, pues en 2019 las
exportaciones de uchuvas alcanzaron los 36 millones de dólares y presentaron un
crecimiento del 12,5 % respecto a 2018.
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