Desde hace más de dos décadas expertos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) vienen advirtiendo que la sedimentación –es decir el arrastre de lodos, rocas o restos de árboles, entre otros elementos– está provocando cambios drásticos en el curso del río Amazonas, generando barreras e islas que reducen el paso de agua. Las consecuencias de este fenómeno, aunado a la deforestación y los incendios forestales, se han profundizado con la sequía.
como una gigante anaconda, está muriendo de sed, y a su paso
las comunidades y los ecosistemas que dependen él también sufren las
consecuencias.
El profesor Santiago Duque, director del Laboratorio de
Manejo y Gestión de Humedales de la UNAL Sede Amazonia, quien lleva más de 30
años investigando la “salud” ambiental de los ecosistemas acuáticos más
valiosos del país, entre ellos el del Amazonas, afirma que “durante el último
año este ha venido afrontando una condición atípica hidroclimáticamente; por
ejemplo, desde el año pasado se viene presentando escasez de lluvias, lo que ha
afectado a varios ríos y quebradas que son sus afluentes –o sea que desembocan
en el río–, pues al haber menos líquido su caudal también se reduce”.
“A este aspecto se suma la acelerada sedimentación de los
brazos del río hacia el lado colombiano, lo que ha generado consecuencias
devastadoras para la biodiversidad y las comunidades que dependen de él”.
El Amazonas nace a 6.000 msnm y recorre 3.000 km
hasta su desembocadura en el océano Atlántico; cuando pasa por Leticia lo hace
a solo 98 msnm, es decir que tiene muy poca pendiente; esta dinámica es
todavía más lenta en los brazos del río, que fluyen más lentamente haciendo que
todo el material que trae el río se sedimente, no se mueva, no se transporte, y
por el contrario, forme barras e islas y hace que a su paso por Colombia el
agua fluya menos.
El académico amplía que “el paso del río es de tipo
anastomosado, lo que significa que en algunos sectores se angosta y en otros se
ensancha, formando brazos y zonas profundas. Este fenómeno es especialmente
relevante cerca de la capital del Amazonas, donde se encuentran los estrechos
de Nazareth (comunidad indígena que pertenece al municipio de Leticia) y
Tabatinga (Brasil); lo que el río haga en este tramo en procesos de
sedimentación y erosión define la geografía de toda la región limítrofe de la
frontera entre Colombia y Perú”.
En 2005, en un estudio realizado para el Invías, el profesor
Duque y la ingeniera civil Liliana Posada, de la UNAL Sede Medellín, mapearon
el río Amazonas y evidenciaron que desde entonces ya había empezado a moverse
hacia el brazo peruano, detrás de las islas Rondiña o Chineria y Santa Rosa en
Perú.
“Las islas inician como bancos de arena que van quedando y
aumentando con los años, lo que permite que colonicen vegetación, consolidando
así las islas de cauce (como se les llama) en los diferentes brazos que se
construye entre cada estrecho”, señala el profesor Duque.
Menciona además que en desde los años 90 otros estudios del
Laboratorio de Hidráulica de la UNAL Sede Bogotá constataron que el río
Amazonas había cambiado su trayectoria, pasando de tener un 30 % del
caudal hacia el lado colombiano, a un preocupante 13 %, como está
ocurriendo hace algunos años, lo que se agrava en este 2024, por haber sido un
periodo de sequía extrema de la cuenca en Ecuador y Perú, de donde viene
justamente el agua que forma el Amazonas en Leticia.
“El río ha estado moviéndose de un lado para otro porque es
un elemento vivo del paisaje, desde hace muchos años él decidió hacia dónde
quiere ir, ese es el panorama y es completamente natural” puntualiza.
De hecho, desde hace más de 40 años se ha incrementado la sedimentación haciendo que aparezcan más islas de cauce y otras aumenten de superficie, e incluso que se eleven en el paisaje, como está ocurriendo en la Isla de la Fantasía, ubicada justo al frente del malecón de Leticia .
Impacto de los cambios drásticos del río
El experto en Limnología e Hidrología indica que algunas
consecuencias se relacionan la seguridad alimentaria y la pérdida de la
biodiversidad, pues el río Amazonas también alimenta lagos circundantes como
los de Yahuarcaca (en Leticia) y el sistema de lagos de Tarapoto (en Puerto
Nariño).
“Sin agua no hay peces y este es un escenario grave sobre
todo para la biodiversidad, porque si el río ya no tiene la dinámica de
inundar, entonces los peces ya no entran a esas zonas de lagos”. Es importante
mencionar que la conectividad de ríos y lagos en estos dos sectores se está
perdiendo, y con ello su productividad pesquera.
Por su parte, la bióloga Dolors Armenteras, directora del
grupo de investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas
(Ecolmod) de la UNAL Sede Bogotá, advierte que “cada vez que haya tala de
bosques, los árboles dejan de hacer su función de filtrador de agua, porque
afectan la formación de nubes y las precipitaciones”.
Con respecto a las altas temperaturas asegura que “todo esto
es resultado del cambio climático, pero se junta con que tenemos menos agua y
temporadas más largas de sequía, creando el coctel perfecto para que se
propaguen los incendios forestales, donde ni los animales logran escapar”.
¿Qué se puede hacer para el futuro?
Además de formar a futuros científicos y profesionales, la
UNAL adelanta importantes investigaciones en estos valiosos ecosistemas,
contribuyendo a propuestas que permitan traducir la ciencia en políticas
públicas más eficaces.
Sin embargo, los profesores Duque y Armenteras coinciden en
que es importante trabajar de forma articulada entre la academia y la ciencia
junto con el Gobierno nacional, con el objetivo de mitigar los impactos en
todos los sectores.
“El Amazonas es un ecosistema vivo y en constante cambio, lo
más importante es vivir en armonía con él”, enfatiza el profesor Duque. Por su
parte, la profesora Armenteras agrega: “hay impactos en la salud, en la
economía y en las comunidades, por eso es importante articularse, porque esto
va para largo y hay que evitar que el ecosistema se siga degradando”.
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